Los hoteles de costa echan el cierre hasta dos meses antes de lo habitual

La ausencia de turistas extranjeros y la caída de reservas por el coronavirus ha hecho que gran parte de los hoteles de la costa catalana hayan decidido cerrar la persiana dos meses antes de lo que es habitual. Los hoteleros, que este verano han ofrecido solo el 60% de las plazas disponibles, pretenden minimizar así las pérdidas tras una temporada que califican de “nefasta”. En la costa del Maresme, desolada, cerrarán el 30 de agosto. En la Costa Brava, donde el verano no ha sido tan trágico, piensan aguantar hasta el próximo 13 de septiembre, también antes de lo normal.

El Presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería y Restauración de Cataluña (Confecat), Santiago García-Nieto, es contundente: la temporada de verano ha sido “nefasta” para el sector. Las cifras señalan que solo un pequeño porcentaje de los hoteles han decidido abrir sus puertas. Y los que lo han hecho han obtenido ocupaciones que, salvo excepciones, a duras penas han superado el 30%.

El mejor ejemplo de la debacle es Barcelona, una ciudad donde “está todo cerrado”, apunta García-Nieto. “Han abierto entre un 10% y 15% de los establecimientos, medio centenar de los 360 existentes. Yo son los del centro que acogen a turistas, sino los del extrarradio para dar servicio a trabajadores de Mercabarna u otros negocios”, detalla. Los hoteles de Barcelona que han abierto apenas han llegado a ocupaciones del 15-20%.

El presidente de la patronal hotelera cree que “las perspectivas de ciudad son muy malas”. Prueba de ello, dice, es “la petición de alargar los ERTE hasta la próxima Semana Santa”. García-Nieto explica, igual que los hoteles que acogen a congresistas, los que tienen una orientación más “vacacional” viven “un drama igual”.

Los hoteles de costa, punta de lanza del turismo en Cataluña, sufren las mismas consecuencias del coronavirus. Tanto en la Costa Daurada como en el Maresme, los hoteles más pequeños han llegado a un 20% o 30% de ocupación. “Pero los grandes hoteles que trabajan con tour-operadores, si no hay conectividad con el extranjero no pueden trabajar”, señala García-Nieto. Algunas cadenas han abierto solamente uno de sus hoteles.

Tanto García-Nieto como el presidente del Gremio de Hostelería del Maresme, Jordi Noguera, coinciden en que “julio empezó con buenas perspectivas, pero el anuncio de una docena de países que pondrían en cuarentena a quien viajara a España les hizo caer las reservas en picado”. “La recuperación es un tema de confianza y solo la puede dar la sanidad. Si es verdad que las vacunas pueden llegar al mercado a finales de año, la confianza reactivará al sector; mientras esto no llegue, será dramático”.

Ambos dudan de que los empresarios de la costa catalana decidan abrir puertas más adelante. “Nadie se plantea abrir en Navidad o en Fin de Año, todos piensan en la Semana Santa. Mientras siga esta inestabilidad es muy difícil la recuperación de clientes y económica”, apunta Noguera. El presidente de Confecat advierte de que, sin ayudas a empresas y trabajadores, “las expectativas son francamente malas”.

Ocupación del 25%

Según Noguera, en el Maresme solo ha abierto el 32% de los 86 hoteles agremiados y de estos algunos han tenido un ala cerrada. La máxima punta fue el fin de semana del 15 de agosto, con una media del 25-30% de ocupación —mejor en hoteles pequeños—, pero el conjunto de agosto se sitúa entre un 17% y un 26%. “Ya teníamos un nivel de aperturas muy bajo por lo que estaba previsto, pero que confinaran L’Hospitalet, el Segrià y la obligatoriedad de las mascarillas nos fue muy mal”, indica.

El consejo de los países emisores de turistas de no viajar a España les “remató”. No llegaron británicos y rusos en avión y los belgas, holandeses o alemanas que llegaron por carretera lo hicieron a cuentagotas. Sí se notó, cierta recuperación del turismo de proximidad del centro de Cataluña. Pero, en general, han sido pernoctaciones de una noche.

Los hoteleros del Maresme habían decidido avanzar el cierre de finales de octubre a mediados de septiembre, pero la falta de clientes les acarrea pérdidas económicas y muchos ya han anunciado que cerrarán el 30 de agosto. Noguera cree que si se controlan los brotes puede haber “cierta normalidad”, pero no ve claro volver a la situación de antes de la pandemia.

La Costa Brava —en especial en su tramo central— representa una excepción. Debido a las características de sus pequeños hoteles y su público de proximidad de mayor poder adquisitivo, la temporada no ha sido tan trágica. En algunos casos, han llegado a pasar el 80% de ocupación la primera quincena de agosto. Esos hoteles piensan estirar un poco más la temporada, hasta el 13 de septiembre, un mes y medio antes de lo habitual, según el gerente de la Asociación Costa Brava Centro, Martí Sabrià.

A partir de esa fecha, los hoteles de la Costa Brava solían nutrirse del turista internacional. “Si no llegan, y has escasas previsiones de que sea así si no se activa la demanda francesa”, no tiene sentido alargar la temporada. Solo con los turistas catalanes, el negocio no aguanta. “Sería tener que poner dinero de tu bolsillo”.

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