Las obras del colector de la Diagonal sacan a la luz estructuras agrícolas de la Barcelona del siglo XIX
Los trabajos ponen al descubierto restos de una conducción de agua y una docena de piscinas alicatadas con cerámica
La historia de una ciudad queda reflejada siempre en capas. Cuantas más profundas, más antiguas. Barcelona, para crecer ha tenido que arrasar lo anterior y los restos de estos edificios han quedado ocultos bajo la tierra o el asfalto. Cuando se decidió crear el Eixample hubo que derruir y expropiar todo lo que había construido antes para hacer que la cuadrícula de Cerdà se acabara imponiendo. Es lo que ocurrió, sobre todo, con avenidas como la Diagonal que acabó con importantes masías diseminadas por los campos que rodeaba...
La historia de una ciudad queda reflejada siempre en capas. Cuantas más profundas, más antiguas. Barcelona, para crecer ha tenido que arrasar lo anterior y los restos de estos edificios han quedado ocultos bajo la tierra o el asfalto. Cuando se decidió crear el Eixample hubo que derruir y expropiar todo lo que había construido antes para hacer que la cuadrícula de Cerdà se acabara imponiendo. Es lo que ocurrió, sobre todo, con avenidas como la Diagonal que acabó con importantes masías diseminadas por los campos que rodeaban el núcleo urbano desde que la ciudad fue fundada por los romanos en el siglo I. La construcción del colector de la Diagonal que comenzó en noviembre pasado ha sacado a la luz parte de este pasado agrícola de la Barcelona del siglo XIX.
En el centro de la Diagonal, entre las calles Girona y Bailén, a menos de tres metros de profundidad, se han localizado parte de lo que sería un acueducto y, al menos, una docena de cisternas bellamente alicatadas en sus cuatro paredes con restos de cerámicas del siglo XIX; con decoraciones florales, geométricas y con alguna escena figurativa; como una apropiada para esta época de Semana Santa formada por tres baldosas en las que aparece pintado un Jesucristo llevando la cruz y otros personajes.
La aparición de estas estructuras, vinculadas con la existencia de un molino que aprovecharía la fuerza del agua, ha sorprendido a los vecinos que pueden verlas y fotografiarlas desde la valla que rodean los trabajos arqueológicos, de unos 20 metros cuadrados de extensión, que se está llevando a cabo mientras siguen los sondeos y la colocación de tuberías en las proximidades. Pero no ha sorprendido a los arqueólogos municipales que han estado presentes desde el comienzo y conocían la existencia de estos restos. Sin embargo, hasta que no concluyan las excavaciones y las fases posteriores de estudio, desde el Servei d’Arqueologia de Barcelona no darán a conocer cuál fue la función de estas construcciones y la vida útil que tuvieron. Lo que si es seguro es que se recuperarán los materiales, sobre todo las baldosas, y las estructuras se volverán a tapar para que los coches puedan seguir circulando.
Y lo sabían por la existencia de mapas antiguos de la ciudad en la que aparecen estructuras relacionadas con los trabajos agrícolas de las afueras de Barcelona. En concreto en uno realizado por el ejército francés con gran precisión técnica entre 1823 y 1827 que ha digitalizado el Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña y permite verlo superpuesto por un mapa actual. En él puede verse, cercano a este punto, el trazado de un acueducto que trasportaba agua de una fuente cercana y la existencia de una noria que la sacaría para almacenarla en una de estas piscinas localizadas y poderla utilizar en alguna actividad.
Estas instalaciones estuvieron en uso hasta alrededor de 1890, en el momento en el que fueron derribadas para construir la Diagonal. Ocurrió lo mismo en todo el trazado de esta gran avenida. Incluso, tal y como ha puesto en evidencia Jesús Portavella con sus trabajos del tramo norte de esta calle, un desvío de grados del plano marcado por Cerdà, que conforme se iba distanciando de paseo de Gràcia era cada vez mayor, acabó con edificios que no estaban previstos derribar en Les Corts, como las masías Can Feliu, Can Baldiró y L’Estela, pero también fábricas de sedas y conventos, cuyos restos, muchos o pocos, seguro que permanecen bajo el asfalto de esta enorme calle.
Esta zona de la ciudad no es abundante en restos arqueológicos. Según la Carta Arqueológica de Barcelona, los restos excavados más próximos son los de la calle Córcega 344, relacionados con la llamada “mina de Jesús” una de las más importantes que conducían el agua desde Collserola hasta la ciudad para abastecer sus principales fuentes.