El Ballet Preljocaj aburre en el Liceo
Su elegante y matemático ‘Winterreise’ no logró emocionar al público barcelonés
Angelin Preljocaj al frente de su compañía de danza contemporánea siempre ha seducido al público barcelonés en sus visitas a nuestra ciudad. Es un creador que mezcla con maestría rudeza, melancolía y distinción en su fértil baile. Su exquisito vocabulario coreográfico enamora, más aún cuando sus bailarines son unos excelentes, elegantes y virtuosos intérpretes, que además poseen una fuerte personalidad escénica. Una actuación memorable fue cuando actuaron en 2017, también en el Liceo, y ...
Angelin Preljocaj al frente de su compañía de danza contemporánea siempre ha seducido al público barcelonés en sus visitas a nuestra ciudad. Es un creador que mezcla con maestría rudeza, melancolía y distinción en su fértil baile. Su exquisito vocabulario coreográfico enamora, más aún cuando sus bailarines son unos excelentes, elegantes y virtuosos intérpretes, que además poseen una fuerte personalidad escénica. Una actuación memorable fue cuando actuaron en 2017, también en el Liceo, y presentaron un programa formado por dos coreografías, Spectral evidence (2013) con música de John Cage, inspirada en el juicio de las brujas de Salem de 1692, y La Stravaganza (1997), con música de Vivaldi y otros compositores de la época.
Por todo ello la expectación era máxima la noche del pasado viernes, especialmente para el espectador romántico, ya que es una obra en la que palpitan la desesperación y la soledad de un hombre que ha perdido a su gran amor y que inicia un lento viaje hacia el suicido. Además en escena se conjugaban la música de Winterreise (Viaje de invierno) de Franz Schubert, la intensa partitura del mismo nombre que el compositor creó para ilustrar los 24 poemas de Wilhem Müller, y que él convirtió en lieders y que en Liceo fueron cantados por el barítono Thomas Tatzl, con música interpretada, también en directo, al piano, por James Vaughan.
Sin embargo algo falló y fue el vocabulario gestual ideado por el autor. Las frases coreográficas no poseen la fluidez, riqueza y expresividad habituales en sus trabajos. Los duetos, tríos y el trabajo coral de los 12 bailarines que ejecutan la pieza es limitado y sencillo. Lo más relevante fueron los espectaculares développés a la segunda, los grands jetés o el bello movimiento de brazos del que hacía gala el elenco femenino. Pero todo el baile está contenido y la aridez de los 24 lieders se convierte en un corsé para los intérpretes. Hay que destacar que la puesta en escena es impecable. La iluminación de Éric Soyer, la escenogrfía de Constance Guisset y el vestuario de Angelin Preljocaj se alían para crear una atmósfera elegante y fría. Los hombres vestidos con amplios pantalones negros logran un gran efecto en sus evoluciones, pero es un recurso muy utilizado, solo hay que recordar algunas de las coreografías de Béjart.
Preljocaj no ha concebido Winterreise como una obra pesimista sobre la muerte, sino una recreación del dolor pero con un mensaje de esperanza hacia el final de la obra, por lo que introduce el color en el vestuario. Utilizar en esta secuencia las espadas láser de La Guerra de las Galaxias le resta credibilidad a la pieza.