“Meteosad” contra las disruptoras de Sant Jordi
La montaña rusa climática y emocional de la jornada no pudo con las colas y la expectación por las autoras del momento
El reloj marcaba las 12.49 horas cuando un “¡Ooohhh!” comunal retumbó frente a la Pedrera de Barcelona. Sonó exactamente igual que aquellos aullidos enlatados a los que se recurría para dar pena en las teleseries de los 90. La lluvia torrencial aguaba el pensamiento mágico y espejismo de un Sant Jordi como los de antes. Catorce minutos después, la misma multitud que había huido espantada de las paradas de libros de paseo de Gràcia empezó a aplaudir al unísono y se colocó sus gafas de sol como si allí no hubiese caído una durísima granizada. La de ayer fue una jornada esquizofrénica, un Sant Jordi muy “meteosad” –como tuiteó premonitoriamente la editora de Viena Edicions, Blanca Pujals– que no pudo con la expectación por las autoras del momento.
Dos horas antes de que se iniciara esa montaña rusa climática, la larga cola de la librería Taifa de Gràcia ya pronosticaba que el Cauterio (Anagrama, 2022) de Lucía Lijtmaer iba a ser uno de los fenómenos de la jornada. Esa primera novela de ficción en la editorial ya va por la tercera edición –con futura traducción al alemán– y confirma su éxito tras su ensayo Ofendiditos (el segundo libro más vendido de la misma editorial en 2021). “Estoy un poco abrumada con la recepción en solo dos meses”, contaba mientras salía pitando hacia su siguiente parada del día y alguna que otra espontánea le pedía una firma en medio de la calle. Lijtmaer, que todavía tiene grabado el recuerdo del dibujante Quino dedicándole uno de sus libros en un Sant Jordi de su infancia, era la tercera firma más vendida de la semana según el Gremi d’Editors. En su primera parada, agotó todos sus ejemplares de la mítica librería de la calle Verdi.
En paseo de Gràcia, las mujeres de Alpha Decay (la editora Julia Echevarría y la responsable de comunicación, Alba G. Mora, que a su vez acaba de estrenarse con Paloma Ediciones) confirmaban que el título que más triunfaba fue El buen sexo mañana, de Katharine Angel, otra disruptora que plantea cómo encarar el deseo en la era del consentimiento. Unos metros más abajo, la debutante Xita Rubert, con los pies calados, esperaba que le trajeran una muda de ropa. Había dormido dos horas y media por haber ido a una de las fiestas previas de Sant Jordi, pero ese déficit de sueño no le rebajó la emoción por firmar su prometedor estreno en novela, Mis días con los Kopp (Anagrama, 2022).
Quien se mostraba encantada con el desajuste climático era Laura Fernández. “Es como si Kimberly Clark Weymouth hubiese viajado a Barcelona”, contaba la escritora a propósito de la sintonía del día con su La señora Potter no es exactamente Santa Claus (Anagrama, 2021), un fenómeno total entre lectores y crítica, ganador del Premio Ojo Crítico y del Finestres de Narrativa. La de Terrassa regaló a los múltiples seguidores que se acercaron hasta su puesto en la librería Finestres postales de la serie Las hermanas Forest investigan. No la busquen en Netflix ni en plataformas. Ese guiño solo se entenderá si han leído su libro. Otro detalle para un día delirante.
El milagro ‘Carcoma’
Junto a Fernández firmaba Layla Martínez. La codirectora de la editorial Antipersona, que la semana que viene se mudará definitivamente a Barcelona, ha convertido a Carcoma (Amor de Madre, 2021) en uno de los milagros del año. Con más de 34 reimpresiones de pequeñas tiradas en una editorial minúscula, su novela sobre una casa en ruinas comida por una carcoma que también devora los pensamientos de sus protagonistas ha fascinado a tótems del género como Mariana Enríquez o críticas y escritoras como Desirée de Fez (que la recomendó encarecidamente antes de firmar sus Reinas del Grito en el puesto de Blackie Books). Su editora, Victoria Irene Borrás, confirmó que tras su paso por la feria de Londres, Carcoma pasará a traducirse al griego y al italiano y que “ya está en manos de múltiples editores internacionales”. Habrá que seguirle la pista, como a Núria Bendicho, que ya está lista para aislarse para escribir su próximo título y sigue en lo más vendido con su fascinante Terres Mortes (Anagrama/Sajalín). Ayer charlaba sin prisas con sus seguidores faulkerianos sin ofuscarse por las frustraciones del día. “No me obsesionan las colas, tengo claro que si esto no me sale bien, me pongo a currar en un chiringuito en Formentera”.
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