Carrera de transportes cruzando Barcelona en hora punta: gana la moto y pierde el coche
El segundo puesto para el transporte público y el tercero para la bici demuestra que los turismos pierden eficiencia para moverse dentro de la ciudad
Jueves 12 de mayo. 10 minutos para las ocho de la mañana. Cuatro redactores y un fotógrafo están listos en el Fòrum de Barcelona. La cita tiene como objetivo medir quién llega antes a la Fira de la plaza de Espanya. Cruzar la ciudad, en hora punta, en coche, moto, ...
Jueves 12 de mayo. 10 minutos para las ocho de la mañana. Cuatro redactores y un fotógrafo están listos en el Fòrum de Barcelona. La cita tiene como objetivo medir quién llega antes a la Fira de la plaza de Espanya. Cruzar la ciudad, en hora punta, en coche, moto, bici y transporte público. Unos ocho kilómetros, en función del trayecto exacto.
Vamos directos al spoiler. Ganó la moto: 29 minutos y 19 segundos. Segundo clasificado, el transporte público: dos minutos y 37 segundos más tarde (31 minutos 56 segundos). Tercero, a siete minutos, la bici: 39 minutos, 10 segundos. Y el último clasificado, el coche: 41 minutos, 57 segundos, casi 12 minutos más que el ganador. Entre las obras y los carriles que se han cedido a las bicis o a los buses, el coche es cada día menos eficiente. De hecho, el Plan de Movilidad Urbana de la ciudad contempla reducir un 25% los desplazamientos en automóvil en 2024.
En este experimento, que no buscó ser científico pero sí realista, la única regla para los participantes a motor era no utilizar las rondas. Para la moto, no utilizar el carril bus. Y para la bici, no pasar semáforos en rojo (algo exótico entre quienes pedalean). Mirando el mapa de Barcelona, la opción más directa era tomar la Diagonal hasta Glòries.
Eligieron esta avenida los cuatro redactores. Ni coche ni moto optaron por el flamante túnel que soterra la Gran Via en Glòries. De hecho, saliendo del túnel, el lateral de Gran Via es ahora exclusivo para bicis, taxis y buses desde Monumental, así que coche y moto optaron por subir por la calle de la Independència, doblar en Aragó (donde los vehículos han perdido dos carriles en los últimos años, en beneficio de bicis y buses) y recto hasta la calle de Tarragona para bajar hacia plaza de Espanya. La bici tomó el camino más recto: Diagonal, Glòries y Gran Via (donde el carril bici ha bajado del bulevar central al asfalto). El peatón combinó tranvía hasta Encants, donde cogió la Línea 1 del metro.
Los tres primeros clasificados se muestran relativamente satisfechos. El ganador asegura que era de esperar, porque cuando los coches paran en el semáforo, las dos motos se cuelan para colocarse en primera fila. “La moto elige la ruta con menos semáforos y Aragó tiene ola verde para los que llegan primero”, presume. El segundo participante relata un modélico desplazamiento intermodal. La ciclista cree que en un trayecto más corto hubiera acabado primera o segunda (su ruta sumaba 7,9 kilómetros en bici y los pedales suelen ganar en rutas de hasta cinco o seis). El redactor que hizo el trayecto en coche describe su experiencia como “un suplicio”.
“Tampoco habría utilizado las rondas porque era tal la congestión de acceso a la ciudad, junto con un accidente, que Google Maps optó por atravesar la ciudad como vía más rápida”, reconoce el conductor. “La torpeza del turismo se demostró de inicio. De Diagonal a Glòries la bicicleta me adelantaba continuamente. Aragó era una autopista de vehículos lentos que intentaban atravesar la ciudad sorteando furgonetas en doble fila, ríos de motocicletas entre coches; y yo rara vez pasé de la tercera marcha”, lamenta.
El motorista, siguiendo la religión que repele los semáforos, pudo avanzar “cada vez que los coches tuvieron que parar, ya fuera por encontrarse un semáforo en rojo o por la propia congestión de las mañanas barcelonesas”. “Arranqué prácticamente cada vez con ventaja respecto al resto”, presume, aunque admite “dos momentos complicados entre paseo de Sant Joan y paseo de Gràcia por furgonetas en doble fila; y el siempre desesperante giro hacia la calle de Tarragona, que convierte los últimos metros en una agonía”.
El redactor que utilizó el transporte público esperó seis minutos al tranvía, “lleno y sin espacio para sentarse”. El grueso de pasajeros bajó, como él, en Encants, para tomar, a pocos metros, el metro que va directo a plaza de Espanya. Los vagones, a las 8.17 horas, atestados: “Apenas había espacio para moverse”. Pero los pasajeros viajan ajenos al frenesí de la superficie: les da igual cómo cruzar Glòries, si la Diagonal está cortada por las obras del tranvía o si el lateral de Gran Via ha desaparecido.
La bicicleta hizo el 99% del trayecto por carriles bici. La excepción fue Glòries: con los coches pasando por el túnel, a pedales pudo elegir entre tres carriles de asfalto por los que solo pasan autobuses y algún taxi de vez en cuando. Desniveles, solo dos: Diagonal y el tramo final de Gran Via antes de plaza de Espanya.
En la carrera anual de medios de transporte que organiza la Plataforma por el Transporte Público (van ya 18 ediciones con varios trayectos radiales hacia el centro de Barcleona) suele ganar la bici. Y siempre pierde el coche.
Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal