Alcarràs, un pueblo de película anclado en el 1-O
Las huellas del filme candidato seleccionado por España para el Oscar apenas son visibles en el municipio, mientras que el relato épico independentista permanece en pie cinco años después del referéndum ilegal
Una película con nombre de pueblo, Alcarràs, será la candidata española a los Oscar a mejor película en habla no inglesa. El filme, de la directora Carla Simón, ya fue motivo de orgullo local después de que el pasado febrero la película ganara el Oso de Oro del Festival de Berlín. Los vecinos del Alcarràs recibieron el éxito como si se tratara de la Champions. El pueblo se acostumbró a las cámaras y los flashes y el Consistorio anunció que una plaza o calle llevaría el nombre de Simón. Pero, seis meses más tarde,...
Una película con nombre de pueblo, Alcarràs, será la candidata española a los Oscar a mejor película en habla no inglesa. El filme, de la directora Carla Simón, ya fue motivo de orgullo local después de que el pasado febrero la película ganara el Oso de Oro del Festival de Berlín. Los vecinos del Alcarràs recibieron el éxito como si se tratara de la Champions. El pueblo se acostumbró a las cámaras y los flashes y el Consistorio anunció que una plaza o calle llevaría el nombre de Simón. Pero, seis meses más tarde, en las calles de este pueblo de Lleida no queda ni rastro que recuerde el éxito de la película. El municipio ha regresado a su normalidad de banderas esteladas, lazos amarillos y murales conmemorativos del referéndum independentista ilegal del 1 de octubre de 2017, del que este sábado se cumplen cinco años. Muchos de los vecinos del pueblo se sienten parte de un auténtico núcleo de irreductibles, cuya gran hazaña aquel día fue resistir las cargas de la Guardia Civil que intentaban requisar las urnas. Los agentes no consiguieron desmontar las instalaciones que funcionaban como colegio electoral y el lema que preside el pueblo es “no van passar” [”no pasaron”].
En Alcarràs, situado a 11 kilómetros de la ciudad de Lleida, viven 9.678 vecinos de los que más de 3.000 nacieron fuera de España. Estos últimos trabajan mayoritariamente en la agricultura y la ganadería, y se involucran poco en el día a día asociativo y mucho menos en cuestiones relacionadas con la política. El resto de vecinos son en gran mayoría independentistas, como refleja la composición del Ayuntamiento, con abrumadora mayoría secesionista y una única concejal socialista.
Miquel Serra tiene 55 años, es payés (tiene una granja de cerdas y campos de melocotones y manzanas) y era el alcalde de Alcarràs, de ERC, el 1 de octubre de 2017. Hace un año fue condenado a tres meses de inhabilitación para ejercer cargo público y a una multa de 450 euros por un delito de desobediencia debido a su colaboración en el referéndum ilegal. En Alcarràs la votación independentista, al igual que se hace en todos los comicios, tuvo lugar en el Centro Cívico Municipal Lo Casino. Serra estuvo allí. “Las papeletas y urnas aparecieron aquel día. Nadie sabe ni cómo ni de dónde venían”, asegura el exalcalde con una sonrisa socarrona. Otros vecinos juran que las guardó todas una vecina de la localidad, pero nadie dice quién.
La noche del 30 de septiembre al 1 de octubre fue muy movida en Alcarràs. Decenas de personas hicieron guardia en Lo Casino para preparar la consulta. Este centro municipal se encuentra en una encrucijada de tres calles. Los payeses atravesaron varios tractores en las calles, impidiendo así el paso de vehículos policiales. “A las 8.30 llamaron por teléfono a la concejal Laia Sisó. Le avisaron de que la Guardia Civil [que tenía la orden judicial de impedir la votación] estaba cargando y requisando urnas en Soses [a seis kilómetros]. Diez minutos más tarde le dijeron: vienen para aquí”, recuerda Serra.
Hay muchos vídeos de aquellos momentos. Centenares de personas se colocaron en las puertas de Lo Casino y el entonces alcalde cogió un megáfono y adoctrinó a los presentes: “Si algo nos diferencia de la actitud del otro pueblo vecino es nuestro seny [prudencia]. Los más corpulentos que se ponga delante y nos agarramos de los brazos para que ante cualquier embestida de esta gente [la Guardia Civil] no puedan entrar”. Las imágenes siguientes son de agentes de la Guardia Civil intentando abrirse paso entre un muro de personas. Empujando, dando golpes con la porra, con los escudos… Mientras, la masa gritaba y desobedecía las órdenes policiales. Los vídeos muestran a Serra, en primera fila, con la camisa rota frente a los agentes. “Todo el rato les decía que yo era el alcalde y que me señalaran con qué mando tenía que hablar”, afirma.
Los agentes estuvieron casi una hora y media intentando entrar por uno y otro lado. Cargaron contra la masa tres veces y dejaron tras de sí, según el Ayuntamiento, una veintena de heridos, la mayoría de poca consideración. Sin llegar a rozar la puerta de Lo Casino, poco antes de las 11.00 los policías volvieron a sus vehículos y se marcharon del pueblo entregando a los vecinos la leyenda del “no pasaron”.
Carles García Monclús tiene 57 años y fue uno de los heridos. “Mi sentimiento de pertenencia es ser catalán y no español. No tengo nada contra España, pero prefiero ser solo catalán”, explica.
Daniel Fresno también se colocó frente a la Guardia Civil. Tiene 27 años y la víspera de la consulta ilegal estaba de fiesta en una boda de un compañero de empresa. “Yo era apolítico y recuerdo que mi madre me dijo que tenía que ir a votar. Que era importante decidir el futuro. Mis amigos fueron a hacer guardia y yo me presenté allí sin dormir y con el traje de boda”, cuenta. “Vino la Guardia Civil dando porrazos. Me dio rabia y miedo y me cambió el chip. Desde entonces no me he perdido una manifestación independentista. El 1 de octubre me sirvió para abrir los ojos. El Estado español vino a pegarnos”, sentencia. La madre de Fresno, Trini Landete, de 50 años, iba a votar en contra de la independencia. “El ‘a por ellos’ y ver cómo pegaban a mis vecinos me hizo cambiar”, recuerda. “Demostraron que en el Estado español no nos quieren”.
Los agentes se marcharon de Alcarràs sin incautar ni una sola papeleta y la euforia se adueñó del municipio. “Por la tarde me entró miedo. La gente creía que volverían los guardias civiles. Había un plan para evacuar las urnas por las casas colindantes con Lo Casino pero las cargas no volvieron”, rememora Serra.
Pese a la épica que se conserva en el pueblo, solo votó el 53,4% del censo oficioso creado para aquel día. Hubo 2.799 votos, de los que 2.578 votaron a favor de la independencia y 171 en contra.
Serra fue el encargado de, entre aplausos, leer los resultados del referéndum. Aquel día sirvió de inspiración y reivindicación para los murales que hay en las antiguas escuelas del municipio e incluso para placas conmemorativas. Luego vino la división entre las fuerzas independentistas. “El 1 de octubre nos generó expectativas que no llegan. No es una derrota, es un paso sin retorno. Nos costará llegar al objetivo pero llegaremos”, mantiene Serra pese a no ser ya alcalde.
En el pueblo no se observa ni rastro del orgullo por la película de Carla Simón. En febrero, de ser seleccionada antes como candidata, Alcarràs podría ganar un Oscar.
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