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La rumba no tiene poder fuera de los mítines

Los músicos de este género nacido en Barcelona exigen políticas de calado para preservarlo y divulgarlo: “No ha habido más conciertos ni programación”

Fotograma del videoclip del spot electoral rumbero "Bo per Barcelona" del PSC.
Fotograma del videoclip del spot electoral rumbero "Bo per Barcelona" del PSC.
Rodrigo Marinas

Una de las pocas cosas que han unido a los partidos que se presentan a las elecciones municipales en Barcelona ha sido la banda sonora de la campaña. Hasta cinco formaciones —tanto del gobierno como de la oposición— han bailado en las últimas semanas al ritmo de una rumba catalana compuesta para la ocasión. Desde el Això sí que és culpa de Colau de Barcelona en Comù hasta La Barcelona que estimem del exalcalde Xavier Trias. Incluso el mítico Bamboléo de los Gipsy Kings resonó durante el concierto de Coldplay este miércoles en el Estadio Lluís Companys. La rumba ya deslumbró al mundo en ese mismo recinto hace casi 30 años, en la clausura de los Juegos Olímpicos con Peret y Los Manolos: un espejismo que los rumberos ansían repetir con el apoyo de la administración.

“La rumba catalana es una de las pocas manifestaciones culturales 100% barcelonesas, sigue siendo hoy un elemento fundamental de nuestra identidad cultural. Desde el Ayuntamiento hay que reconocer este potencial y facilitar que pueda preservarse ganando visibilidad”, indica Daniel Granados, delegado de Derechos Culturales. Tanto el Consistorio como la Generalitat han emitido declaraciones a favor de la propuesta para que este género sea Patrimonio Inmaterial de la UNESCO, impulsada por la Plataforma en Defensa de la Rumba Catalana.

Sicus Carbonell encabeza esta asociación —además de su banda Sabor de Gràcia— que compuso la rumba del PSC. Señala que la administración municipal puede tener un compromiso “más real, al igual que sucede con las Habaneras o la Sardana” con “un género nacido de la cultura gitana, que lleva 600 años en Cataluña”. Una de esas vías es la de aumentar la contratación en fiestas municipales: “En Barcelona hay festivales internacionales de todo menos de la música que nació de sus calles”. El mismo Carbonell indica que se gana la vida en buena parte gracias a “turistas como coreanos que contratan rumba en viajes de negocios”.

El “plan de salvaguarda” de la Plataforma incluye otras medidas para “tomarse en serio desde las instituciones” la rumba y “saber exportarla”, como incluirla en planes educativos o crear un museo. “Tenemos poca memoria histórica, imagínate la musical. La gente joven tendrá que saber quiénes fueron los Amaya, por ejemplo”, comenta Carbonell. “La rumba está en peligro de extinción si no nos dan oportunidades”.

“Los artistas que ahora logran vivir con la rumba lo hacen con música de convención”, lamenta el periodista musical Jacint Niqui. Este es el panorama para muchos intérpretes que sobreviven a base de “bautizos, comuniones, cruceros y cenas de empresa”, según el profesor de comunicación audiovisual de la UAB. Aún así, explica que perviven “claras influencias” de este género en artistas tan diversos como Manu Chao, La Pegatina o Txarango. “Está viva, pero no forma parte de los grandes éxitos”, concluye Niqui.

“Me parece muy bien que se dé visibilidad en los mítines, pero hay que demostrarlo también durante los años de mandato”, señala Sicus Jr., quien agradece que no le faltan encargos musicales gracias a su familia. “Si yo solo montase la banda, tendría que trabajar de otra cosa y dedicarme a esto una vez a la semana”. Asegura que la rumba no es un género “solo para jubilados”: “Las nuevas generaciones venimos muy preparadas e intentamos adaptarla”.

Desde el sector privado, Txarly Brown programó muchos conciertos de rumba entre 2007 y 2017 en el Teatro Apolo. “Hubo un boom con más de cien grupos, pero la pandemia lo paró todo”. El autor de Achilibook: la Biografía gráfica de la rumba en España 1961-1995 (Milenio), señala que “su potencial sigue intacto” por la “herencia viva” que aparece en álbumes como el último de C. Tangana. “Muchos rumberos actualmente no llegan a ese nivel de primera división como los Amaya en su tiempo: hace falta una combinación muy difícil de talento, apoyo discográfico y suerte”. “Llevo varios años dando la guerra en instituciones, pidiendo al Instituto de Cultura que se programe más rumba en fiestas populares, pero es papel mojado: no se ha traducido en más conciertos y programación”. Como dice el tema Gitana hechicera de Peret: “Barcelona tiene el poder”.

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