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Barcelona supera este año los tres millones de cruceristas, y aumentan solo los que hacen escala

Los turistas de cruceros que están solo unas horas en la ciudad crecen un 18,8%, el triple de los que zarpan o atracan en el Puerto, que suben un 6,6%

Port Barcelona
Cruceristas dirigiéndose a la Terminal A del puerto de Barcelona para embarcar en el buque MSC Europa. Foto: Gianluca BattistaGianluca Battista

El puerto de Barcelona ha recibido entre enero y octubre de este año 3,1 millones de pasajeros en cruceros. Un número con carga simbólica, porque rebasa los tres millones, y que supone un 11,8% más respecto a los 2,8 millones que recibió en el mismo periodo de 2019, el último de actividad normal antes de la pandemia. Mirando las cifras con detalle, el gran aumento de cruceristas se ha producido en los que solo hacen escala en la ciudad: ya son 1,4 millones, un 18,8% más que en 2019. Mientras, los que utilizan Barcelona como puerto base (zarpan o atracan en el puerto), aumentan un 6,6% hasta 1,7 millones. El crecimiento se produce en sentido contrario a la apuesta del Puerto y el Ayuntamiento de Barcelona, que defienden que ganen peso los cruceros de puerto base, porque son turistas que dejan más dinero en la ciudad: una buena parte usa el aeropuerto y otros se hospedan en hoteles; todos consumen más en comercios y restaurantes de la ciudad.

Preguntada por las cifras la Autoridad Portuaria de Barcelona, fuentes de la institución las confirman, pero declinan comentarlas. Desde el Gobierno municipal, el teniente de alcalde de Economía Jordi Valls, entiende que, junto a los pisos turísticos, los cruceros son una de las “actividades con mayor impacto en términos de uso intensivo del espacio público y convivencia”. Valls, que presidió el puerto entre 2007 y 2011, y ahora también es responsable de la cartera de Turismo, recuerda que en la propuesta de Ordenanzas Fiscales que no prosperó, por falta de apoyo político, propuso aumentar el recargo municipal de la tasa turística a los cruceros con escalas de menos de 12 horas (y también de los pisos turísticos) de los 3,25 euros por persona al máximo de 4 euros. Aplicar el aumento, defendió Valls en octubre, hubiese permitido que la tasa turística fuera el tercer impuesto con el que más hubiese recaudado la ciudad (95 millones de euros en 2024, 24 millones más que este año), tras el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) y las plusvalías por compraventas inmobiliarias.

Los comunes tampoco apoyaron el aumento de la tasa a los cruceros en tránsito, pese a que al final del segundo mandato de la alcaldesa Ada Colau libraron una batalla contra la Autoridad Portuaria de Barcelona, al pedir que renunciara a las futuras terminales previstas. Fue en plena precampaña electoral, con el argumento de la contaminación y masificación turística que provocan los cruceros. El puerto, presidido por Lluís Salvadó, lo descartó, con el argumento de que no se puede modificar el plan estratégico aprobado por las tres administraciones en 2018 (Ayuntamiento, Generalitat y Ministerio), que prevé la construcción de dos nuevas terminales costeadas por las navieras.

Por parte de la patronal CLIA (Cruise Line Asociation), su director para España, Alfredo Serrano, señala que el aumento de cruceristas en tránsito se debe a una combinación de factores: la larga resaca de la pandemia, la inflación que afecta al precio de los billetes de avión o el contexto de la guerra de Ucrania. Por ejemplo, señala, “el mercado americano de cruceros es el que con mayor fuerza se ha recuperado tras la pandemia, pero en el caso de Europa tiene la limitación del coste aéreo, y en Barcelona impacta porque es el puerto preferido para estos clientes”.

Esa versión la confirma Jaume Adrover, consejero delegado de Gestió i Promoció Aeroportuària (GPA, dependiente de la Cámara de Comercio de Barcelona), quien recuerda el peso que tienen los cruceristas estadounidenses, canadienses e incluso mexicanos, con una cultura más consolidada en el consumo de este segmento turístico y que en Barcelona acuden sobre todo para subir a buques que inician y finalizan su travesía. “Esas rutas son las verdaderamente críticas, porque dan actividad al aeropuerto y a los hoteles, donde pueden pasar dos o tres noches”, señala. Su impacto de actividad es tan relevante que, explica Adrover, es un elemento principal que explica la alta conectividad aérea entre el aeropuerto de Barcelona y los canadienses: “En el caso de las rutas con Estados Unidos hay otros factores que lo explican, pero con Canadá muchas rutas se aguantan por el tráfico que generan los cruceros y eso lo vemos porque el calendario se alarga más de lo que es habitual y coincide con el inicio y fin de la temporada de cruceros”. Adrover reconoce, no obstante, la complejidad de analizar cómo el mundo de los cruceros impacta sobre la actividad del aeropuerto de Barcelona, porque hay usuarios internacionales que pueden llegar también en coche.

Interior de un crucero varado en el puerto de Barcelona.
Interior de un crucero varado en el puerto de Barcelona. Gianluca Battista

Desde la patronal CLIA Serrano constata que los cruceros de escala han crecido después de la pandemia, pero cree que “hay que esperar un poco más para saber si es coyuntural o tendencias como la que había de más mercado asiático acabarán consolidando la actividad de puerto base”. “Las propias navieras lo señalan con inversiones multimillonarias para las nuevas terminales”, pensadas para albergar barcos que llegan a Barcelona como puerto base. “Para un tránsito no necesitas terminales con las dimensiones de las que se harán, parecida a la de un aeropuerto”, resume el directivo de CLIA. La terminal de MSC, cuya finalización está prevista para 2025, tiene una inversión prevista de entre 70 y 80 millones.

Sobre el incremento de la tasa a los cruceristas en tránsito que no se llegó a aprobar, Serrano lamenta que estos turistas “son los únicos que visitan la ciudad de día que ya pagan tasa y no pernoctan”. Los cruceros aportan el 4% de visitantes de la ciudad y un 13% de la recaudación de la tasa turística, añade como recado al gobierno de Jaume Collboni, aunque también ofrece a CLIA para “colaborar con Barcelona” si el sector provoca alguna congestión.

Los hoteleros han sido unos defensores históricos de los cruceros con base en la ciudad frente a los que hacen escala durante unas horas en la ciudad. Sobre todo porque saben del impacto que generan en su negocio. Un portavoz del Gremio de Hoteles de Barcelona afirma que el 8% de sus reservas anuales las formalizan pasajeros de cruceros.

Los buenos datos que arroja la actividad crucerística contrastan con la actividad del aeropuerto de Barcelona que, pese a haber recuperado parte del terreno perdido durante la pandemia, no ha recuperado todavía los pasajeros que tenía en 2019. Los 42,2 millones de usuarios acumulados en los diez primeros meses de este año representan todavía un 6,9% menos que antes de la pandemia. Adrover considera que esa recuperación va por el buen camino, con una tónica similar al resto de aeropuertos, pero asume que los conflictos en Ucrania y en Palestina han ralentizado esa recuperación. En el caso de rutas, Barcelona todavía tiene que recuperar enlaces como los de Hong Kong o Shanghai.

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