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Tarragona, la excepción de una Cataluña que se seca

Las reservas de las cuencas del Ebro de las que depende esta área están al 80% de su capacidad

Un arrozal inundado en el delta del Ebro, cerca de Amposta (Tarragona).
Un arrozal inundado en el delta del Ebro, cerca de Amposta (Tarragona).fdevalera (Getty Images/RooM RF)

La peor sequía registrada en Cataluña tiene dos caras: mientras Barcelona y Girona aplican restricciones al consumo nunca vistas, Tarragona evita las limitaciones y desde el viernes pasa a la prealerta por sequía, reduciendo su nivel de riesgo. Y el secreto es su conexión con el río Ebro.

La Generalitat decretó el viernes la emergencia para el 80% de la población catalana, que vive en los 239 municipios afectados que se nutren del sistema Ter-Llobregat, cuyos embalses ya se encuentran por debajo del 16% de su capacidad. Tarragona y 51 poblaciones más, en cambio, están abastecidas por el embalse de Mequinenza (Aragón). Esta infraestructura, en la cuenca hidrográfica del Ebro, está al 80% de su capacidad, lo que ha permitido bajar un escalón del escenario del Plan Especial de Sequía a buena parte de Tarragona, según la resolución publicada en el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya.

El área de Tarragona no se nutre de las cuencas hidrográficas internas, como sí hace por ejemplo Barcelona, sino del tramo bajo del río Ebro, donde los episodios de lluvias de este otoño e invierno han normalizado su situación y han rellenado las reservas del embalse de Mequinenza, explican fuentes de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). “No tenía mucho sentido mantener las restricciones en esta área”, afirman.

La CHE, gestionada por el Ministerio para la Transición Ecológica, trasvasa agua desde finales de los años ochenta a Tarragona por los problemas de abastecimiento que sufrían los pueblos y las empresas de esta parte del territorio. Las aportaciones pueden variar en función de la temporada, pero los máximos están fijados en cuatro metros cúbicos por segundo durante el verano. La Confederación abrió el 30 de enero las compuertas de los pantanos de Mequinenza, Riba-Roja y Flix (Cataluña) para realizar una “crecida controlada” del caudal en esta parte del Ebro, según el organismo. Se trata de una acción prevista en el Plan Hidrológico del Ebro ―cuya cuenca es la más extensa de todas, al pasar por nueve comunidades autónomas― para el mantenimiento de los caudales ecológicos.

La mejor situación hídrica del Ebro en comparación con la de Barcelona, a 100 kilómetros de Tarragona, ha reabierto la demanda de una gran tubería que conecte el río que desemboca en Tarragona con el sistema Ter-Llobregat, situado en las cuencas internas y el que abastece Barcelona. Esta demanda ha sido propulsada por parte de sectores empresariales y de los colegios de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Cataluña. El jueves, mismo día en que el Govern decretó la emergencia para Barcelona y Girona, el presidente de la Cambra, Josep Santacreu, dijo: “La estrategia centrada en desalinizadoras y reutilización de agua está bien, pero no es suficiente”.

El 15 de diciembre, el Observatorio Intercolegial del Agua de Catalunya, formado por los colegios de Ingenieros Industriales, Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Ingenieros Agrónomos y Economistas, apoyó la iniciativa de trasvasar agua entre Barcelona y Tarragona en momentos de extrema necesidad, como en la sequía actual. “La interconexión de las redes de abastecimiento, junto con el agua regenerada y desalada, garantizaría la resiliencia del sistema”, dijo Carles Conill, presidente de la comisión. Hay consenso de que los periodos de sequía se prolongarán en el futuro por el cambio climático y el aumento de las temperaturas.

En la anterior gran sequía, la de 2008, la Generalitat estuvo a punto de realizar la interconexión para abastecer Barcelona desde Tarragona. Un frente de precipitaciones finalmente hizo recular la decisión del Govern tripartito (PSC, ERC e Iniciativa), presidido por el socialista José Montilla. Antes incluso había llegado a estar en los despachos de la Generalitat un posible trasvase del río Ródano, en Francia, que también levantó críticas.

Pese a las actuales peticiones de sectores económicos, el Govern lleva insistiendo desde el principio de la peor sequía jamás registrada que no se plantea recuperar el proyecto de interconexión con el Ebro. Y apuesta por elevar la capacidad de regeneración del agua y por beber del mar (utilizando las desaladoras) para que Barcelona pueda ser autosuficiente pese a las presentes y futuras largas sequías que trae el cambio climático. El jueves, el consejero Mascort insistió en que no se contemplaba tal conexión. Con todo, la propuesta de transportar agua desde el río hasta Barcelona con barcos-cisterna ha tensionado al sector ecologista del sur de Cataluña, mientras la Generalitat hace llamadas a la “solidaridad” entre territorios. El lunes, el consejero Mascort y la ministra Teresa Ribera se reunirán en Barcelona para tratar esa cuestión y otras medidas económicas para afrontar una sequía de más de 1.000 días.

El delta, la cara rota

Carlos Garfella Palmer

“En mi país la lluvia no sabe llover: o llueve poco o llueve demasiado”, dice la letra del intérprete valenciano Raimon. Pocos lugares como el delta del Ebro podrían sentirse más identificados con esas palabras. La paradisíaca y agrícola desembocadura del río más caudaloso de España ha pasado de sufrir el temporal Glòria en enero de 2020, que arrasó la desembocadura con virulentas rachas de viento y agua, a sufrir una sequía. Sus alcances fueron tales, que forzó a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) a aplicar en abril de 2023 un recorte del 50% de agua en la dotación de las comunidades de regantes de los arroceros, lo que causó una caída del 15% de la producción.

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