Tecnología para ayudar: adolescentes inventores resuelven problemas cotidianos de personas con parálisis cerebral
Estudiantes gallegos diseñan soluciones tras escuchar las necesidades de los afectados. Han creado sopladores de velas de cumpleaños, videojuegos adaptados y un geolocalizador de aparcamientos
Los pelos se le pusieron de punta a Beatriz Méndez Mareque el día que vio cómo sus alumnos escuchaban los problemas cotidianos con los que lidian las personas con parálisis cerebral que visitaron su instituto. Esos adolescentes inquietos a los que suele lanzar “miradas asesinas” para que callen y atiendan parecían hipnotizados, recuerda esta profesora de Tecnología en el IES Rego de Trabe de Culleredo (A Coruña). Los usuarios de la Asociación de Familiares de Personas con Parálisis Cerebral de A Coruña (Aspace) les contaron que nunca habían podido soplar las velas de su tarta de cumpleaños. Les relataron la odisea que les supone buscar una de las plazas de aparcamiento que los municipios reservan a los discapacitados. O sus esfuerzos imposibles para que el botón de encendido de un ordenador responda a sus limitaciones de movilidad. Esta charla es el punto de partida cada curso de un singular proyecto del centro de investigación CITIC de la Universidad de A Coruña llamado Talentos Inclusivos. Consiste en que los afectados por este trastorno lancen retos a los alumnos de ESO y Bachillerato para que discurran e inventen algo que les ayude a superar las barreras en su día a día.
Los usuarios del centro de día y residencia de Aspace ya pueden apagar las velas para celebrar cada año que cumplen. Los chavales del IES Rego de Trabe idearon un soplador mecánico elaborado con materiales reciclados. Usaron desde ventiladores de ordenadores estropeados a una impresora 3D. En el proceso, tutorizados por los investigadores del CITIC, se reunieron con los afectados por estos trastornos para plantearles las dudas que les iban surgiendo. Por ejemplo, si querían uno o dos pulsadores, o si necesitaban que el artefacto fuera regulable en altura para que se adaptara a distintos tipos de tarta. Finalmente, se usó el mecanismo de una vieja sombrilla de playa para que fuera eficaz con velas clavadas en pasteles de cualquier tamaño.
Los alumnos de Tecnología de este centro de Culleredo han diseñado también un geolocalizador para que las personas con parálisis cerebral puedan saber dónde están exactamente los aparcamientos reservados para ellos en los ayuntamientos de A Coruña, Sada, Oleiros y Cambre. Además de la labor de programación, afrontaron un reto no tecnológico pero si cabe más complicado: sobrevivir al laberinto burocrático de recopilar los datos de ubicación de las plazas ante cada uno de los consistorios. Ahora se plantean mejoras, entre ellas que la aplicación incluya información sobre si el estacionamiento está libre. También inventaron un intercomunicador para que quienes no puedan hablar emitan peticiones básicas como “quiero agua”. O un poncho elaborado con textiles inteligentes que permite a los niños aprender las diversas partes del cuerpo: cuando tocan una, las telas conductoras funcionan como un interruptor y lanzan un mensaje pregrabado.
El primer poncho que idearon los muchachos no valía, tuvieron que modificarlo porque era imposible usarlo sentado en una silla de ruedas. “Este proyecto les obliga a ponerse en la piel del otro. Desarrollan primero la empatía y luego aplican el conocimiento”, explica la profesora Méndez Mareque. La docente destaca también que Talentos Inclusivos enseña a los adolescentes que la tecnología “vale para hacer cosas buenas” y les suscita un compromiso enorme: “Ellos saben que esto lo tienen que hacer bien porque va a ser usado por personas a las que conocen y han escuchado. Hay una exigencia personal muy interesante y esa vinculación es muy emocionante”.
María José, usuaria de Aspace, está “contentísima” porque ya tiene un pulsador especial que le permite encender y apagar el ordenador. Lucía también disfruta del licornio que le diseñaron los estudiantes a medida. Se trata de un casco con una varilla que le permite lanzar las bolas en su juego favorito: la bocha, un deporte paralímpico parecido a la petanca. Al comienzo del curso, las personas atendidas en Aspace realizan una “lluvia de ideas alrededor de las necesidades que les van surgiendo en su día a día”, señala Iria Robles, coordinadora de la asociación coruñesa. En los grupos de trabajo entre los chavales de los institutos y los afectados por parálisis cerebral se ha establecido “un vínculo sorprendente, se tratan como amigos”. “La sensibilización que pretendíamos la hemos logrado”, celebra Robles.
De la mente de estos adolescentes inventores han salido una treintena de soluciones tecnológicas que mejoran la vida cotidiana de personas con problemas de movilidad. Han creado un bingo adaptado o un mezclador de dados con pulsador. Han reprogramado videojuegos clásicos como los de Mario Bros o los comecocos para que los saltos y demás reacciones en pantalla se provoquen moviendo menos el mando.
Promover vocaciones
El Centro de Investigación en Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (CITIC) lleva 15 años trabajando en tecnología inclusiva, es decir, en elaborar diseños tecnológicos universales que piensen en todo tipo de personas y que ayuden a personas con discapacidad a mejorar su día a día y participar de lleno en la vida pública. Talentos Inclusivos busca “promover vocaciones en jóvenes y hacer cosas que tengan impacto directo en la sociedad”, explica Javier Pereira, subdirector del CITIC. Él cree que puede ayudar a reducir el “preocupante” sesgo de género que sufren las carreras tecnológicas: solo el 13% del alumnado de la Facultad de Ingeniería Informática de A Coruña son mujeres.
En el caso de Xiana y Lucía ha surtido efecto. Son alumnas de Bachillerato del IES Rego de Trabe y participaron en el diseño del geolocalizador de aparcamientos. Talentos Inclusivos ha servido a Xiana como “inspiración” y ahora tiene claro que quiere estudiar Informática. “Me ha permitido conocer la realidad de las personas con parálisis cerebral, ponerme en su lugar y hacer algo útil para sus vidas. Es muy bonito”, explica. Lucía, que ha visto a usuarios de Aspace llorar de emoción mientras les explicaban su invento, pensaba estudiar Física o Química, pero ha cambiado de opinión y se decantará por una carrera tecnológica. “Fue una experiencia única, maravillosa”, esgrime. “Ahora siento que con la tecnología puedo ayudar a los demás”.
Talentos Inclusivos enfila estos días su cuarta edición. Se acaba de abrir el plazo para que se inscriban los centros. Arrancó con ocho institutos y el año pasado participaron 12 y un total de 200 estudiantes y 27 usuarios de Aspace. La profesora de Tecnología Méndez Mareque cree que el éxito de este programa entre los chavales está detrás del incremento de matriculados que ha experimentado su asignatura: “Mis alumnos ya me han preguntado este curso que cuándo empezamos”.
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