“La música de mi abuelo tiene vigencia hasta más allá del año 3000”

Piazzolla x100, quinteto impulsado por el nieto del gran maestro argentino, llega este sábado a Alcalá de Henares como uno de los primeros conciertos del Festival de Arte Sacro 2021

Pipi Piazzolla en la batería.

Las experiencias iniciáticas y reveladoras pueden acontecer en circunstancias particularmente impredecibles. El niño Dani Piazzolla era un canijo que invertía horas y horas practicando frente a las 88 teclas de un piano, hasta que un día se hartó de la disciplina académica, decidió que los estudios artísticos le aburrían y optó por “hacer la vida de un adolescente normal”. Así transcurrieron dos años sin que ni un instrumento pasara por sus manos. Pero una buena tarde de fútbol en el estadio del River Plate, el equipo de sus amores, se tropezó con una exhibición de una banda de bombos y tambor...

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Las experiencias iniciáticas y reveladoras pueden acontecer en circunstancias particularmente impredecibles. El niño Dani Piazzolla era un canijo que invertía horas y horas practicando frente a las 88 teclas de un piano, hasta que un día se hartó de la disciplina académica, decidió que los estudios artísticos le aburrían y optó por “hacer la vida de un adolescente normal”. Así transcurrieron dos años sin que ni un instrumento pasara por sus manos. Pero una buena tarde de fútbol en el estadio del River Plate, el equipo de sus amores, se tropezó con una exhibición de una banda de bombos y tambores y experimentó su particular caída en el camino de Damasco. “Aquel día me volví loco y supe que nunca existiría un plan B. Comprendí que, aunque yo me alejara, la música siempre acabaría regresando a mí”.

Han transcurrido más de tres décadas desde aquella epifanía, Daniel es hoy reverenciado bajo el apodo de Pipi, suma una docena larga de títulos como integrante de Escalandrum –formación escencial en la escena del jazz porteño– y el sabio pulso de sus baquetas ha acompañado a genios internacionales como Chick Corea, Paquito D’Rivera, Gary Burton o la diva de la canción alemana Ute Lemper. Ha asumido con naturalidad que todos le identifiquen de entrada como “el nieto de Astor Piazzolla”, una referencia que le acompañará hasta el último de los alientos. Y, pese a lo abrumador de su currículo, hace bandera de una humildad desarmante. “Como baterista”, nos resume por teléfono desde su domicilio bonaerense, “mi objetivo siempre ha sido tocar de la manera más propicia para que se luzcan los demás”.

Pipi Piazzolla durante un conciertoMila Maluhy

Esos demás serán, a partir de este sábado en una actuación en el Festival de Arte Sacro (FIAS) de la Comunidad de Madrid, los otros cuatro integrantes de Piazzolla x100. Se trata de una especie de superbanda hispanoargentina nacida para honrar el legado y las enseñanzas de Ástor Pantaleón Piazzolla, con seguridad el compositor más importante del país austral, del que este 11 de marzo se celebra el centenario de su nacimiento. La idea de homenajear a su ilustrísimo abuelo surgió en mayo de una conversación entre Pipi y Federico Lechner, el pianista argentino de jazz afincado en Madrid. Y ambos no tardaron en completar la alineación con otros grandes de esa nueva generación jazzística que no se arredra con los sonidos tradicionales ni frente a la exigente música camerística o sinfónica. Así confluyen el bandoneón de Claudio Constantini, el contrabajo del zaragozano Antonio Miguel y la voz de ese joven y versátil prodigio salmantino, Sheila Blanco, que ya sazona no pocas salsas.

El padre del llamado “nuevo tango” fue muy contestado en su momento por los guardianes de la ortodoxia, siempre tan celosos de la pureza. Y ello a pesar de que, con apenas 18 años, el bueno de Astor ya había acompañado con su bandoneón a Carlos Gardel en Nueva York y que pocos años después, tras su regreso al cono sur, se enroló en la orquesta de una eminencia como Aníbal Troilo. “Pero mi abuelo no quiso poner freno ni a su pasión por el jazz ni por la música clásica, que le inculcó un profesor ruso de piano”, anota Daniel Piazzolla. Y advierte, desde una admiración que va más allá de la consanguinidad: “deAl tango le queda margen para transgredir y cambiar de piel, pero Piazzolla nos lo pone muy difícil. La música de mi abuelo tiene vigencia hasta más allá del año 3000. Y lo consiguió, para mayor asombro aún, desde la completa soledad: no existió ningún movimiento de compositores, todos sus logros los obtuvo por sí mismo”.

Escoger el repertorio de Piazzolla x100 ha supuesto un sudoku endiablado a cinco bandas: cada integrante votaba sus predilecciones, pero procurando un equilibrio entre temas vigorosos, baladas y piezas vocales. Eso, y que sus partituras dejasen espacios para la improvisación. “Las melodías son sagradas, puro perfectas”, certifica Pipi. “No nos atreveríamos a cambiar una sola nota. Pero hemos buscado los huecos para la aventura improvisatoria”.

Le han preguntado mil veces por su abuelo, claro. Tantas como a su padre, Daniel, que en los ochenta asumió los sintetizadores en el octeto electrónico del gran maestro. Tantos años y relatos después, Pipi aún se emociona cuando rememora 1983 y aquella noche de gloria de Astor al frente de la sinfónica en el Teatro Colón de Buenos Aires. Era la consagración ya incontestable, la ovación atronadora. Para inmortalizarla, el compositor cogió un ejemplar del programa y se lo dedicó a Pipi de puño y letra: “Para mi nietito querido. No te olvides nunca de la noche en que tu abuelo triunfó”.

“Fue un hombre feliz”, recapitula el percusionista. “Su mejor consejo fue que tocase mucho jazz, que escuchara a Chick Corea y Keith Jarrett Trio y que tratara siempre de hacer músicas nuevas, de vanguardia. Era esa su obsesión: no repetirse”. De ahí que los cinco vértices de Piazzolla x100 se hayan conjurado para que sus seis conciertos de presentación en Madrid (sábado 20 en el Teatro Salón Cervantes de Alcalá de Henares, 21 en Alcobendas, 23 y 24 en la capital, 27 en San Lorenzo de El Escorial y 28 en Parla) sean razonablemente distintos, aun partiendo del mismo repertorio. Constituirán uno de los primeros episodios para una nueva edición del FIAS, que este año, y pese a la pandemia, oferta 47 conciertos entre el 18 de febrero y el 25 de marzo. De ellos, 19 son estrenos absolutos y 15, encargos específicos del propio festival, cada vez más ecléctico en estilos y más alejado de sus orígenes clásicos y circunscritos a las músicas de inspiración religiosa.

Imaginar música

Entre los encargos que ha preparado el FIAS para su edición 2021 está el que presentará el pianista Moisés P. Sanchez, que abordará en clave musical "Tractatus Logico-Philosophicus" del austriaco Ludwig Wittgenstein, obra capital de la filosofía del siglo XX y de la que se cumple en este 2021 el centenario de su publicación. Marco Mezquida reinterpretará la música del compositor francoflamenco Josquin Desprez (1450-1521) con motivo del quinto centenario de su muerte y el pianista. Y el compositor Daniel García Diego profundizará con el proyecto "Beata Viscera" en la música renacentista como fuente de inspiración y belleza para la humanidad, que se estrenará en el Teatro de la Abadía. En él colabora con la formación especializada en música antigua Vandalia y con dos interesantes nombres de la escena del jazz nacional, Pablo Martín Caminero y Borja Barrueta.

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