La ansiedad
Podríamos dejar de llamarlo ansiedad, que estigmatiza, y empezar a llamarlo “el mal de vivir los sentimientos a priori” que suena como más poético
Me he dado cuenta de que mucha gente que conozco sufre de ansiedad, yo misma, por ejemplo.
Y da la impresión de que cada vez es más sencillo hablar abiertamente de estos temas, pero cuando he escrito “yo misma, por ejemplo” he sentido algo como de vergüenza y eso es porque cuando confiamos en que estos temas ya se pueden tratar abiertamente, en el fondo seguimos temiendo el juicio de los demás.
A veces creo que vivimos en una sociedad en la que a muchos nos pasa lo mismo, pero en lugar de refugiarnos los unos en ...
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Me he dado cuenta de que mucha gente que conozco sufre de ansiedad, yo misma, por ejemplo.
Y da la impresión de que cada vez es más sencillo hablar abiertamente de estos temas, pero cuando he escrito “yo misma, por ejemplo” he sentido algo como de vergüenza y eso es porque cuando confiamos en que estos temas ya se pueden tratar abiertamente, en el fondo seguimos temiendo el juicio de los demás.
A veces creo que vivimos en una sociedad en la que a muchos nos pasa lo mismo, pero en lugar de refugiarnos los unos en los otros, nos miramos de reojo como compitiendo a ver quién finge mejor.
Venimos de un año indescriptiblemente duro. Nos ha ocurrido algo nuevo, inesperado y traumático.
Creo que así, en general, este año nos ha obligado a preguntarnos ¿En qué dirección va mi vida?, ¿es esto lo que realmente quiero?, ¿a mí esto me hace feliz?, ¿qué futuro me espera?.
Todas estas preguntas llegan en un momento en el que parece que no hay mucho dónde escoger, en un momento de absoluta incertidumbre, la mejor amiga de la ansiedad.
Nos ha ocurrido la clásica peli súper lenta con una música trepidante de cojones.
El otro día dijeron que habían aumentado notablemente los casos de depresión y ansiedad tras el confinamiento y la pandemia
En un mundo en el que compadecemos la fiebre, más que el miedo, porque la fiebre tiene una explicación científica mientras que el miedo te despoja de razón, aunque tengas muchas razones.
Por supuesto, la experiencia de cada uno será distinta, solo cuento cómo lo vivo yo, por si a alguien le sirve.
Esa es la grandeza de decir estas cosas en voz alta, ya merece la pena si una sola persona deja de sentirse sola.
Se han quedado en el aire muchos sueños, deseos e ilusiones, yo incluso he tenido la sensación de que este año se ha llevado lo que podría haber sido una muy buena etapa de mi vida y ahí me tienes, pensando que algo que finalmente no ha sido puede interferir en algo que todavía no fue.
Podríamos dejar de llamarlo ansiedad, que estigmatiza, y empezar a llamarlo “el mal de vivir los sentimientos a priori” que suena como más poético.
El otro día dijeron que habían aumentado notablemente los casos de depresión y ansiedad tras el confinamiento y la pandemia y la verdad, no me sorprende, pues con la distancia de seguridad también perdimos la seguridad de que había alguien allí para escuchar, aunque fuera en la distancia.
He decidido hablar de este tema porque la semana pasada desalojaron a una familia migrante con 4 hijos, de un piso insalubre con ratas porque el desgraciado del casero les había doblado el alquiler. El hijo pequeño tenía apenas un mes, otro, de nueve años, tomaba cada mañana una pastilla para la ansiedad. 9 años.
Y cuando ves una cosa así ya no puedes ni mirar de reojo, ni fingir.
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