Desarticulada en la Cañada Real una red que cultivaba 17.500 plantas de marihuana alrededor de la casa del cabecilla
La Policía y la Guardia Civil detienen a 44 miembros del clan del Jabalí y les requisa una veintena de armas de fuego antes de destruir los centros de procesado de la droga
Un sofá azul destaca en medio del montón de escombros al que quedó reducida lo que era una casa en la Cañada Real en Madrid. No se trata de un derribo más en este área que vive demoliciones periódicas por el realojo en pisos de sus residentes, sino que aquí se escondía una plantación de marihuana controlada por el clan del Jabalí. A solo unos metros, otra montaña de cemento y otros materiales se eleva en lo que ahora es un solar en el ...
Un sofá azul destaca en medio del montón de escombros al que quedó reducida lo que era una casa en la Cañada Real en Madrid. No se trata de un derribo más en este área que vive demoliciones periódicas por el realojo en pisos de sus residentes, sino que aquí se escondía una plantación de marihuana controlada por el clan del Jabalí. A solo unos metros, otra montaña de cemento y otros materiales se eleva en lo que ahora es un solar en el que solo permanecen en pie cinco sillas blancas de plástico. Estas dos edificaciones destruidas el 18 de marzo en medio de un intenso olor a marihuana formaban parte de un entramado que se dedicaba al narcotráfico con más de 17.500 plantas ocultas en casas alrededor de la finca del cabecilla de la red. En esta operación conjunta de la Policía y la Guardia Civil han caído 44 miembros del grupo criminal.
El negocio se basaba en un control no solo económico, sino también territorial. Los centros de cultivo y procesado de la droga se ubicaban alrededor de la casa del líder del clan. “El hombre que se situaba en la cúspide de todo se dedicaba a comprar las parcelas colindantes a su propiedad. También extorsionaba a los moradores para que cultivaran en sus propiedades y asegurarse en control de la zona”, explican fuentes policiales. Este clan eran “viejos conocidos” de los agentes, en palabras de estas mismas fuentes, porque tenían relación con la venta de droga en los poblados marginales en ese mismo área de Madrid.
El negocio era tan rentable que permitió a la red hacerse con un parque automovilístico valorado en 500.000 euros. Para conseguir semejante beneficio, no se quedaban en territorio nacional, sino que se aliaron con otro grupo criminal de origen chino que se hacía cargo de la exportación de la marihuana a otros países. Una provechosa alianza entre productores locales y exportadores internacionales. La investigación de la Policía comenzó a mediados de marzo de 2021 y la de la Guardia Civil en verano. En noviembre ambos cuerpos acordaron unir las pesquisas que han dado lugar a la desarticulación de esta banda.
Kilos de cogollos
Los agentes llevaron a cabo el pasado 18 de marzo los 22 registros simultáneos de las personas relacionadas con la red y requisaron una veintena de armas de fuego, tres vehículos, casi 60.000 euros y 110 kilos de cogollos de marihuana. Los miembros del entramado habían practicado enganches ilegales en el suministro eléctrico del asentamiento para mantener los cultivos en el interior de las edificaciones. Se acusa a los arrestados de los delitos de tráfico de drogas, defraudación de fluido eléctrico, blanqueo de capitales y tenencia ilícita de armas.
Los técnicos de la empresa eléctrica procedieron a la desconexión de las acometidas utilizadas por los investigados, entre ellos cuatro transformadores. Es habitual que los picos de consumo fuera de lo común detectados por las empresas eléctricas sean el camino que siguen los agentes para detectar las plantaciones de marihuana.
Aprovechando la operación, el Ayuntamiento de Madrid y el de Rivas procedieron, ante la atenta mirada de los vecinos, a la demolición de 14 construcciones ilegales en las que se comprobó que operaba la trama, bien para el cultivo, para el secado o para la venta. Unos días después del derribo aún se podía ver a algunas personas paseando y rebuscando entre los escombros. “¡Ya no hay nada más, eh!”, comenta un residente en la zona al pasar cerca de uno de los solares.
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