‘Magia por Benín’: tres días de ilusionismo en Madrid para escolarizar a los niños en Cotonou
La decimotercera edición del festival añade al mago Jorge Blass a sus filas además de la participación de viejos conocidos como Nicolás Abad, Mónica Sanz o Marta Reyero
Jorge Blass, Miguel Muñoz, Axel Adler y Dania Díaz tienen dos cosas en común: todos son magos y participarán, junto a otros compañeros de profesión, los días 19, 20 y 21 de mayo en la decimotercera edición de Magia Por Benín, un festival que se celebra en Madrid coordinado y creado por Javier Arroyo. El objetivo es recaudar fondos para financiar la escolarización de los niños del centro infantil de Mensajeros de la Paz en Cotonou, capital económica de Benín. “A través de este espectáculo, las necesidades de los niños del centro y de la escuela están cubiertas, además del material que puedan necesitar para estudiar”, aclara Rama Yao Koudoro, director del centro en el país.
¡¡¡Vuelve el espectáculo de magia el 19, 20 y 21 de mayo!!!
— Magia por Benín (@magiaporbenin) February 5, 2023
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Benín es un pequeño país del África occidental que cuenta con unos 13 millones de habitantes. Está limitado por Togo al oeste, por Nigeria al este y por Burkina Faso y Níger al norte. A pesar de hacer frontera con países con situaciones políticas complicadas, como Burkina Faso, Benín goza de paz social y política, explica Koudoro, que es beninés.
El problema al que se enfrenta la población radica en dos ejes, aclara el director. Por un lado, es un país muy joven en el que el promedio de hijos por familia ronda los cinco. Por otro, según los últimos datos de la Unesco, el porcentaje de alfabetización en 2021 era del 46% con una brecha de género muy pronunciada. Un 35% de mujeres de más de 15 años frente al 57% de hombres. Estos dos factores, sumado a la falta de infraestructuras en zonas rurales, ha creado la necesidad de iniciativas como la de Mensajeros de la Paz.
“Es uno de los países más pobres de África”, explica el Padre Ángel, fundador de la ONG. Y es que el PIB, que depende de la agricultura, la producción de algodón y el comercio intrarregional, está en el puesto 161 de 196 países. “Llegamos allí porque habían vendido a un montón de niños como esclavos y fuimos a rescatarlos”, rememora. En el barco había niños malditos, aquellos con algún tipo de discapacidad, cuyos padres creían que eso les traería mala suerte y los abandonaban. Comenzaron con un centro de día y después construyeron los hogares. Ahora, tienen “dos grandes centros de día y dos hogares grandes para los menores de edad que, además de tener una habitación, tienen cursos de formación y se integran en la sociedad”, explica el sacerdote.
Koudoro añade que no solo se trata de tener un arreglo habitacional o comenzar los estudios básicos, sino ofrecerles la oportunidad de aprender un oficio o acceder a la universidad, además de reconectar con las familias y crear lazos con ellos. “Sus vínculos no pueden ser solo con el centro. Aquí el concepto de familia es mucho más amplio. Son tíos, primos, hermanos, abuelos, vecinos… Y estos niños necesitan recuperar lo que han perdido”, afirma.
Javier Arroyo, fundador de Magia por Benín, conoce muy bien la situación del país. En el verano de segundo de carrera, estudió ingeniería, decidió que quería hacer algo para los demás. “Acababa de ocurrir el terremoto en Haití y quería ir para allá”, cuenta en una videollamada. Sin embargo, nunca había hecho nada relacionado con la cooperación y Mensajeros de la Paz le recomendó ir a Benín. “Me aseguraron que si iba a Haití me iban a tener que ayudar a mí más de lo que iba a hacerlo yo”, reconoce. Le explicaron el proyecto y a los dos o tres días se había comprado el vuelo. Cuando volvió a España seguía con la necesidad de mantener los lazos y la ayuda. “Fue una amiga quien me dio la idea de juntar mi pasión, la magia, con Benín”.
Hacer magia para recaudar fondos
Que el festival sea de magia no es casualidad. Arroyo, aunque profesionalmente se dedica a las energías renovables, practica el ilusionismo desde los seis años. Al igual que Jorge Blass (Madrid, 42 años), que comenzó a los 12 años viendo el programa de Juan Tamariz Chantatachan en Telemadrid, Arroyo se ilusionó con lo que vio y lo ha convertido en un hobby que dura ya 27 de los 33 años que tiene.
El periodista deportivo Nicolás Abad, de 53 años, será uno de los presentadores de la decimotercera edición del festival y él, a diferencia de Arroyo o Blass, quiso no enterarse de los entresijos de la magia. “Hace tiempo preparamos un programa de magia para Disney Channel con una productora que tenía. Ahí me enteré mucho y entonces dije: ‘ostras, esto es mejor no saberlo’”.
Abad, que participa desde hace unos cinco años como presentador, asegura que la edición de este año va a ser “la bomba”, ya que “por muy poquito dinero hay tres o cuatro shows de magia, lo que es superemocionante”. Arroyo explica que el coste, 15 euros, se decidió teniendo en cuenta el público objetivo del espectáculo. Si bien es cierto que una sola entrada no implica un desembolso grande, si viene una familia de cuatro ya son 60 euros por una hora y media. “No queríamos que el dinero fuese algo que disuadiese a la gente de venir”, asegura el fundador.
Marta Reyero, periodista de Cuatro, “asturiana de corazón y leonesa de nacimiento”, participa en las galas como presentadora desde el 2011 y ha visto cómo el festival ha cambiado de año en año. Al principio eran solo “dos galas y ahora son cinco”. Con la pandemia de la covid-19 y auge de los servicios en línea pudieron seguir con el festival. “¿Quién dice que no es posible mejorar el mundo? Javier [Arroyo] y Magia por Benín han logrado que sea mucho mejor para cincuenta niños más cada año”, reflexiona vía correo electrónico.
Las expectativas para esta edición son altas. “Otros años la sala se ha llenado y esperamos que en esta ocasión ocurra otra vez”, dice Blass en una videollamada con EL PAÍS. Es la primera vez que participa porque en esta ocasión, al celebrarse en mayo, ha podido cuadrar su agenda. Sin embargo, siempre ha tenido un ojo puesto en el festival gracias a otros compañeros de profesión, como lo es Miguel Muñoz, que después de nueve años vuelve a repetir la experiencia. “Si tengo el tiempo, me encanta participar en cualquier evento benéfico”, aclara en una videollamada.
Mónica Sanz, 51 años, también presentadora, en su caso de Cuatro al Día, participa casi desde el principio, cuenta por correo electrónico. Opina que la realidad de muchos países es invisible para el ciudadano común y para los medios de comunicación, por lo que iniciativas como están ayudan a acercar realidades a la vida de los demás. Además, aboga por la educación “como motor de cambio y desarrollo”. Desde hace una década que Benín está en su mapa personal y siente que gracias al festival “los niños que acuden como público se lo pasan en grande y de paso aprenden que hay otros que no tienen tanta suerte como ellos”.
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