Verduras en freidora de aire: nueve recetas y una técnica
Además de para cocinar alitas de pollo, patatas, empanados o gratinados, las freidoras de aire son ideales para cocinar verduras como zanahoria, coliflor, calabacín, pimientos o alcachofas, entre muchas otras
Tal vez cuando entra en tu casa uno de esos hornos de convección modernos conocidos como “freidora de aire” lo primero que piensas es en crujientes alitas de pollo, suculentas patatas fritas-pero-sin-fritanga, gratinados y empanadillas doraditas. Pero, además de todo eso, es una perfecta asistente para preparar algo que deberíamos comer mucho más a menudo: prácticamente cualquier tipo de verdura se beneficiará también de ese acabado crujiente y dorado que hace más atractivos los alimentos, además de ahorrarnos bastante trabajo.
La cantidad que puedes hacer de una tirada dependerá de la capacidad y la forma de tu airfyer; y digo lo de la forma porque no es lo mismo 5,5 litros de capacidad con una cesta más ancha y baja —que permite que el aire circule entre una mayor cantidad de alimentos— que con una más estrecha y alta. En el segundo caso, podemos optimizar su uso removiendo más a menudo, lo que permitirá que las verduras tengan más contacto con el aire por toda su superficie y su cocinado sea más homogéneo.
No ponemos para cuántas personas es cada receta porque todas son acompañamientos y no platos completos, pero cada una viene con una idea para incluirla en un plato único. Casi todas quedan genial simplemente con una base de arroz o cuscús integral o unas legumbres cocidas, y rematadas con un huevo a la plancha o hervido al gusto (menos los boniatos, que serían esa misma base). Aquí tienes nueve recetas y una técnica que puedes adaptar a lo que tengas en la nevera para darles vidilla a las verduras.
Zanahorias con comino y pimentón
Hazte con 12 zanahorias lo más frescas posible —las que tienen hojas suelen serlo— y lávalas bien (o pélalas si lo prefieres). Enciende la freidora a 180 grados para que se caliente durante los últimos tres minutos del proceso. Corta en rodajas gruesas, como de 1,5 centímetros de grosor. Pásalas a un bol y aliña con aceite, comino en polvo, pimentón del tipo que prefieras —a mí me gusta combinar ahumado y picante— y sal al gusto. Dales unas vueltas y masajéalas un poco para que el aliño se reparta bien por todas partes. Llévalas al cesto de la freidora, reparte bien y programa 15 minutos a 180 grados, removiendo una o dos veces durante el proceso. Pasado ese tiempo, prueba una y decide si te gustan así o un poco más hechas: si es lo segundo, sigue probando de dos en dos minutos. A mí me gusta ponerles un poco de vinagre de manzana al ponerlas en el plato. Bonus track: servir con una base de quinoa hervida, manzana verde en dados y salmón (crudo o a la plancha).
Calabacín al curry
Prepara una mezcla de curry en polvo, sal y tres o cuatro cucharadas de aceite de oliva suave (prueba con una cucharadita colmada de curry para empezar y, si lo quieres más intenso, añade más). Programa 15 minutos a 200 grados, dejando tres de calentamiento. Corta tres calabacines medianos —escoge unos que estén duros al tacto y tengan la piel tersa— por la mitad a lo largo, después en cuartos y luego en trozos como de 1,5 centímetros. Pasa a un bol, aliña, remueve y lleva rápidamente al cesto (con el reposo la sal deshidrataría el calabacín, y no queremos eso). Cocina 12 minutos, removiendo una o dos veces durante el proceso, y prueba al final si están a tu gusto; si crees que necesita más tiempo, dale de dos en dos minutos (o, si ya sabes que te gusta bien hecho, cocina previamente al microondas dos o tres minutos, tapado con un plato). Bonus track: sirve con arroz integral y contramuslo de pollo troceado y salteado.
Alcachofas con orégano y feta
Una propuesta vilmente mangada a Mikel López Iturriaga: cocina cuatro alcachofas tapadas en el micro ocho o nueve minutos con un poco de agua en el fondo del recipiente para que haga vapor (puedes hacerlo dos o tres veces para optimizar la capacidad de la freidora). Después pélalas y corta las puntas para dejar los corazones (haz como Mikel y prepara caldo con las hojas, no las tires). Corta en cuartos, unta con un poco de aceite, un poco de sal y pimienta y golpe de freidora de aire para que se doren (cinco o seis minutos a 200 grados, con un par de calentamiento previo). Remata con feta desmigado —o el queso que te apetezca, siempre que sea fresco y salado—, orégano y chorretón final de aceite de oliva virgen extra. Bonus track: se puede fortalecer con unas patatitas fritas hechas en sartén o en la misma freidora de aire, cortadas en dados y puestas unos 15 minutos antes que las alcachofas a 180 grados. Otro bonus para vagos: puedes usar alcachofas descongeladas, truco que también sirve si lees esto fuera de temporada.
Tomatitos cherry a la vinagreta
Calienta la freidora de aire durante tres minutos a 180 grados, y pasado este tiempo pon tantos tomates cherry como quepan en el fondo sin estar apelotonados (sin rejilla, si quieres con una base de papel de hornear o una bandeja para facilitar el proceso). Programar entre 7 y 10 minutos —depende de lo hechos que te gusten— a 180 grados, sin remover para que no se rompan. Mientras, prepara una vinagreta con aceite, vinagre, un par de dientes de ajo cortados en láminas —o al gusto—, sal, pimienta y las hierbas que quieras. Lleva los tomates a un recipiente cuando aún estén calientes, aliña y deja que reposen (la clave que los convertirá en una bomba de sabor). Puedes olvidarte de ellos en la nevera entre 12 y 24 horas, y sacarlos después un rato antes de comerlos para que se atemperen. Bonus track: sirven absolutamente para todo; desde para rematar una tostada con hummus hasta una ensalada de patata, pasando por acompañar un filete de pescado o comerlos tal cual a cucharadas. Buenísimos.
Coles de Bruselas con za’atar
La redención de la col de Bruselas pasa de nuevo porque no toquen el agua y no cocinarlas demasiado: empieza esta receta mezclando una cucharada de za’atar —aquí te enseñamos cómo prepararlo en casa― con tres o cuatro de aceite y sal al gusto. Corta medio kilo de coles de Bruselas por la mitad a lo largo —si algunas son muy grandes, hazlas en cuartos—, lleva a un bol con el aliño, masajea para que se impregnen y deja reposar unos 10 minutos. Programa 18 minutos a 200 grados y, pasados tres de calentamiento, añade las coles aliñadas al cesto. Remueve una o dos veces durante el proceso: pasado ese tiempo estarán tostadas por fuera pero todavía crujientes en su interior; si te gustan más blandas, mejor hazlas a 180 grados durante unos 22 minutos (si se alarga la cocción a 200 grados se pueden tostar demasiado por fuera, o quemarse las especias). Bonus track: con cuscús integral y un par de huevos pochados son una delicia, y con un poco de parmesano rallado por encima, un aperitivo ideal.
Coliflor picante
Mezcla cuatro cucharadas de aceite o mantequilla en pomada con salsa picante o chile en polvo al gusto (la salsa picante aportará también sal y a veces toques avinagrados, lo que da más profundidad al sabor). Sala si es necesario y unta una coliflor cortada en floretes —y el tallo en rodajas más finas, ya que al ser más duro tarda más en cocinarse y queremos comerlo todo a la vez—, masajeando para que se impregne bien. Calienta la freidora de aire tres minutos a 200 grados, y pasado este tiempo pon la coliflor en el cesto (si tiene poca capacidad y queda apelmazada, puedes hacerla en dos tandas). Programar 15 minutos a 190 grados, removiendo a mitad del proceso: si te gusta más blandita puedes hacerla 20 minutos a 180 grados o darle un golpe de microondas de tres o cuatro minutos antes. Bonus track: corta un poco de col lombarda fina y deshoja cilantro. Prepara una mayonesa con lima y, si quieres, un poco más de picante, calienta unas tortillas de maíz y móntate unos tacos deliciosos.
Pimiento y cebolla
Corta tres pimientos rojos y una cebolla o dos peladas en tiras; puedes añadir pimientos de más colores siempre que tengan el mismo grosor. Untar con un poco de aceite, sal y pimienta y llevar a la cesta sin rejilla a 160 grados (previamente calentada tres minutos). Programa 20 minutos, removiendo dos o tres veces durante el proceso. Pasado este tiempo, remueve, sube a 180 y programa cinco minutos más. Si no están suficientemente tostados, ve haciendo ciclos de tres minutos hasta que alcancen el punto. Bonus track: con unos garbanzos cocidos y lomo a la plancha tienes un plato riquísimo.
Champiñones rellenos de pan rallado y queso
Quita el pie a tantos champiñones como quepan en la cesta sin estar apelotonados, y reserva para una crema, un salteado o cualquier otra preparación. Mezcla dos cucharadas de pan rallado con dos de queso curado, una de perejil y pimienta al gusto (o más cantidad si es necesario, usando las mismas proporciones). Pinta los champiñones por fuera con un poco de aceite, ponlos con el hueco hacia arriba y rellena con la farsa de pan y queso. Lleva a la freidora a 180 grados, previamente calentada durante tres minutos, durante entre 12 y 15 minutos, dependiendo del tamaño de los champiñones (échales un vistazo los últimos minutos y, si es necesario alargar, hazlo en ciclos de dos minutos). Bonus track: puedes cambiar el relleno al gusto y añadir ajo, jamón, restos de asados, carne, anchoas, queso azul, frutos secos, especias o hierbas.
Boniatos con hierbas provenzales
Pela y corta en dados medianos —como de dos centímetros— un par de boniatos grandes. Úntalos con aceite y añade sal, pimienta y hierbas provenzales. Calienta la freidora tres minutos a 180 grados y pasado ese tiempo, ponlos en el cestillo. Programa 17 minutos y remueve una o dos veces durante el proceso. Pasado ese tiempo, mira si están listos (el tiempo total dependerá del tamaño al que estén cortados, lo apretados que estén, etc). Si no están a tu gusto, dales uno o dos ciclos de dos o tres minutos. Bonus track: puedes servirlos con una salsa brava —con o sin ajonesa— y triunfarás con el aperitivo.
Una técnica para usar lo que tengas en la nevera
La que uso el 80% de las veces, y empieza abriendo el cajón de las verduras para ver qué ronda por allí. Podemos cocinar juntas todas las verduras que queramos, siempre que consigamos que estén listas a la vez: esto pasa por respetar sus tiempos de cocción añadiendo unas antes y otras después, no tiene más truco. Por ejemplo, si vas a preparar patatas con cebolla y espárragos, pon las dos primeras antes y cuando empiecen a coger color, añade los espárragos para que terminen de cocinarse juntos. Si vas a hacer calabaza, coles de Bruselas y champiñones, ponlos en este orden y también dejando un tiempo entre las primeras y los segundos. Aprovecha cada vez que añades un ingrediente para darle un meneo a la cubeta: no solo conseguirás repartir mejor el aliño sino también aumentar la exposición al aire caliente.
Puedes utilizar aliños en polvo como especias o hierbas deshidratadas, aceite en spray —si has encontrado alguno rellenable que te convenza al 100%, si no puedes usar un bol y un pincel o las manitas— o ponerles después alguna salsa. 180 grados es una temperatura a la que se cocinan bien todas las verduras y no se queman las aromáticas secas, así que ante la duda quédate ahí y si al final ves que aún necesita un golpe fuerte de calor, súbelo a 200 los últimos minutos.
Normalmente en guisos y estofados también podemos jugar con el tamaño al que la cortamos algunas verduras para cocinarlas, pero como en este caso estará expuesta a aire caliente en circulación constante, si las cortamos muy pequeñas y usamos la rejilla corremos el riesgo de que queden securrias, así que recomiendo moderación con esto. Cuanto más lleno esté el cestillo menos se secarán, pero en este caso estarás impidiendo la circulación del aire por falta de espacio, así que en ese caso tal vez sea mejor pasarse al horno convencional porque el efecto será el mismo (aunque energéticamente será más económico).