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Así funciona la casa de Málaga que no necesita aire acondicionado y lucha contra la sequía

La vivienda, construida con materiales ecológicos que reducen al mínimo el gasto energético, es un ejemplo de, según su autor, una “nueva arquitectura mediterránea”

Nueva arquitectura mediterránea
El agua es un elemento importante en el diseño de la vivienda: se reutiliza gracias a un sistema de acequias y un aljibe que también recoge la lluvia. Foto: Garcia-SantosGarcía-Santos
Nacho Sánchez

En Málaga hay una casa que no necesita aire acondicionado y se refresca con la brisa marina. Está construida con materiales ecológicos, la mayoría del entorno: ladrillos de adobe malagueño, bloques de caliza local y baldosas de barro de Vélez-Málaga. También celosías con tierra de La Rambla, cal de Sevilla, corcho de Cádiz y madera de pino de Cantabria. Su fórmula disminuye al mínimo el gasto energético y reaprovecha al máximo el agua: un aljibe bajo el jardín permite reutilizar la que cae en forma de lluvia o sobra del baldeo. “Bienvenidos a la nueva arquitectura mediterránea”, dice el arquitecto Pablo Farfán cuando nos recibe en el umbral del inmueble, a estrenar y ubicado en la urbanización El Cantal, al oeste de Rincón de la Victoria, enmarcada en la comarca de la Axarquía y a tiro de piedra de la capital malagueña.

Pero, ¿de qué trata esta arquitectura? “Es una construcción que respeta el medio ambiente, se adapta al entorno, utiliza materiales ecológicos y se inspira en una tradición que viaja al siglo XXI”, explica Farfán, uno de los máximos exponentes de los nuevos aires constructivos que ha puesto en esta vivienda malagueña el ejemplo perfecto: reproduce la arquitectura popular de la zona, reduce el consumo energético, ahorra agua y apenas contamina. De diseño contemporáneo, cuenta con 180 metros cuadrados de superficie sobre rasante, 90 más de semisótano y otros 60 para el garaje, así como piscina y jardín. Hay sitio para una gran habitación de matrimonio, varias para los niños, una enorme cocina con isla y sala de juegos. Adentrarse en ella es viajar hacia un futuro sostenible. Un tiempo en el que palabras como reciclaje, reutilización o energías renovables son la constante.

Pablo Farfán, arquitecto que ha diseñado la vivienda bioclimática de Rincón de la Victoria.
Pablo Farfán, arquitecto que ha diseñado la vivienda bioclimática de Rincón de la Victoria. garcía-Santos

El proceso constructivo ha durado 18 meses, pero hasta llegar a él, es buena idea mirar hacia atrás y entender las raíces de este arquitecto malagueño. A un lado, sus veranos en la casa familiar de Alhaurín de la Torre. Farfán recuerda cómo escapaba del calor en el interior de la vivienda gracias a la densa vegetación del rancho —denominación malagueña para los porches modernos y los anchos muros con los que se levantó, que él mismo ayudaba a encalar. Al otro, sus primeros pasos profesionales tras estudiar en la Universidad Politécnica de Madrid. Desde su estudio —primero en Chueca, luego en Lavapiés— se centró en salvar corralas de adobe o rehabilitar edificios como el del número 19 de la madrileña calle del Oso, construido en 1720. Hizo ingeniería inversa: destripó el interior para reconstruir con los mismos materiales. Y en ese proceso culminó su aprendizaje sobre lo vernáculo, que ahora también utiliza para sus edificaciones nuevas.

“Siempre se dice eso de que ya no hacen casas como las de antes. Y me pregunté: ¿Por qué no? ¿Por precio? ¿Normativa? ¿Hay alguna otra razón?”, cuenta Farfán, que encontró las respuestas durante su trayectoria profesional, que continuó desde hace casi una década en Málaga. Y uno de sus proyectos más recientes es la casa bioclimática de Rincón de la Victoria, en cuyo interior, a media mañana de verano, ya se nota esa misma disminución de temperatura que ocurría en casa de sus abuelos. Esta vez se debe a su orientación 15 grados al sudeste y la colocación de sus ventanas: unas pequeñas al norte y otra grande al sur que sirve para enmarcar el azul del Mediterráneo. “Así libramos los vientos fuertes de levante y poniente y, a cambio, se reciben las brisas anabáticas y catabáticas”, explica el arquitecto. Es decir, el aire fresco que sube del mar hacia la montaña cada mañana y el que baja de la montaña al mar cargada de refrescante rocío cada noche. Pronto, un emparrado o una glicinia darán sombra y alejarán aún más el calor.

Detalle interior de la celosífa de la fachada y las escaleras que ascienden hasta el solarium, donde se van a plantar semillas de especies locales.
Detalle interior de la celosífa de la fachada y las escaleras que ascienden hasta el solarium, donde se van a plantar semillas de especies locales. García-Santos

Para la poca calefacción que puede necesitar una casa en este punto de Andalucía —donde la temperatura máxima anual es de 23 grados y la mínima de 13, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet)— se ha instalado un sistema de climatización por aerotermia. Gasta apenas dos kilovatios—como el horno— y permite calentar el agua de la ducha de manera eficiente: con la misma energía calienta cuatro veces más que un termo. También es la que da calor a la que recorre el suelo radiante de madera. El consumo es mínimo porque los materiales de construcción de los muros ayudan a mantener tanto el frescor en verano como el calor en invierno. Las paredes en superficie están levantadas con bloques de tierra comprimida elaborados en Campanillas, barrio con tradición en la fabricación de ladrillos. Llevan arena y un pequeño porcentaje de cemento, muy similar a los utilizados en la construcciones nazaríes como La Alhambra, que solo llevaban cal como aglutinante.

Ladrillos de adobe y madera son los principales materiales ecológicos de construcción de la casa.
Ladrillos de adobe y madera son los principales materiales ecológicos de construcción de la casa. garcía-Santos

Cada uno pesa 7,5 kilos y para crearlos se gasta apenas el 1% de la energía que requeriría un ladrillo clásico, porque no necesitan ser cocidos. Su resistencia, además, les permite soportar el peso y, por tanto, eliminar los pilares de hormigón o acero. También generan el denominado efecto cueva: son capaces de regular la humedad y la temperatura, como esas casas que se adentran en la piedra de municipios como Guadix (Granada). Retrasan la salida de frío o de calor según la época del año. Y cuando hay exceso de humedad la absorbe, para soltarla cuando el ambiente está seco. Van acompañados de una capa de corcho aislante procedente del Parque Natural de Los Alcornocales (Cádiz) cocido en Portugal y una leve capa de mortero de cal de Morón de la Frontera (Sevilla), declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. “Con todo, tienes el equivalente a un muro de 70 centímetros de grosor, como las casas antiguas”, subraya. Como las de los pueblos de la comarca de la Axarquía que al arquitecto le gusta recorrer en busca de su patrimonio escondido.

Con el jardín aún por terminar, esta vista incluye un balcón exterior, la piscina y la playa de Rincón de la Victoria, a poco más de cien metros.
Con el jardín aún por terminar, esta vista incluye un balcón exterior, la piscina y la playa de Rincón de la Victoria, a poco más de cien metros. garcía-santos

El semisótano tiene en sus paredes bloques de piedra caliza y una pizca de cemento blanco. Su estructura es como los clásicos de hormigón, es decir, con huecos, donde se ha incluido el mínimo de acero necesario para que sirva de sostén ante posibles terremotos. Los techos son de madera de pino. Un poco más arriba aparece el solárium. En él habrá plantas tradicionales de la zona poco dependientes del riego. No ha hecho falta ni traer semillas: muchas ya crecen gracias a las que han transportado el viento o las aves. De camino a la terraza destaca, junto a las escaleras, una coqueta celosía de bloques triangulares que da un toque de diseño a la fachada norte y donde se instalará un pequeño jardín vertical que refrescará el ambiente.

Interior de la vivienda bioclimática, cuya orientación facilita el paso de la brisa para refrescar el interior, con vistas al Mediterráneo.
Interior de la vivienda bioclimática, cuya orientación facilita el paso de la brisa para refrescar el interior, con vistas al Mediterráneo. garcía-santos

Este rincón está diseñado por el equipo de Todobarro, que fabrica sus propios ladrillos en una fábrica situada en Vélez-Málaga, a poco más de 20 kilómetros de allí. Ellos también son los responsables de las baldosas que rodean la vivienda. Además de aportar un aspecto rústico, ejercen de botijo gigante: sudan el agua sobrante del baldeo gracias a su porosidad y, en ese proceso, refrigeran el entorno. El resto del líquido llega a una pequeña red de acequias que lo reconducen hacia un depósito escondido bajo el jardín, aljibe que también se llena con la lluvia. La reducción en el consumo de agua es drástica, una necesidad imperante en una comarca cuyo pantano está bajo mínimos históricos. Otro sistema permite reciclar el agua de la ducha, que pasa por un proceso de filtrado y decantado para acabar en las cisternas. A la depuradora pública solo llega el agua del inodoro, del fregadero y del lavavajillas. “Así ahorramos mucha energía y gasto al municipio”, señala Farfán.

¿Y no aumentan estos materiales el coste de la vivienda? La respuesta es no. “El precio final ha sido similar al de la media para una casa de estas dimensiones que reflejan las cifras del Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga”, subraya Farfán, que cree que hasta ahora realizar un proyecto como este era más complejo porque los bloques no se hacían de manera industrial, lo que aumentaba el precio. Ellos han conseguido que una de las viejas fábricas de Campanillas, Ceyfor, los elabore a gran escala. ¿Y son materiales resistentes? “Cuando me cuestionan eso siempre respondo con otra pregunta: ¿Se ha caído la Alhambra?”, concluye el arquitecto, que ya tiene entre manos el proyecto de una vivienda bioclimática en Granada, otra en La Cala del Moral (Málaga) y una más con balas de paja. La nueva arquitectura mediterránea del siglo XXI.

Detalle de los ladrillos que rodean la vivienda, elaborados en la fábrica malagueña de Todobarro.
Detalle de los ladrillos que rodean la vivienda, elaborados en la fábrica malagueña de Todobarro. García-Santos
Celosía de la fachada norte de la vivienda, con estructuras piramidales creadas por Todobarro, donde se instalará un pequeño jardín vertical.
Celosía de la fachada norte de la vivienda, con estructuras piramidales creadas por Todobarro, donde se instalará un pequeño jardín vertical. garcía-santos

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