Así es la sauna flotante del Museo Munch, “la primera accesible universal de la historia”
El madrileño Estudio Herreros ha diseñado la recién inaugurada sauna Trosten bajo una premisa más mediterránea que invita a la contemplación relajada del paisaje
Durante la construcción del museo Munch de Oslo, sus autores, los arquitectos Juan Herreros y Jens Richter, del madrileño Estudio Herreros, cumplían la rutina de ir a la sauna cada mañana, antes de las reuniones de dirección de obra. Les quedaba a mano: justo frente a su edificio, en la desembocadura del río Akerselva, hay un grupo de saunas flotantes promovido por la asociación sin ánimo de lucro Oslo Badstuforening (Asociación de saunas de Oslo), cada una ideada por un arquitecto distinto. “Fuimos trabando una conversación con la gente de la asociación, que dirigen dos mujeres, una de ellas de Finlandia, que es el país que tiene la verdadera tradición de saunas”, recuerda Juan Herreros. “Su lema es sauna for the people, así que los servicios son gratis, y tienen 30.000 socios que son quienes aportan una cuota”. Una cosa fue llevando a la otra, y la asociación terminó encargándoles el diseño de una sauna que sirviera como icono arquitectónico para el conjunto. El pasado 15 de mayo, un año y medio después de ese encargo, se inauguró la sauna flotante Trosten, la primera accesible universal, según la definen sus autores.
Con su morfología geométrica y su colorismo optimista que combina el verde agua y el rojo profundo, la modesta construcción tiene una capacidad para 24 personas y dos sillas de ruedas. Un sistema propio de recirculación del vapor permite que puedan disfrutarla también los usuarios de estas sillas. “Al inicio del proyecto hicimos una pequeña investigación sobre cuál sería el paso adelante que habría que dar en la práctica de la sauna, y descubrimos que las personas de movilidad reducida no pueden practicarla de manera óptima, porque el vapor se queda en la parte alta de la estancia, mientras que abajo solo hay calor, y eso es poco gratificante”, explica Herreros. “Así que diseñamos circuito de recuperación del vapor que permite lanzarlo de nuevo por abajo, en el primer nivel, donde están las sillas. Por eso se trata, que sepamos, de la primera sauna accesible universal de la historia”.
La elección del nombre de la sauna también procede de una investigación: “Trosten” es como en noruego se llama al ave que en español conocemos como tordo o zorzal. “Todas las saunas del grupo tienen nombres de pájaros, y cuando hubo que elegir el nuestro vimos que el zorzal migra desde España a Noruega, y que en algunos lugares su llegada implica un augurio de buena suerte”, apunta Herreros. “Pensamos que el tordo evoca una idea más mediterránea de contemplación relajada del paisaje. Pero también nos representaba a nosotros, que estábamos yendo cada dos semanas a Oslo por la construcción del museo Munch, así que llevábamos bastante tiempo haciendo el tordo”.
Desde que se inició la progresiva construcción del paseo del puerto de Oslo, la relación de los ciudadanos con el fiordo ha cambiado radicalmente. Hoy en día, el paseo permite caminar sin interrupción a lo largo de 10 kilómetros, transitando por zonas que anteriormente servían para almacenar contenedores de transporte marítimo, y donde ahora se han ubicado edificios emblemáticos como la Ópera (del estudio Snøhetta) o el propio Museo Munch (de Estudio Herreros). “Antes de abrirse esa Promenade, Oslo no tenía una relación directa con el agua”, indica Juan Herreros. Por eso decidió otorgar a este elemento un valor determinante en el proyecto: “Los techos de las otras saunas flotantes de alrededor son como unas plataformas desde las que la gente se tira al agua, pero nosotros lo inclinamos para convertirlo en un graderío que sirviera de instrumento de contemplación del fiordo. Dicen en la Asociación que la sauna es el único sitio sin móviles que queda. Desde ella no puedes ni mandar un whatsapp, así que es un lugar donde se ralentiza el tiempo. Por eso diseñamos esa grada con peldaños profundos, donde puedes tumbarte o conversar con los de alrededor, o simplemente contemplar el fiordo. Esto da valor a su redescubrimiento por la ciudad”.
Incidiendo en este uso como punto de reunión, la sauna incorpora un pequeño anfiteatro orientado al fiordo que permite acoger unas 50 personas, concebido para encuentros personales y pequeños eventos. “Es un instrumento urbano de uso individual y colectivo, que puede acoger desde una sesión de DJ hasta una charla en un grupo de trabajo”, explica Juan Herreros.
La obra presenta también un componente ecológico por la elección de los materiales. La estructura es de madera certificada y el suelo es de grandes losas de terrazo de origen español, y todo el recubrimiento de la fachada es de aluminio reciclado. “Es un metal que tiene mala prensa desde un punto de vista ecológico, así que no debemos tirarlo”, indica el arquitecto. “Tenemos la obligación de reutilizarlo una y otra vez, como hemos hecho aquí”. La estructura de madera se ensambló en un dique seco de las afueras, y después se acopló a la plataforma flotante de hormigón prefabricado sobre la que se terminaron los cerramientos y los elementos interiores. Una vez terminada, se remolcó hasta el área de saunas flotantes del paseo.
El día mismo de la inauguración, como recuerda Herreros, no tardaron en llegar los usuarios: “La inauguró la alcaldesa de Oslo [la conservadora Anne Lindboe], que es muy dinámica, y nada más terminar su discurso se quitó el vestido y se tiró al agua”. Ante todo, este trabajo es, para el arquitecto español, un pequeño manifiesto sobre la alegría de vivir: “Tiene que ver con los placeres breves, con los momentos de intensidad del disfrute, que nos permite afrontar los problemas que sin duda llegarán durante el resto del día. Me gusta mucho que con lo mínimo, con una cosa tan pequeña y tan barata, se consiga tanto disfrute. Eso sí, una vez superado el trauma inicial de haberte lanzado al agua a una temperatura de 12 grados”.