Una comisión noruega dictamina que el doble atentado se pudo evitar
“La policía debió llegar antes a Utoya. Lo lamento”, afirma el primer ministro
Las autoridades noruegas, sobre todo la policía, han suspendido el examen que ellas mismas se impusieron días después del doble atentado de Oslo y Utoya en el que murieron 77 personas. La comisión independiente que ha analizado lo sucedido concluye que el primer atentado —un coche bomba ante las oficinas del primer ministro, que mató a ocho transeúntes, y que buscaba entretener a la policía mientras el asesino se lanzaba a la cacería en Utoya— se podía haber evitado con algo tan sencillo como cerrar una calle, una recomendación incumplida desde hacía años. La otra gran conclusión es que una mayor rapidez policial habría logrado detener al ultraderechista Anders Behring Breivik antes de disparar durante más de una hora —iba vestido de policía— a cientos de jóvenes laboristas atrapados en una isla. Mató a 69, decenas más quedaron heridos.
Destaca esta investigación que, tras la explosión en Oslo el 22 de julio de 2011, no se activó inmediatamente una alarma nacional, no se cerraron carreteras —Breivik condujo 40 kilómetros hasta Utoya—, no se avisó al Ejército y tampoco se prestó la debida atención a una llamada de un testigo que 10 minutos después del estallido dio una buena descripción de un tipo con pistola, Breivik. Veinte minutos tardaron en informar a los policías desplegados en la zona.
Por si fuera poco, la policía no encontraba un helicóptero —llegó antes el de la prensa, que grabó las únicas imágenes de la terrorífica cacería—, la policía tardó 30 minutos en llegar a un embarcadero frente a Utoya tras las primeras noticias del tiroteo y otros 35 minutos — “algo inaceptable”— en arribar a la isla. “Los recursos estaban ahí, había barcos, había suficientes agentes [estaban armados] pero faltó disposición para cruzar a la isla, había disparos, no se sabía si había varios perpetradores... la policía vaciló mucho”, detalló por teléfono desde Oslo Laila Bokhari, miembro de la denominada Comisión 22 de Julio y experta en terrorismo. Una unidad de élite, de 11 hombres, casi naufragó al intentar llegar en un bote hinchable.
“Todos los que hemos estudiado atentados y el terrorismo sabemos que un ataque puede llevar a nuevos ataques”, añadió esta noruega que ha trabajado para la ONU en el seguimiento a Al Qaeda y los talibanes.
El informe, de 482 páginas, es el fruto de un año de trabajo de una comisión de 10 miembros —profesionales del derecho, el espionaje, las fuerzas de seguridad o la sanidad encabezados por una jurista— designada por los partidos políticos y que incluyó cientos de entrevistas y la consulta de información desclasificada a petición suya.
El primer ministro, el laborista Jens Stoltenber, declaró tras la presentación del informe que asume la responsabilidad última de los fallos policiales y del espionaje: “Llevó demasiado tiempo coger al perpetrador y la policía debería haber estado en Utoya antes. Es algo que lamento”. El entonces ministro de Justicia y el jefe de la policía han dejado sus cargos desde entonces.
Bokhari explicó que las fuerzas de seguridad y los servicios secretos no tenían noticia de Breivik, de 33 años, antes de los atentados: “Se centran sobre todo en islamistas radicales, lo que es comprensible por varios antecedentes pero les pedimos que actúen con amplitud de miras, con creatividad [en la identificación de nuevas amenazas]”. En sus conclusiones, la comisión asegura que el espionaje interno podía haber tenido constancia de la existencia de Breivik —estuvo en una lista de sospechosos por acumular fertilizante—, pero le exonera: “No obstante, la comisión no tiene base para sostener que el Servicio de Seguridad Policial [espionaje interno] pudo o debió haber prevenido los ataques”, afirman las conclusiones.
El asesino confeso explicó con brutal claridad en su alegato final en el juicio, en junio, sus motivos: “Fueron ataques preventivos en defensa de mi grupo étnico. Actué en nombre de mi pueblo, mi religión y mi país. Exijo ser puesto en libertad”.
Dentro de 10 días se conocerá la sentencia. Los dos jueces y tres ciudadanos que integran el tribunal dirán entonces si Breivik era responsable de sus actos cuando atentó y si, por tanto, debe permanecer en prisión o ir a un psiquiátrico.
Lise Hellebo Rykkja, doctora en Ciencia Política de la Universidad de Bergen, destacó que en “el muy detallado y muy crítico” informe “las recomendaciones están más vinculadas al liderazgo, la cooperación, la cultura y las actitudes que a la falta de recursos, legislación fallida u organización”. Explicó, en un correo electrónico, que “indudablemente la organización de la policía se verá afectada”.
Las 31 recomendaciones de la investigación incluyen la propuesta de vetar las armas semiautomáticas —Breivik usó una pistola y un rifle comprados legalmente—, crear un servicio potente de helicópteros policiales y un equivalente a las escuchas telefónicas pero de las comunicaciones por Internet.
Las conclusiones
- "El ataque en el complejo gubernamental se podía haber evitado mediante la aplicación efectiva de medidas de seguridad con anterioridad". Se refiere al cierre de una calle al tráfico rodado.
- "Falló la capacidad de las autoridades para proteger a la gente en Utoya. Una operación policial más rápida era posible. El agresor podía haber sido detenido antes [aquel 22 de julio de 2011]".
- "La comisión no tiene base para sostener que la policía pudo haber prevenido los ataques".
- "No han reconocido correctamente el potencial de riesgo ni han aprendido de sus entrenamientos [policiales]".
- "La capacidad de coordinarse e interactuar fue deficiente".
- "La disposición de [quienes ejercían] el liderazgo y la tarea de definir las responsabilidades [de cada uno], fijar objetivos y adoptar medidas para obtener resultados han sido en conjunto insuficientes".
- "El potencial de la información y de la tecnología de comunicación no ha sido bien explotada".
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