El asesinato de un refugiado en Dresde dispara las alarmas
Khaled Ibris Bahrey recibió más de veinte cuchilladas en el cuello y en el pecho
La última vez que Khaled Ibris Bahrey, un joven de 20 años originario de Eritrea fue visto con vida en Dresde, fue el lunes pasado poco antes de las 20:00 horas cuando el joven le dijo a sus compatriotas con quienes compartía un piso de cuatro habitaciones, que iría a comprar alimentos a un supermercado ubicado a solo 150 metros de la vivienda. Khaled, que había tenido suerte en sobrevivir a una larga odisea que lo llevó desde su país a la tierra prometida alemana, nunca más regresó a su hogar.
El martes pasado, el cadáver del joven, que yacía sobre un enorme charco de sangre, fue encontrado por vecinos y habitantes del edificio en el patio interior del edificio. La policía, después de examinar el cadáver, dio a conocer un comunicado donde descartaba la participación de terceros en la muerte de Khaled. “Las causas de la muerte podrían haber sido provocadas por una enfermedad, una caída o un intento de suicidio”, admitió el portavoz de la policía, Thomas Geitner, una afirmación que no tardó en ser desmentida por los forenses. Khaled Ibris Bahrey había recibido más de veinte cuchilladas en el cuello y en el pecho.
Cuando fue dado a conocer el resultado de la autopsia, el presidente de la policía de la ciudad, Thomas Kroll tuvo que corregir el primer comunicado y señaló: “Descartamos que haya sido un accidente. ¡Se trata de un delito de homicidio y ha sido un acto deliberado!”, dijo el funcionario quien admitió que la Fiscalía había iniciado una investigación para descubrir a los autores del delito.
Pero el homicidio, ¿o fue un asesinato?, del joven Khaled consternó a Dresde y también al resto del país por una razón que tiene que ver con la presencia en la ciudad de un movimiento que pretende impedir que Alemania y Europa caigan en las redes de una peligrosa islamización de Occidente, el famoso grupo Pegida, que el lunes pasado, el mismo día en que Khaled fue acuchillado, reunió a más de 25.000 personas.
Khaled fue acuchillado el pasado lunes, el mismo día en el que se reunieron más de 25.000 simpatizantes de Pegida
¿Khaled Ibris Bahrey fue asesinado por fanáticos neonazis o fue una victima de un ajuste de cuentas propio de bandas criminales? Aún nadie lo sabe, pero la sospecha de que la creciente xenofobia que está echando raíces en la capital de Sajonia podía haber tenido algo que ver con la muerte del joven, quien había solicitado asilo en el país, aumenta cada día.
Al menos así lo demuestra un intenso intercambio de opiniones en las redes sociales, que fueron recopiladas por el periodista Marcus Engert, y donde se pueden leer comentarios que inducen a pensar que el joven Khaled podría haber sido la primera víctima del discurso que propaga Pegida. ”Uno que dejó de vivir a expensas de nosotros”, escribe Cindy; “Uno menos”, señala Jenny, mientras que Argus concluye: “Mejor te habrías quedado en Eritrea, refugiado. ¡Ahora ya nunca serás alemán!”.
La actuación de la policía de Dresde tampoco está exenta de sospechas. Primero sugirió que Khaled se había suicidado y posteriormente tardó casi 24 horas en enviar peritos para recoger muestras o huellas al lugar donde fue encontrado el cadáver. Este aspecto cobró una nueva dimensión cuando el diputado Verde, Volker Beck, portavoz para asuntos de política interior del grupo parlamentario de su partido, presentó una denuncia en la que acusa a la policía de haber incurrido en el delito de “obstrucción de la justicia”.
“Creo que esta acción contra un solicitante de asilo de Eritrea que vivía en nuestra ciudad, plantea muchas preguntas”, dijo la alcaldesa de la ciudad, en un intento de devolverle la tranquilidad a la ciudad. “Tengo la plena confianza de que la policía y la Fiscalía encontrarán una respuesta a esas preguntas”.
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