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YANIS VAROUFAKIS | Impulsor del movimiento paneuropeo DiEM25

“Lo ocurrido con Cameron confirma la descomposición de la UE”

El exministro de Finanzas griego alerta de que eso favorece a los ultranacionalistas

Yanis Varoufakis, este sábado en Madrid.Vídeo: BERNARDO. PÉREZ
María Antonia Sánchez-Vallejo
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El exministro griego de Finanzas Yanis Varoufakis (Atenas, 1961) aspira a democratizar la Unión Europea con el movimiento que abandera, DiEM25, una alianza de fuerzas de izquierda antiausteridad. Para fortalecer una Europa en la que, escaldado de su experiencia política, no se ve como eurodiputado, propone “transparencia, estabilidad y una Constitución democrática redactada por los ciudadanos” y pronostica palos en las ruedas por parte de las instituciones europeas a la izquierda que llegue al poder en el sur. “Los obstáculos que van a afrontar van a ser aún peores que los de Grecia”, asegura mientras alerta de la desintegración de la UE.

“Pero el pueblo español ha dado una lección al vencer el miedo inoculado por el Gobierno anterior y la mentira de que ya se ha superado la crisis. También tengo la impresión de que el futuro Gobierno encontrará el modo de ir a Bruselas y negociar un programa que no sólo es malo para España, sino para el resto de Europa”, recalca. “Soy optimista por elección propia; igual que otros creen en Dios, yo escojo ser optimista sin tener la menor certeza de estar en lo cierto”, comenta entre risas en una entrevista realizada este sábado en Madrid, con motivo de la presentación de DiEM25.

Como europeísta convencido que es, contrario, como ha confesado recientemente, al acercamiento del Gobierno de Alexis Tsipras a la Rusia de Putin, Varoufakis califica el acuerdo para evitar el Brexit en la última cumbre europea de “día triste para la UE”. “Vemos que los países miembros han perdido su confianza en las instituciones. Vemos cómo intentan encontrar una manera de alejarse gradualmente de un barco que va derecho hacia las rocas. Sin duda hay problemas: la deuda, la crisis de los refugiados… pero lo que sucede es que muchos países están renacionalizando su esperanza y echando sobre las espaldas de los demás el coste de la unión. Lo ha dicho el señor Cameron de una forma muy clara: queremos de la UE lo que nos gusta, y rechazamos lo que no nos gusta. Esto es la confirmación de la descomposición de la UE”.

Que sea o no demasiado tarde para recomponer Europa, y hacerlo de una manera democrática, no depende de cambios revolucionarios ni profundos, subraya. La falta de transparencia y el debilitamiento estructural se combaten con “transparencia, estabilización y, finalmente, una Constitución democrática redactada por los ciudadanos y no por las corporaciones”. “No se trata de más Europa, sino de una Europa mejor, es decir, de una cuestión de calidad. Nuestra casa común se está viniendo abajo porque las instituciones europeas renuncian a la democracia; hay un vacío en su seno. La intención [de la UE] es democrática pero hemos trasladado todas las decisiones a un lugar sobre el que no existe ningún tipo de control ni transparencia,… por eso no se trata de que haya más o menos Europa —desde luego en su estado actual yo querría bastante menos—, sino de la calidad de Europa”.

¿Cuál sería el primer paso para redimensionar Europa? “Sobre todo que los europeos muestren su indignación y que la canalicen de una manera humana, colaboradora, positiva. No se trata de un enfado como el que alimenta a Le Pen o a Aurora Dorada [partido neonazi griego], que quieren la disolución de Europa. Los ciudadanos europeos se enfadarían mucho si supieran cómo se toman las decisiones del Eurogrupo, con las puertas cerradas. Lo primero que necesita la UE es transparencia, y que las decisiones del Eurogrupo y la manera de adoptarlas sean muy distintas. No hablamos de cambios profundos en los tratados o el funcionamiento, hablamos de algo tan sencillo como la transparencia en las reuniones del Eurogrupo, y lo digo porque lo sé por experiencia. Existen cámaras que filman la reunión, sí, pero sólo para ver quién dice qué, para que los primeros ministros controlen lo que dicen sus ministros, etcétera... Transparencia en las reuniones del Eurogrupo sería suficiente, sin necesidad de revisar los tratados ni de cambios más profundos… Es precisa una buena interpretación, o reinterpretación, de los que existen. Porque si no, en esta situación de descomposición los únicos que sacan provecho son los enemigos de Europa y los enemigos de la democracia, los nacionalistas, los racistas…”.

Durante sus cinco meses largos como ministro, Varoufakis se peleó con denuedo con las principales estructuras de poder del club europeo, en especial del Eurogrupo. “Las instituciones existen, el Banco Central Europeo, el Banco Europeo de Inversiones, el Mecanismo de Estabilidad, pero al igual que las reglas y los tratados, tenemos que presionar y empujarlas a reajustar interior y esencialmente sus funciones para por ejemplo hacer frente a la crisis de la deuda, tanto la privada como la pública; para conseguir una verdadera unión bancaria; un sistema integrado paneuropeo para hacer frente a la pobreza… y para defender el interés común”.

Alivio de la deuda

Con respecto a la deuda, cuyo alivio ha sido y sigue siendo uno de los leit motiv del Gobierno de Syriza, Varoufakis cree un error considerarla únicamente un asunto económico, o sólo político. “Es las dos cosas al tiempo. Me he pasado décadas diciendo a mis alumnos que la separación de política y economía conduce a una política tóxica y a decisiones económicas erróneas… Cuando una deuda no es sostenible, se recorta, es así. En 2010 cuando el primer rescate existía la teoría de que no haría falta una quita, pero la quita llegó [en 2012], porque siempre llega… Nadie va a invertir en un país que tiene una deuda pública insostenible como la griega… De lo que se trata es de estudiar cuándo y cómo se reestructura, y de si la medida será terapéutica. Le voy a poner un ejemplo, General Motors, la gran compañía de automóviles, recortó el 90% de su deuda muy al principio, y funcionó, si lo hubiera dejado para más tarde, habría cerrado”. Además, subraya, la deuda no sólo estrangula a Grecia. “En Europa tenemos deuda pública y privada que resulta imposible de devolver, pero no sólo en Grecia, también en Italia, en España… no podrá pagarse sin un cambio de políticas como el que le indicaba antes; es decir, debe haber decisiones políticas para hacerla viable”.

Varoufakis, en la presentación de DiEM25 en Madrid.
Varoufakis, en la presentación de DiEM25 en Madrid.Bernardo Perez (EL PAÍS)

En medio de una crisis migratoria inédita en las fronteras de Europa, la mayor en el mundo desde la II Guerra Mundial, justo enfrente del polvorín sirio y a las puertas de Oriente Próximo, ¿tiene DiEM25 programa de política exterior? “Poner en la misma frase las palabras política, exterior y europea es una broma. ¿Política de inmigración? Otra anécdota. La UE ha forjado mecanismos económicos como el Banco Central, como la troika, que han deconstruido la médula de Europa; a la vez, cuanto más han fracasado estas políticas, más autárquicos se han vuelto los intentos de hacer política exterior. La política exterior europea es la de sus Estados miembros, por eso asistimos a un ciclo de autarquía-fracaso-autarquía en relación directa. La respuesta que da el movimiento DiEM25 es simple: transparencia y estabilización para una Europa constitucionalmente democrática que pueda tener política exterior”.

Sin pelos en la lengua, el exministro alude a episodios oscuros para recalcar la a su juicio inconsistente política exterior europea: “Sabemos por WikiLeaks que Italia y Alemania y otros países han desempeñado un papel secreto en la invasión de países como Libia y contribuido a la creación de un problema mayúsculo. ¿Existía política exterior europea ahí? ¿Sabían los ciudadanos europeos de semejantes intervenciones irregulares?”.

Tras la crisis económica (seis años de recesión, en la que Grecia ha vuelto a recaer tras un par de trimestres de recuperación), el Gobierno de Atenas bracea frente a Europa para defender su punto de vista sobre la crisis migratoria, aunque ello la haya puesto en el disparadero de las críticas e, incluso, de alguna que otra amenaza. “Sobre la crisis de los refugiados, debemos decir en primer lugar lo que intentamos explicar a nuestros socios en alguna reunión del Eurogrupo, que Grecia no es un país normal, sino uno en el que muchos alumnos se desmayan en la escuela por hambre. Y ese país, sin infraestructuras ni capacidades de afrontar la crisis humanitaria de su propia población, recibe de repente en semanas a decenas de miles de seres traumatizados, y desposeídos. Arrecian entonces las acusaciones al Gobierno de no controlar las fronteras, de no registrarlos correctamente, cuando lo que ha hecho ha sido acogerlos y compartir con ellos la poca comida que tenemos; la sociedad griega, y el Estado griego, se merecen una medalla. Y por parte de Europa es un contrasentido que por un lado acuse a Grecia de mala gestión fronteriza y por otro pida a la vez a Turquía que abra sus fronteras a los refugiados de Alepo, mientras blindan las fronteras entre Turquía y Grecia y, aún más, amenazan con cerrar las de Grecia con Macedonia o con expulsarnos de Schengen. ¿Esta es la Europa por la que hemos peleado? Por eso, aunque son conocidas mis divergencias con Alexis Tsipras, en este asunto debemos estar todos con el Gobierno”.

A la hipotética crisis política interna si encalla la reforma de la seguridad social y hay más defecciones en las filas de Syriza, Varoufakis no le da especial relevancia. “No tiene importancia. Es una manifestación de un problema mayor, del que hemos venido hablando. Desde la cumbre de Riga, en abril pasado, ya nos advirtieron que Grecia debería recortar el 1% de su PIB, y hay muy pocas formas de hacerlo: o recortar las pensiones, o subir impuestos, poco más. Por eso la hipotética crisis de gobierno es eso, un epifenómeno de una crisis más amplia”.

El 'golpe de Estado' del corralito

"El 27 de enero [de 2015] llegué al ministerio de Finanzas y visité el Tesoro, donde me informaron de que quedaba liquidez para 12 días. El 30 de enero recibí a Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, que me dijo claramente: o seguís la misma política de los gobiernos anteriores o cerramos los bancos", recuerda Yanis Varoufakis sobre lo que no duda en calificar de "golpe de Estado". "Más concretamente dijo "o el programa se estrellará". Así de clara fue la amenaza. No sucedió entonces, sino unos meses después [en julio, con el corralito]. No creo que haya nadie inteligente que no llame a esto un golpe de Estado, no con tanques sino con los bancos. A un Gobierno elegido para negociar [con la troika] se nos dijo 'no os atreváis a pedir negociar porque os cerramos los bancos".

De la 'asonada bancaria', Varoufakis sostiene que hubo precedentes y, lo peor, que habrá también consecuentes. "En 2013, cuando cerraron los bancos en Chipre [tras el rescate], estaba con Alexis Tsipras y le dije: si algún día ganamos las elecciones, nos van a amenazar con eso mismo el primer día. Me equivoqué, no fue el primero, sino el tercero”.

¿Contempla los mismos obstáculos en Portugal o España? "Y aún peores. En Portugal al primer ministro [António Costa] le recordaron antes de formar gobierno que debía aceptar las reglas del Eurogrupo. Nosotros al menos pudimos dar la batalla cinco meses, pero en Portugal lo dieron antes. A Costa le dijeron: tienes que obedecer estas normas y no cambiar nada. A cambio, te doy “máxima flexibilidad”. ¿Qué significa esto? Tienes que cortarte una mano, pero nos da igual cuál, decide tú. Esta es la flexibilidad".

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