Egipto lucha por resucitar su industria turística
El ministro de Turismo egipcio explica que el Gobierno ha invertido en seguridad y creado un fondo de financiación para recuperar el sector
Cuando Mohamed Yehia Rashed accedió a la cartera de Turismo, en marzo de 2016, los números de una de las industrias clave de Egipto caían en picado. Hoy la situación —a falta de conocer la estadística anual en marzo— no tiene visos de haber dado un vuelco, a juzgar por el hecho de que el ministro en persona ha venido a Madrid para intentar tranquilizar a los turistas asustados por el reguero de atentados de los últimos tiempos: "Egipto tiene el control total de todos sus destinos turísticos", ha asegurado este jueves en la Feria Internacional del Turismo (FITUR).
El país ha llevado a cabo un plan de modernización de la seguridad en los aeropuertos y creará este año un fondo de financiación para renovar la industria turística, según el ministro, que se muestra ambicioso: "Nuestro objetivo es llegar a 10 millones de turistas en 2017". Por ahora, la realidad es que la industria se desplomó en los seis primeros meses del año pasado con 2,4 millones de visitantes, un 51% menos que en el mismo periodo de 2015, según los datos de la agencia oficial de estadísticas egipcia (CAPMAS).
"Estamos revisando las cifras de 2016 y ha habido una caída significativa, fue un año duro", asegura Rashed, que aunque se muestra optimista reconoce que la recuperación de la industria —un 11,4% del PIB en 2015— pasa por el regreso de los turistas rusos, que solían aportar unos tres millones de visitantes al año. La mayoría —el ministro dice no saber aún cuantos— se marchó tras el atentado yihadista contra un avión ruso que había despegado de la turística localidad costera de Sharm El Sheikh rumbo a San Petersburgo, en el que murieron 224 personas en octubre de 2015. Entonces Moscú, como otros países clave para el turismo como Reino Unido y Alemania, impuso un veto a los vuelos hacia y desde Egipto que dura hasta hoy.
"Estamos trabajando con las autoridades rusas para asegurarnos de que podemos levantar cualquier restricción al tráfico aéreo a Egipto, y creo que ocurrirá muy pronto", asegura el titular de Turismo. El ministro de Transportes ruso, Maxim Sokolov, aseguró el pasado diciembre que la reanudación de los vuelos sería probablemente en enero, después de varias visitas de técnicos de Moscú para inspeccionar los avances del Gobierno egipcio en la seguridad de sus aeropuertos, según la agencia rusa TASS.
"Hemos instalado nuevo equipamiento en los aeropuertos que asegura un nuevo enfoque tecnológico a la seguridad", dice el ministro, que habla de un "gasto significativo" que también incluye un programa de entrenamiento del personal de seguridad y la instalación de videocámaras en las carreteras. El banco central de Egipto también anunció el pasado diciembre un fondo de 251 millones de euros para financiar la renovación de hoteles y otras infraestructuras turísticas. "Aún no se conocen las directrices del fondo, pero se implementará en 2017", asegura Rashid. La caída de beneficios desde 2011 también ha tenido "un fuerte efecto sobre el estado de los monumentos", según aseguró a principios de año a France Presse el ministro de Antigüedades egipcio, Khaled el-Enany. El ministro de Turismo reconoce que el plan de restauraciones "no está yendo tan fuerte como debería", pero asegura que los beneficios están volviendo a crecer.
Tras batir el récord de visitas en 2010 (14,7 millones), el turismo egipcio se fue deteriorado a la par que la seguridad con el estallido de la primavera árabe de 2011 y sus consecuencias: la caída del dictador Mubarak y el posterior golpe de Estado que depuso a los Hermanos Musulmanes (2013), liderado por el actual presidente del país, el mariscal Abdel Fatah Al Sisi. Así, en 2015, 9,3 millones de turistas visitaron el país de las pirámides, según CAPMAS, y las estadísticas apuntan a un desplome de casi la mitad en 2016. El declive de esta actividad es una de las causas de la escasez de divisas de Egipto, que atraviesa una grave crisis económica y ha puesto en marcha un plan de austeridad tras aceptar un préstamo de 11.000 millones de euros del FMI.
Respetar las reglas en el desierto
En septiembre de 2015, un helicóptero del Ejército egipcio bombardeó por error a un grupo de turistas mexicanos que hacían un picnic cuando se dirigían al oasis de Bahariya, 416 kilómetros al sur de El Cairo. Ocho de ellos murieron. "Si tienes una licencia para entrar en el desierto tienes que respetar las rutas y ceñirte a ellas", asegura el ministro de Turismo, que defiende la versión del Gobierno de que la agencia de viajes internó a los turistas en un área restringida mientras se llevaba a cabo en la zona una operación antiterrorista; algo que la agencia negó alegando que tenía una autorización.
Más de un año después de que se constituyera una comisión especial para investigar el incidente, el Gobierno no ha hecho pública una explicación oficial de los hechos. Tampoco, por el momento, se han depurado responsabilidades. Rashid asegura no tener detalles sobre el caso, pero opina sobre "el fondo de la cuestión": "Si tú respetas las reglas en el desierto, entonces nadie se acercará a tí. Pero si empiezas a entrar en zonas donde está prohibido entrar, entonces vas a convertirte en sospechoso".
El principal foco de inestabilidad se encuentra en la península del Sinaí, un avispero de grupos de inspiración yihadista entre los que destaca Wilaya Sina, un grupo vinculado al ISIS que asumió el atentado de Sharm El Sheikh. Preguntado por temas espinosos, el ministro se echa para atrás y endurece el rostro, como el de las esfinges que, a pocos metros, atraen a los curiosos al stand de su país en FITUR. "El Sinaí es totalmente seguro", asegura Rashed, que minimiza la presencia de yihadistas a un área muy pequeña del norte de la península. Esa región "está muy lejos" de los principales destinos turísticos del Sinaí en la sureña costa del Mar Rojo, según el ministro, que garantiza incluso la seguridad a los turistas que quieran viajar por tierra. Pero lo cierto es que la zona ha sido el epicentro de una insurgencia que ha cometido docenas de atentados desde 2013, aunque la inmensa mayoría dirigidos contra las fuerzas de seguridad egipcias. "¿Cuánta gente viene a Egipto cada año?, se pregunta Rashed, que se responde acto seguido: "Millones". "Pequeños incidentes ocurren en cualquier sitio. Millones de personas vienen a Egipto cada año y se van sanos y salvos y felices".
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