El auge de la bicicleta desborda a Bogotá
En las últimas semanas los ciclistas han protestado por el aumento de accidentes en la ciudad
Parece que no existieran. Los buses los arrinconan, los peatones se les atraviesan, las motos los empujan. Los ciclistas en Bogotá son los que más sufren el caótico tránsito de la ciudad, por la que circulan más de dos millones de vehículos en vías repletas de autobuses, taxis y motos. Entre el 2012 y el 2016, los accidentes pasaron de 231 a 730 y los muertos de 33 a 72. Este año se cuentan 37.
“El tema es muy grave, Bogota tiene más ciclistas muertos que toda España”, sentencia Ricardo Montezuma, experto en movilidad y sostenibilidad, director de la organización Ciudad Humana. Su análisis indica que aunque Bogotá está lejos de la cifra de cien fallecidos por año que se tenía en 2001, las muertes en accidente son una alarma para entender que la ciudad necesita adecuarse al auge de la bicicleta. “El tránsito se hace cada vez más complejo, se agotan los espacios. Los conductores son muy violentos y la política pública muy laxa, además de la limitada institucionalidad en las calles y carreteras”, explica Montezuma.
En Bogotá se realizan unos 800.000 viajes diarios en bicicleta, la Alcaldía ha intentado hacer visible a los ciclistas con campañas cívicas que han puesto a los conductores de camiones y autobuses a bajarse de sus vehículos e intentar conducir una bicicleta con el acecho de los coches. La ciudad ha fomentado el uso de la cicla también con el día sin carro que se realiza varias veces al año y los ciudadanos han respondido, a pesar de que las condiciones no son las ideales. Las ventas en el sector de la bicicleta han aumentado hasta en un 20% anual desde 2012 y en la capital del país los viajes urbanos llegaron al 8% en 2016. Más del 75% de los accidentes se presentaron por choques con vehículos.
Más de mil ciclistas se movilizan por la vía a La Calera para exigir más seguridad y rechazar alta accidentalidad https://t.co/l6VewrUVWY pic.twitter.com/cW0BFicNTF
— Nattaly Rueda (@NattiRueda) September 14, 2017
"La inseguridad personal, la polución del aire, la prolongación de los trayectos y la estrechez vial son los principales retos que enfrentan a diario los usuarios cotidianos de la bicicleta", señala Óscar Alfonso, analista de economía urbana y regional. Según él, "la 'sopa' de plomo de Bogotá es cada vez más densa y ello se debe en buena medida a la laxitud y mal funcionamiento de la regulación sobre la vida útil de los vehículos de uso colectivo (autobuses) y también privado". Una queja constante es la vejez del parque automotor que genera más caos en la movilidad.
Walfa Constancia Téllez, especialista en desarrollo urbano y docente de la Universidad Externado de Colombia, asegura que la ciudad no ha logrado conciliar un sistema de transporte efectivo con la posibilidad de disfrutar del espacio público. “Se está generando una confrontación inútil entre los conductores que se encuentran en las vías”, dice Téllez. Los ciclistas además tienen que enfrentar la inseguridad. En Bogotá se roban 45 bicicletas por semana, hasta agosto iban más de mil. En los últimos días han surgido protestas rechazando el peligro al que están expuestos. La movilización se despertó con la muerte de dos ciclistas en menos de 24 horas.
El plan de desarrollo de la ciudad anunciaba el mantenimiento de cien kilómetros de ciclorutas, pero hasta ahora es una promesa que está solo en el papel, según el concejal Antonio Sanguino (Alianza Verde). Él dice que hasta noviembre de 2016, solo se habían reparado 0,5 Kilómetros. El 95,5% restante debería estar listo antes de 2019, cuando termina el actual mandato local. Para empezar - ha dicho Sanguino - la infraestructura debería tener un espacio seguro para los usuarios de la bicicleta, se les debe proteger. La red de ciclorutas en Bogotá tiene 476 kilómetros, pero muchos están pendientes de reparación.
“Antes de seguir fomentando el uso de la bicicleta, deberían satisfacer las expectativas de los que ya le apuestan. Mucha gente, sobre todo jóvenes, llega atraída por moda o porque lo ven como una alternativa ecológica, pero una vez en la calle terminan abriéndose espacio a punta de codazos, sufriendo el acoso de los carros, de la inseguridad. Hay un auge, pero hasta ahora la respuesta de la ciudad ha sido insuficiente”, advierte Montezuma.
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