La extrema derecha aspira a conquistar Perpiñán para demostrar su fuerza en Francia

El partido de Marine Le Pen busca ampliar en las elecciones municipales su frágil anclaje local

Louis Aliot, favorito para la alcaldía de Perpiñán, en un mitin el 31 de enero pasadoRAYMOND ROIG (AFP)

Las anómalas elecciones municipales en Francia, marcadas por el coronavirus, son una prueba para el Reagrupamiento Nacional (RN), heredero del viejo partido de la extrema derecha, el Frente Nacional. Marine Le Pen, líder del RN, se postula como única alternativa en Francia al presidente Emmanuel Macron, pero su base de poder local es muy débil. Perpiñán, capital de la Cataluña francesa, es el objetivo más preciado. Su candidato, el diput...

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Las anómalas elecciones municipales en Francia, marcadas por el coronavirus, son una prueba para el Reagrupamiento Nacional (RN), heredero del viejo partido de la extrema derecha, el Frente Nacional. Marine Le Pen, líder del RN, se postula como única alternativa en Francia al presidente Emmanuel Macron, pero su base de poder local es muy débil. Perpiñán, capital de la Cataluña francesa, es el objetivo más preciado. Su candidato, el diputado Louis Aliot, parte como favorito.

En la primera vuelta de las municipales —la segunda, si el coronavirus no acaba forzando su anulación, se celebrará el 22 de marzo—, muchas miradas se concentran en Perpiñán y en la posible victoria del RN. Con 120.000 habitantes, la capital del departamento de los Pirineos Orientales también sería la mayor ciudad gobernada por la extrema derecha.

La ciudad, a 30 kilómetros de la frontera con España, tiene un tasa de desempleo del 25%, niveles de pobreza entre los más altos del país, un sistema político acusado de clientelismo que durante medio siglo estuvo dominado por una familia, y una situación periférica que la aparta de los ejes de prosperidad.

Aunque sea un puro producto del viejo FN, Aliot —50 años, hijo de un combatiente en la guerra de Argelia y de una pied-noir (argelinos de origen europeo, en su caso valenciana) y expareja de Marine Le Pen— proyecta una imagen de cercanía alejada de las aristas más antipáticas de su partido. En la campaña, no exhibe las siglas del partido e insiste en el carácter local y no ideológico de sus propuestas.

“Yo peleo por un proyecto municipal. No hablamos de cuestiones nacionales, ni de Europa, sino de impuestos, seguridad, limpieza”, explicó el sábado a EL PAÍS desde Perpiñán. “Lo que está en juego es muy local. Defendemos cosas que no son ni de derechas ni de izquierdas, sino de la vida corriente”, añadió.

En las últimas municipales, en 2014, Aliot estuvo cerca de la victoria. En la primera vuelta obtuvo un 34,1% de votos frente al 30,6% del alcalde, el conservador Jean-Marc Pujol. En la segunda vuelta, se puso en pie el llamado frente republicano, la unión del resto de partidos —izquierda y derecha— para frenar a la extrema derecha. Pujol acabó imponiéndose con un 55%.

Ahora el frente republicano se ha dispersado: dos excolaboradores de Pujol concurren contra el alcalde, a quien el último sondeo, del instituto Ifop, le otorga un 19% en la primera vuelta, frente al 36% de Aliot. En la segunda, siempre según los datos de Ifop, el candidato del RN vencería fuese quien fuese su rival y las alianzas en su contra.

¿Qué ha cambiado en estos seis años? El Frente Nacional se ha rebautizado; Le Pen se clasificó para la segunda vuelta de las presidenciales de 2017 y consiguió más de diez millones de votos; fue el partido más votado en las europeas de 2019, por delante de La República en marcha (LREM) de Macron; y prosiguió con el llamado proceso de desdiabolización, destinado a convertirle en un partido homologable y a sacarle del rincón de los apestados ideológicos. Que, en estos años, líderes y formaciones afines llegasen al poder en países como Estados Unidos o Italia también puede haberles ayudado.

“Es verdad que mi etiqueta da mucho menos miedo que en otra época”, dice Aliot. “Los franceses se dan cuenta de que señalar a la gente tratándoles de fascistas no significaba nada: se trataba de dar miedo, pero no había ninguna realidad detrás. Mientras llamaban facha a la gente, la política continuaban atacando con los más modestos y aumentando las desigualdades, y permitía que la inseguridad progresase y que el islamismo radical se instalase en los barrios”.

Pese a las perspectivas en Perpiñán, las municipales no son unas elecciones en las que el partido de Le Pen espere grandes cambios. El objetivo, consolidar su anclaje municipal: hoy solo gobierna una decena de pequeñas ciudades y pueblos de los 35.000 que hay en Francia. Como máximo, aspira a sumar un puñado más. Si Aliot ganase, sería una derrota para el frente republicano y una victoria para el RN. Pero la excepcionalidad causada por el coronavirus difuminará toda lectura nacional de los resultados locales.

Críticas tardías a la cita electoral

Mientras Italia lleva casi una semana blindada y España se encerraba en casa para afrontar la crisis del coronavirus, Francia ha optado por mantener las elecciones municipales del 15 y el 22 de marzo. La decisión, ratificada el jueves por el presidente Emmanuel Macron, apenas suscitó debate. Todo empezó a cambiar anoche. El primer ministro, Édouard Philippe, anunció el cierre de bares, restaurantes y comercios “no indispensables”, y aconsejó a los franceses quedarse en casa. A unas horas de la apertura de los colegios, se desataron las críticas: dirigentes de izquierda y derecha, entre ellos los presidentes de seis regiones, pidieron aplazar la cita.


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