El horizonte electoral ahonda la brecha política en Venezuela y amenaza con profundizar la división de la oposición

La UE aboga por una salida pactada mientras Guaidó rechaza las maniobras del Gobierno con vistas a las legislativas de diciembre. Leopoldo López reaparece apelando a la unidad

Peatones caminan frente a un mural que retrata al expresidente Hugo Chávez en Caracas, el pasado 2 de julio.Ariana Cubillos (AP)

Nada en la rutina política de Venezuela es inocente. No lo son las maniobras que el Gobierno de Nicolás Maduro disfraza sistemáticamente de procedimientos constitucionales. Y no lo son las reacciones de la oposición agrupada en torno a Juan Guaidó, que, en condiciones de extrema debilidad frente al acoso del régimen chavista, trata de mantener el pulso improvisando estrategias, golpes de efecto y ...

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Nada en la rutina política de Venezuela es inocente. No lo son las maniobras que el Gobierno de Nicolás Maduro disfraza sistemáticamente de procedimientos constitucionales. Y no lo son las reacciones de la oposición agrupada en torno a Juan Guaidó, que, en condiciones de extrema debilidad frente al acoso del régimen chavista, trata de mantener el pulso improvisando estrategias, golpes de efecto y aferrándose al respaldo internacional. El horizonte electoral, con unas elecciones parlamentarias fijadas para el 6 de diciembre, ha apuntalado esta semana el bloqueo institucional del país y amenaza con profundizar las divisiones de la oposición.

Las legislativas ya estaban previstas para finales de este año, pero la renovación unilateral del Consejo Nacional Electoral (CNE) dispuesta por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), controlado por el chavismo, convierte una vez más esa cita en una especie de monólogo. El hecho de que la composición de la autoridad electoral, que formalizó la convocatoria el pasado miércoles, no haya salido de un acuerdo entre las principales fuerzas políticas ha disparado las alarmas de Guaidó y sus seguidores. El presidente de la Asamblea Nacional ha declarado que, si no cambian las reglas del juego, no participará en unas elecciones sin garantías. Mientras tanto, el aparato estatal ha ahondado la brecha arrebatando a sus direcciones el control de dos de los principales partidos opositores, Primero Justicia y Acción Democrática, para entregárselo a dirigentes más afines.

Estos movimientos, en medio de la crisis permanente en la que está instalado el país y sin visos de mejora de la catastrófica gestión económica, han contribuido a profundizar el aislamiento del régimen. Aunque la llamada comunidad internacional ya no vislumbra una salida inminente del estancamiento y el propio Donald Trump ha manifestado dudas en torno a Guaidó, Maduro solo con el apoyo de sus aliados tradicionales, Rusia, China, Turquía e Irán. Tanto Washington como la mayoría de los países latinoamericanos y la Unión Europea apoyan un cambio en Venezuela. Y nadie está dispuesto a relajar la presión, aunque con distinta intensidad.

En la última semana Bruselas y Caracas han vivido horas de máxima tensión después de que el Consejo Europeo aprobara sanciones en contra de 11 dirigentes próximos al Gobierno, entre ellos el líder opositor disidente Luis Parra, que el chavismo reconoce como presidente del Parlamento pese a haber sido elegido en una sesión sin quórum ni procedimiento claro. Maduro estalló y ordenó la expulsión de la embajadora de la UE, Isabel Brilhante Pedrosa. Una conversación telefónica entre el canciller venezolano, Jorge Arreaza, y el alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, llevó al sucesor de Hugo Chávez a dar marcha atrás. Ambos, según señalaba un comunicado conjunto, “coincidieron en la necesidad de mantener el marco de las relaciones diplomáticas, especialmente en momentos en los que la cooperación entre ambas partes puede facilitar los caminos del diálogo político”. La apuesta europea es la única de momento que, pese a las duras críticas al régimen, mantiene abierta la puerta del diálogo que los demás parecen haber cerrado.

Guaidó lo celebró como una victoria. El líder opositor hizo referencia a una “barrida” al Gobierno. Y su equipo emitió una nota en la que resalta que “en los últimos siete días la lucha del pueblo venezolano ha alcanzado avances importantes”. “La opresión solo puede perpetuarse si dejamos de luchar y para ello necesitan hacerte creer que son invencibles”, agrega la comunicación, en un momento en que el desafío lanzado en enero de 2019 ha perdido impulso y se resiente por graves errores estratégicos. Entre los logros recientes, la oposición se apunta la condena de la Organización de los Estados Americanos (OEA) al nuevo CNE, el fallo de la justicia británica que rechaza entregar a Maduro las reservas de oro depositadas en el Banco de Inglaterra, lo que supone un reconocimiento de Guaidó como presidente interino. Y las denuncias de la alta comisionada para los de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, quien ratifica en su nuevo informe las graves violaciones de la legalidad acometidas por el aparato chavista.

La reaparición de Leopoldo López

Con todo, Guaidó aún no ha logrado desalojar a Maduro y el mandatario ha conseguido apartar a la oposición de la vida institucional, reduciendo sus actividades a una dimensión simbólica. Este bloqueo ha contribuido a alentar el malestar interno, con Guaidó pero sobre todo con Leopoldo López, el líder de su partido, Voluntad Popular, resguardado en la residencia de la Embajada de España desde la fallida asonada contra el Gobierno de mayo de 2019. Este domingo reapareció en un evento digital llamado Congreso de Unidad, con ocasión del 209 aniversario de la independencia de Venezuela. “Sabremos nosotros conquistar esta segunda independencia”, afirmó. “Hoy, hermanas y hermanos, el reto es inmenso y el reto solo lo podemos alcanzar en unidad”.

Este regreso a los focos se produce días después de que Henrique Capriles, que ganó las elecciones parlamentarias en 2015 y fue durante años el principal rival de Maduro, rechazara en una intervención la celebración de unos comicios en diciembre debido a la crisis del coronavirus, pero también lanzara una crítica amarga a la estrategia y el protagonismo de López. “El verdadero debate es si luchamos o no luchamos, si hacemos algo o no hacemos nada. No vamos a acompañar ficciones y fantasías que lo único que hacen es darles más frustraciones a los venezolanos y destruir más a la oposición si es que no la han terminado de destruir”, lamentó en referencia a las instituciones paralelas creadas por Guaidó y reconocidas por casi sesenta Gobiernos extranjeros.

El problema de la unidad de la oposición al chavismo no representa una novedad. Las discrepancias tácticas, y también las diferencias ideológicas de fondo que separan a dirigentes y formaciones con distintas historias e ideologías, siempre han hecho de la cohesión de las fuerzas que dominan la Asamblea Nacional una misión casi imposible. Las expectativas de cambio permitieron desde hace año y medio un cierre de filas en torno a Guaidó, pero la frustración ha agrietado el entusiasmo.

Sin llegar a nombrar a López, Capriles agregó en un vídeo publicado en sus redes sociales: “Todo el mundo sabe quién es el responsable de haber destruido, de las aventuras fallidas, siempre las fantasías. Vean veinte años de carrera.... Hay que ver lo costoso que ha sido para el país cuando hemos tenido que generar esos acuerdos y esas alianzas. La Asamblea Nacional se ganó en el 2015 porque nosotros no nos dejamos imponer esa política aventurera y fallida”. En su opinión, solo hay una salida, que pasa por reformular al frente político enfrentado a Maduro. “Habrá que reconstruir la oposición como hay que reconstruir Venezuela”.

“Traición a la patria”

El Gobierno de Nicolás Maduro reaccionó esta semana a la negativa de la justicia británica de entregarle las reservas de oro depositadas en el Banco de Inglaterra con una nueva arremetida contra la oposición. El fiscal general venezolano, Tarek William Saab, imputó los delitos de “traición a la patria, usurpación de funciones y asociación para delinquir” a 11 colaboradores de Juan Guaidó, ordenando además su captura y congelamiento de bienes.

En el grupo figuran dirigentes como Julio Borges, Carlos Vecchio o Vanessa Neumann, respectivamente, representantes del jefe del Parlamento en Colombia, Estados Unidos y Reino Unido. Según el régimen, el fallo de un tribunal de Londres es una decisión política. “El juez, como él mismo lo confiesa en el fallo, se sometió a la postura política del Gobierno británico, que entregado como está a la política exterior de Estados Unidos reconoció al supuesto presidente interino”, dijo Saab en referencia a Guaidó. La fiscalía, controlada por el chavismo, decidió actuar además en contra de cinco directivos de la Junta del Banco Central de Venezuela nombrada por la Asamblea Nacional y a miembros de la Oficina del Procurador General. La decisión tiene, en realidad, carácter simbólico y no tendrá efecto porque estos dirigentes, acusados de “favorecer los intereses de potencias extranjeras”, no se encuentran en territorio venezolano.

Los lazos con la comunidad internacional siguen siendo la principal baza de Guaidó, especialmente el apoyo que, pese a las últimas tiranteces con la Administración de Donald Trump, manifiesta Estados Unidos. El presidente felicitó este domingo a los venezolanos por el 209 aniversario de la declaración de independencia y confió en que el país esté camino de lograr “verdadera independencia”.

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