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El Partido Comunista busca capitalizar en las urnas el descontento popular en Rusia

El malestar social y la represión contra los opositores hacen de esta formación una de las pocas opciones contra Putin en los comicios de este fin de semana

En la sala de juntas, ante el neón con el símbolo del Partido Comunista, varios de sus miembros de la formación en Kurks: Alexander Ponarin, primer secretario del Komsomol (su organización juvenil), y los candidatos a la Duma Svetlana Kanunnikova, Nikolai Ivanov y Alexéi Bobovnikov
En la sala de juntas, ante el neón con el símbolo del Partido Comunista, varios de sus miembros de la formación en Kurks: Alexander Ponarin, primer secretario del Komsomol (su organización juvenil), y los candidatos a la Duma Svetlana Kanunnikova, Nikolai Ivanov y Alexéi BobovnikovMaría Sahuquillo
María R. Sahuquillo

Un vistoso neón rojo con el símbolo de la hoz y el martillo sobre una pulida pared de ladrillo visto domina la sala de juntas de la sede del Partido Comunista de Kursk. El símbolo, colocado sobre el eslogan “la mente, el honor y la conciencia del siglo XXI”, que evoca una cita de Vladímir Lenin, destaca como un decorado en las intervenciones por videoconferencia y en los cada vez más habituales videodiscursos de los camaradas del partido de la ciudad agrícola del centro-sur de Rusia, punto clave en la batalla del Ejército rojo contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial. En otra pared, un cuadro representa a Lenin escuchando a Félix Dzerzhinski, fundador de los órganos de seguridad y represión política bolcheviques. Lo moderno y lo histórico. Un poco como la campaña electoral del Partido Comunista (PCR) para estas elecciones parlamentarias, marcadas por la represión política y la apatía, en las que la veterana formación espera arrebatarle unos cuantos escaños nacionales y regionales a Rusia Unida, el partido al que el presidente Vladimir Putin, pese a que no es miembro, da un sólido apoyo.

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Heredero de la organización que dominó la vida soviética, el Partido Comunista es la segunda formación política de Rusia y la primera de la oposición parlamentaria, la que se conoce como oposición dentro del sistema. Defiende las causas regionales y locales y hacen campaña contra el partido gobernante, pero en los temas sustanciales no desafía al Kremlin, que además los utiliza, señalan los analistas, para absorber el voto de protesta a la vez que da una pátina de legitimidad al régimen híbrido de ‘democracia controlada’ que impera en una Rusia con un sistema de poder cada vez más autoritario.

Nikolai Ivanov, histórico diputado comunista en la Duma estatal (cámara baja del parlamento ruso) y jefe del partido en Kursk, ni siquiera pestañea cuando se le menciona esa crítica. “Nuestro partido se guía por las premisas del sentido común, no perjudicar los intereses del trabajador y por servir al desarrollo y progreso del Estado”, apunta en su despacho, decorado con una gran bandera roja y un busto blanco de Lenin sobre la mesa. “Somos una oposición razonable y apoyaremos lo que sea bueno para las personas” dice Ivanov, que en estos comicios a la Duma se presenta por esta ciudad de 460.000 habitantes. “Entendemos que es necesario cambiar la política, pero pacíficamente”, remarca el político. Como el histórico líder del partido desde hace 28 años, Guennadi Ziuganov, que en ocasiones se percibe como demasiado cercano al Kremlin, Ivanov define al opositor Alexéi Navalni, como un “traidor”.

Con traje y corbata y arreglado como un pincel, Ivanov, de 64 años, que ha sido diputado en la Duma en tres legislaturas y se define como “revolucionario profesional”, representa el engranaje histórico y más tradicional del Partido Comunista, una formación, remarca, “que se basa en los pilares claros de las enseñanzas de Karl Marx en ‘El capital”, y que es mucho más conservadora en temas sociales de vanguardia que algunos de sus ‘primos’ europeos.

Varias personas caminan junto a un cartel de campaña del Partido Comunista, en una calle de Moscú, este miércoles.
Varias personas caminan junto a un cartel de campaña del Partido Comunista, en una calle de Moscú, este miércoles. YURI KOCHETKOV (EFE)

Pero el PCR, que tradicionalmente se había visto como un partido de jubilados y nostálgicos de la Unión Soviética e incluso de estalinismo, y también como una formación dócil y desdentada frente a Kremlin (e incluso como parte de su estáblishment, pese a que votó, por ejemplo, contra reforma constitucional el año pasado que permite a Putin ampliar sus mandatos y perpetuarse en el poder hasta 2036), ha endurecido el tono en los últimos tiempos y se ha reformado. Ha impulsado sus programas para jóvenes y las organizaciones de pioneros, como el Komsomol. Y también se afana por captar el voto de las personas de menos de 50 años, hastiadas con el sistema actual y la crisis económica. Y a la vez que el liderazgo del partido sabe que se arriesga si incumple las reglas del juego del Kremlin, despuntan en la base de la formación políticos con ansias de una oposición más “real” y “de confrontación” con las autoridades, sostiene la analista Tatiana Stanovaya, de la consultora R. Politik.

Políticos de nueva generación y un nuevo tono, como el político youtuber de Saratov, Nikolái Bondarenko, que participó en las protestas por la detención de Navalni, a principios de año; o como Mijaíl Lobanov, un profesor universitario de 37 años, que se postula en estos comicios en Moscú por el PCR, aunque no es militante y que critica abiertamente a la cúpula del partido que, dice, debería ser “más radical y decisivo, y no ceder a la presión del Kremlin”.

Con Rusia Unida en mínimos históricos de intención de voto (29%, según la encuestadora estatal VTsIOM) para estos comicios, y el descontento social por la caída del nivel de vida y por la pandemia, las encuestas dan una importante subida a los comunistas: un 20%, cuando en los últimos años su porcentaje de votos en las legislativas rondaba el 13%. Sin embargo, hay pocas posibilidades de que Rusia Unida pierda su mayoría (ahora tiene 334 de los 450 escaños).

Los buenos datos en los sondeos de los comunistas, analiza Abbas Galliamov, comentarista político y antiguo escritor de discursos para el Kremlin, están asociados con el crecimiento general de sentimientos de protesta y con el hecho de que no hay otra opción ahora que las autoridades han borrado del mapa a las principales figuras de la oposición no parlamentaria, la de fuera del sistema. “El partido está demostrando cada vez más oposición, eso atrae votantes, y cuanto más apoyo reciba, más oposición se volverá”, opina el analista.

El PCR reúne, además, el mayor número de nombres de la lista de ‘voto inteligente’ de Navalni, prohibida por las autoridades —que han designado a las organizaciones del opositor como “extremistas”— y bloqueada ahora por los gigantes de Internet; una aplicación digital que recomienda al candidato opositor con más posibilidades contra Rusia Unida.

En la lista, Alexey Bobovnikov, candidato por el PCR a la Duma por Kursk en uno de sus distritos. El político, de 50 años, que estuvo en el ejército y fue constructor antes de dedicarse a la política - y que tiene un tono de voz que envidiaría cualquier actor de teatro-, también critica con dureza a Navalni, pero no le hace ascos a la recomendación “siempre dentro de la ley”, remarca. “El partido gobernante ha tenido dos décadas para hacer cambios y solo ha dejado el aumento de la edad de jubilación, crecimiento de impuestos y aranceles, el incremento desenfrenado de os precios y la venta de propiedad estatal y municipal. Somos nosotros, realmente, quienes ofrecemos a Rusia un sistema diferente y espero que incluso aquellas personas ideológicamente contrarias, como los simpatizantes de Navalni, nos sigan”, dice.

Sin embargo, el endurecimiento del tono del Partido Comunista y la pérdida de fuelle de Rusia Unida ha desatado una oleada de maniobras de presión administrativa por parte de las autoridades. Como la que ha derivado en el veto de una de sus principales figuras, Pável Grudinin, empresario agrícola y candidato por los comunistas a las presidenciales de 2018 y a quien se le ha impedido concurrir alegando que posee propiedades en el extranjero, se lamenta Svetlana Kanúnnikova, también candidata por Kursk y actual concejala en la ciudad. Licenciada en Relaciones Públicas de 35 años, la política de cabello rubio corto, critica la falta de responsabilidad y acciones de la formación del Gobierno. “Es un partido que solo tiene palabras”, dice Kanunnikova.

Pavel Grudinin, en su despacho el pasado lunes.
Pavel Grudinin, en su despacho el pasado lunes. TATYANA MAKEYEVA (Reuters)

El PCR ha criticado duramente la decisión de vetar a Grudinin y la transparencia de las elecciones, que concluyen este domingo después de tres días de votación, sin transmisión de vídeo en directo, critica el veterano Nikolai Ivanov; tampoco habrá observadores internacionales de la OSCE. El partido ha asegurado este sábado, segundo día de votación, que ha detectado numerosas irregularidades y ha anunciado protestas después de los comicios. “Si las elecciones fueran justas y limpias hace tiempo que habríamos superado a Rusia Unida”, reclama el político de Kursk.

Con un descontento social cada vez más tangible pese al inmovilismo, las últimas medidas del Gobierno para atraer el voto incluyen una paga extra de unos 170 euros para jubilados y trabajadores del sector público y familias con niños en edad escolar. “Dádivas estatales”, las define el comunista Ivanov. “Hay gente que odia al partido gobernante, pero tiene miedo. Sobre todo quienes cobran del Estado: maestros, médicos, funcionarios, jubilados; personas a las que se entregó esa ‘paga’. Siervos que están dispuestos a vender su patria por un trozo de pan y que conforman el sostén del régimen actual aunque en el fondo están descontentos”, añade.

No obstante, con el panorama actual, el principal desafío de los partidos en Rusia es contrarrestar la creciente apatía de los votantes que, además, puede terminar por beneficiar al partido del Gobierno. Personas desencantadas, cansadas o simplemente que ya no creen que puedan cambiar las cosas. Como la maestra Anna Volkonskaya. Mientras supervisa cómo sus dos hijos juegan en el parquecito de un centro comercial de Kursk, remarca que no le interesa la política. La ciudad está limpia y arreglada, señala la mujer, de 42 años, que dice que “como todos” quiere que las cosas “mejoren” pero que “a grandes rasgos” no tiene queja. No planea acudir a votar. En los anteriores comicios lo hizo por Rusia Unida.

La ciudad de Kursk fue clave en la batalla del Ejército rojo contra los nazis.
La ciudad de Kursk fue clave en la batalla del Ejército rojo contra los nazis.María Sahuquillo

Cuando la ciudad de Kursk apenas despierta y se pone en marcha, Gleb Smirnov termina su turno de vigilante privado muy cerca de la Plaza Roja de la cuidad. Casi todos los días toma un bocado rápido en el McDonalds del centro, que bulle de gente a primera hora de la mañana. El corpulento joven de 25 años se siente “desmoralizado” por la situación actual de Rusia, por el aumento del precio de los alimentos básicos un 6,7 de media el año pasado inflación y la caída de un 11% de los ingresos reales desde 2013. No es su “estilo”, apunta el vigilante, pero dará su voto al Partido Comunista. “Realmente tampoco tenemos mucha más opción y las cosas tienen que cambiar”, dice. “Los precios están disparados y los trabajadores nos las vemos crudas mientras que los funcionarios corruptos y los oligarcas se llenan los bolsillos”, abunda Smirnov. Acaba de casarse y antes de la pandemia había planeado abrir, junto a su hoy esposa, una tienda de productos ecológicos. “Ahora todas esas ideas son cenizas, las personas normales, sin padrinos importantes, solo nos podemos permitir soñar”, se lamenta.

¿Nueva gente o los de siempre?

Tatiana Bondarenko, candidata a la Duma estatal por Kursk del partido ‘Nueva gente’. María Sahuquillo.
Tatiana Bondarenko, candidata a la Duma estatal por Kursk del partido ‘Nueva gente’. María Sahuquillo.María Sahuquillo

Registrar un partido legalmente en Rusia no es sencillo. Pero en el sistema de ‘democracia controlada’ vigente en el país euroasiático, donde solo unos pocas formaciones de oposición son toleradas siempre que no se opongan demasiado, surgió hace unos meses un partido nuevo que logro hacerlo el año pasado, poco después del envenenamiento casi mortal de Alexéi Navalni. Se llama Gente Nueva y busca atraer a jóvenes profesionales descontentos; un grupo 'nicho' similar a la base de apoyo del opositor, hoy en prisión, dicen las analistas. Es un partido fresco, y con una agenda que busca canalizar el sentimiento de oposición de la sociedad, pero apoyando la continuidad del Gobierno de Vadímir Putin, varios sondeos pronostican que Gente Nueva podría entrar en el Parlamento.

El partido, fundado por el empresario de la cosmética Alexéi Nechayev tiene casi unas 80 oficinas regionales y una lista de candidatos joven moderna y vistosa. Tatiana Bondarenko, una joven empresaria de 28 años, es su candidata a la Duma del Estado por Kursk. Es una joven cándida, espigada y algo tímida que reconoce que nunca ha votado. “Pensaba que las cosas no se podían cambiar”, cuenta en la sede de la compañía de construcción sostenible que dirige, decorada al estilo eco-hipster. “No creía en la política. Hasta que conocí este partido, Gente Nueva en el que vi gente como yo: comprensiva, decente, a quienes puedes acudir en busca de ayuda”, remarca.

Bondarenko, que ha sufrido críticas en las redes sociales y de quien se ha llegado a decir que es una “niña rica” que se ha pasado a política, basa su agenda en la asistencia a familias numerosas, personas sin ingresos, niños con discapacidades y refugios de animales. Este tema, la protección de los animales –“tengo mas de un centenar de otras ciudades amadrinados”, cuenta— centra gran parte de su discurso.

Pero pese a que los analistas creen que Gente Nueva nació con la bendición del Kremlin y también que es la ‘cara b’ de Rusia Unida, hay nombres del nuevo partido entre la lista de candidatos recomendados por el equipo de Alexéi Navalni para socavar el poder del partido el Gobierno. Entre ellos, el de Tatiana Bondarenko que, según el sistema de ‘voto inteligente’ ideado por los aliados del opositor, prohibido por las autoridades rusas y bloqueado por los gigantes de Internet después de la presión del Kremlin.

Bonarenko se ajusta las gafas de gruesa montura negra cuando se menciona el ‘voto inteligente’. Cuenta que lloró cuando se enteró de que su nombre estaba en la lista. “Estoy en schock. No sabía qué era hasta que me lo dijeron”, dice la empresaria, que asegura que sus propuestas nada tienen que ver con otras formaciones, que Nueva Gente es un partido muy real y no otro brazo de Rusia Unida .

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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