Los aliados de la OTAN comprometen más dinero y armamento pesado para Ucrania

Varios países buscan aumentar los suministros a Kiev ante las dificultades para contrarrestar la ofensiva rusa en la zona de Donbás

Joe Biden, durante la última jornada de la cumbre de la OTAN en Madrid.Foto: LUIS SEVILLANO | Vídeo: REUTERS

Los aliados de la OTAN aprovecharon la última jornada de la cumbre anual de la Alianza para transmitir un mensaje de inquebrantable apoyo a Ucrania cuando la invasión rusa ha entrado ya en su quinto mes, obteniendo desde hace semanas avances en la región oriental de Donbás y provocando graves turbulencias globales, sob...

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Los aliados de la OTAN aprovecharon la última jornada de la cumbre anual de la Alianza para transmitir un mensaje de inquebrantable apoyo a Ucrania cuando la invasión rusa ha entrado ya en su quinto mes, obteniendo desde hace semanas avances en la región oriental de Donbás y provocando graves turbulencias globales, sobre todo en términos de escalada de precios de energía y alimentos. Frente a las dificultades militares sobre el terreno y el malestar que se incuba en muchas sociedades, varios países anunciaron una intensificación del apoyo a Kiev con nueva ayuda militar —entre ellos Estados Unidos, el Reino Unido y Francia—.

“Esta guerra no terminará con una victoria de Rusia sobre Ucrania”, sentenció el presidente de EE UU, Joe Biden, en una conferencia de prensa en la que anunció que su país se dispone a enviar ayuda militar suplementaria por valor de unos 770 millones de euros. “Incluirá avanzadas defensas aéreas occidentales, nuevas municiones para el sistema de lanzamisiles múltiple Himars y radares para detectar piezas de artillería”, dijo Biden, quien precisó que su secretario de Defensa, Lloyd Austin, reunió a mediados de junio, en el marco del Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania, a representantes de medio centenar de países dispuestos a suministrar apoyo al país atacado. EE UU ha aprobado ayuda militar a Kiev por unos 6.700 millones de euros desde que Biden asumió la presidencia.

El Reino Unido también aprovechó la cumbre para anunciar, este miércoles, el envío de ayuda suplementaria por valor de 1.160 millones de euros, que incluirá defensas aéreas, drones y equipamiento para guerra electrónica. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, señaló en su conferencia de prensa que París enviará otros seis sistemas de artillería Caesar, además de los 12 ya entregados. Los Caesar tienen un alcance de hasta 50 kilómetros.

Entrenamiento y armas más sofisticadas

Los anuncios se sobreponen unos a otros, y a menudo las entregas encuentran dificultades y se realizan con mucha menos fluidez que la comunicación. Pero en la cumbre ha cristalizado la determinación política de proveer a Ucrania con armamento más pesado y sofisticado que al principio. En ese sentido, la Alianza ha manifestado su compromiso de entrenar a las fuerzas ucranias para el manejo de armamento con estándares OTAN. El Ejército de Ucrania utiliza armamento de fabricación soviética, pero las escasas existencias de ese tipo de material en los arsenales de algunos socios orientales de la OTAN se van acabando.

El otro aspecto relevante es el posible surgimiento de una fatiga bélica en sociedades occidentales a causa de los efectos colaterales del conflicto, como reflejan datos de inflación como el publicado el miércoles en España. No es descartable que esto acabe elevando la presión sobre gobiernos de algunos países occidentales para que proyecten su influencia en aras de una salida negociada.

Pero los mandatarios, tanto en la cumbre de la OTAN como en la del G-7 concluida el martes, han reafirmado con contundencia conceptos alejados de esa perspectiva. “Ceder es ceder en nuestros principios”, dijo Macron, “por eso insistiremos en el apoyo a Ucrania y en las sanciones”. “Si Ucrania pierde, las democracias pierden. Si Ucrania pierde, será más difícil sostener que la democracia es el modelo de Gobierno más eficaz”, dijo el primer ministro italiano, Mario Draghi, en el G-7. Preguntado durante cuánto tiempo tendrían los ciudadanos estadounidenses que pagar altos precios de gasolina, Biden respondió: “Lo que haga falta para que Rusia no pueda derrotar a Ucrania y no pueda ir más allá de Ucrania”.

Y “durante el tiempo que haga falta” fue el mensaje del G-7 con respecto a su disposición a ayudar a Ucrania. Los líderes dejaron claro que es Kiev quien debe decidir si quiere dialogar, y cómo entablar una negociación que pare las hostilidades. El presidente Zelenski señaló en el G-7 que no considera que ese momento ha llegado.

Otra cosa es que, incluso si Kiev lo deseara, Vladímir Putin esté dispuesto a ello. La directora de Inteligencia Nacional de EE UU, Avril Haines, manifestó el miércoles en una comparecencia parlamentaria que la comunidad de servicios secretos estadounidense cree que el Kremlin mantiene su objetivo de conquistar territorialmente una amplia parte de Ucrania. Debido al debilitamiento de su fuerza militar, es improbable que pueda alcanzar pronto ese objetivo, y el conjunto de esos factores induce a considerar probable una guerra de desgaste muy prolongada. El primer ministro británico, Boris Johnson, fue explícito en Madrid al señalar que no se vislumbra el más mínimo atisbo de intención de Putin de sentarse a negociar.

Ese escenario hace temer una duradera proyección de las turbulencias vinculadas a la guerra. En España, la inflación superó en junio el 10% en tasa interanual, según datos conocidos el miércoles, el peor registro desde 1985. El mismo día, el Departamento de Comercio de EE UU publicó datos que apuntan a una ralentización del gasto en consumo en ese país, un elemento que refuerza los presagios de un camino hacia la recesión. Estadísticas similares se reproducen en gran parte del arco occidental y amenazan con causar intenso malestar social. Los valores bursátiles en EE UU registran el peor primer semestre en décadas.

Las dificultades y contradicciones afloran en múltiples sentidos. Uno de ellos, los síntomas de retroceso en la lucha contra el cambio climático, con el recurso al carbón o la vulneración, por parte del G-7, de la promesa de evitar inversiones públicas en el sector de los combustibles fósiles para superar los problemas de suministro vinculados a la guerra. La decisión ha provocado un rotundo rechazo entre los sostenedores de una lucha decidida contra el calentamiento global.

Todo apunta, pues, a un conflicto prolongado, con persistentes turbulencias. De momento, como señaló Macron, la apuesta es clara: apoyo firme y creciente a Kiev y gran esfuerzo para paliar las consecuencias socioeconómicas más allá de Ucrania. Ese es el mensaje unitario que salió del maratón de cumbres del universo democrático que empezó el pasado jueves ―con el ofrecimiento de la UE a Ucrania del estatus de país candidato―, continuó con el G-7 en Alemania, y termina este jueves en Madrid con una cumbre de la OTAN que abre paso a la ampliación de la organización y una ambiciosa revisión de su estrategia. “Putin quería una finlandización de la OTAN, y ha obtenido una otanización de Finlandia. Le dije que si invadía Ucrania, la OTAN se tornaría más fuerte y unida”, dijo Biden. De momento, ese es el rasgo predominante. El tiempo dirá si las perturbaciones socioeconómicas abrirán grietas en esa sintonía.

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