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Un bolsonarista mata a puñaladas a un seguidor de Lula en Brasil

El asesinato, ocurrido en el Estado de Mato Grosso a tres semanas de las elecciones, aumenta el temor a que la violencia marque la campaña

Un seguidor del presidente Jair Bolsonaro durante una protesta en favor del actual mandatario.
Un seguidor del presidente Jair Bolsonaro durante una protesta en favor del actual mandatario.Alexandre Schneider (Getty Images)

La campaña electoral de Brasil vuelve a teñirse de sangre. Una discusión política derivó en asesinato en una zona rural del Estado de Mato Grosso, en el interior del país. Según informaciones de la Policía Civil recogidas por la prensa local, Rafael Silva de Oliveira, de 24 años y simpatizante del presidente Jair Bolsonaro, asesinó a puñaladas a Benedito Cardoso dos Santos, de 44 años y seguidor de Lula da Silva, después de que una acalorada discusión sobre política se les fuera de las manos el pasado miércoles. La policía no tiene dudas sobre la motivación política del asesinato.

“Lo que llevó al crimen fue una opinión política divergente: la víctima estaba defendiendo a Lula, y el autor, defendiendo a Bolsonaro”, explicó el comisario de la Policía Civil, Víctor Oliveira. Todo empezó en una finca rural de la ciudad de Confresa, donde los dos trabajaban juntos cortando leña. La noche del 7 de septiembre, día de la Independencia de Brasil y que estuvo marcado por masivas manifestaciones a favor de Bolsonaro, los dos empezaron a discutir, elevando el tono hasta que Dos Santos propinó un puñetazo en la cara de Oliveira y le amenazó con un cuchillo.

Los dos forcejearon y el más joven consiguió hacerse con el arma blanca. Apuñaló a la víctima por la espalda, en el cuello y en la cabeza. Con su colega moribundo, se dirigió a una caseta cercana, donde tomó un hacha y le remató con un corte en el cuello. Después, el autor del crimen escondió las armas y se dirigió a pie hasta la ciudad de Confresa en busca de un hospital, dado que también tenía heridas en la cabeza y en la mano. En el hospital contó que había sufrido un robo, pero cuando fue trasladado a una comisaría acabó confesando el crimen. Fue detenido enseguida y ahora permanece preso acusado de un delito clasificado en Brasil como “homicidio por motivo torpe y cruel”.

El juez que decidió mantenerle preso, Eduardo Bezerra, afirmó en su decisión que la intolerancia “no debe y no será admitida, bajo riesgo de retroceder a los tiempos de barbarie”. El asesinato en Mato Grosso es un nuevo episodio que aumenta el temor a que la violencia entre los seguidores de los favoritos marque la campaña para las elecciones del 2 de octubre. Si nadie obtiene la mayoría de los votos válidos, habrá segunda vuelta el 30 de octubre.

En julio, un seguidor de Bolsonaro mató a tiros a un tesorero del Partido de los Trabajadores (PT) durante su fiesta de cumpleaños, que tenía como temática principal un homenaje a Lula. Y la semana pasada, otra discusión política en una iglesia evangélica acabó con un simpatizante del expresidente herido de bala.

El expresidente Lula ha tuiteado tras conocerse el nuevo asesinato que “la intolerancia se ha llevado una vida más. Brasil no merece este odio que se ha instaurado en el país”.

Lula, favorito en todas las encuestas de cara a los comicios, estuvo este viernes en un encuentro con evangélicos, en São Gonçalo, en la periferia de Río. Poco antes de que subiera al escenario, hubo una trifulca a las puertas del polideportivo donde se celebraba el acto. Un grupo de simpatizantes de Lula agredió a un bolsonarista que pasó con su coche por las inmediaciones y según los testigos estaría provocando a los manifestantes. Tenía todo el vehículo forrado con montajes que mostraban a Lula entre rejas. Hubo un conato de pelea generalizada, el bolsonarista acabó con parte del rostro sangrando y tuvo que intervenir la policía.

La tensión se palpa en el ambiente. Las medidas de seguridad en los actos de campaña de Lula, con arcos detectores de metales o altas vallas de protección, no se veían en otras elecciones. Tanto Bolsonaro como Lula suelen usar chaleco antibalas en sus mítines. Y la seguridad de este último, que ya era uno de los principales quebraderos de cabeza de su equipo de campaña campaña, se ha reforzado tras el atentado contra la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner.

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