El Papa pone a prueba sus fuerzas en el corazón del África católica
Francisco viaja al Congo y a Sudán del Sur, epicentros del catolicismo en el continente en plena escalada violenta, en un momento clave de su pontificado
Francisco viaja este martes al corazón de África central, el lugar donde más crece el catolicismo (fieles y vocaciones), y a dos de los países más peligrosos del continente: Sudán del Sur y la República Democrática del Congo (RDC). El Papa visitará ambos Estados desde el 31 de enero al 5 de febrero para pedir, entre otras cosas, que cese la violencia que aterroriza a la población desde hace años en un territorio con unas 120 milicias armadas activas. Un viaje complicado y exigente físicamente ―por el clima, las distancias y los retos de seguridad―, que llega solo un mes después de la muerte de Benedicto XVI y que pondrá a prueba su resistencia física, debido a los problemas en una rodilla que lo obligan todavía a moverse en silla de ruedas. El primer viaje de Francisco, en suma, sin un pontífice emérito viviendo junto a él en el Vaticano.
El Papa aterrizará el martes en Kinsasa, capital del Congo (95 millones de habitantes). Lugar mítico en la literatura de Joseph Conrad o Norman Mailer, pero también el epicentro de la guerra cruenta por el control de la explotación de los yacimientos de minerales que surten a las empresas tecnológicas de todo el mundo para la fabricación de teléfonos y ordenadores. El coltán, producto de la unión de otros dos metales (columbita y tantalita) y piedra angular para la fabricación de cualquier smartphone o videoconsola, se encuentra en el centro del conflicto. La sangrienta lucha por el control de las minas ―muy pocas están reamente gestionadas por el Estado― está impulsada también por países limítrofes como Ruanda o Uganda, en la región fronteriza de Kivu del Norte y Kivu del Sur, que han robado y exportado este material. Los últimos datos de la ONU estiman que entre junio de 2021 y marzo de 2022 murieron en las regiones de Kivu Norte e Ituri 1.261 civiles a manos de los grupos armados.
La inquietud por los problemas de seguridad en la zona ha crecido en los últimos meses. De hecho, el Vaticano ha anulado la visita a Goma, una de las ciudades de RDC a donde huyeron los hutus de Ruanda durante el genocidio de 1994, inicialmente prevista en el viaje de julio, que hubo que suspenderse por los problemas de salud del Papa. “No voy porque tenga miedo yo, a mí no me va a pasar nada, pero con un ambiente así y viendo lo que están haciendo, tiran una bomba en el estadio y matan a muchísimas personas”, explicó el mismo pontífice en la revista Mundo Negro. Pocos días después, un atentado con bomba en una iglesia evangélica dejó 17 muertos.
“Sobre el pontífice no pesa una amenaza específica”, recalcó su portavoz, Matteo Bruni, apuntando a que los problemas podían ser para los fieles que acudiesen a ver al Papa. El aumento de la violencia en el noroeste de la República Democrática del Congo ha derivado en un “gran esfuerzo de las autoridades locales para garantizar la seguridad” en todos los actos, como en la misa que celebrará en el aeropuerto de Ndolo, en Kinsasa, donde se esperan cerca de un millón de personas, apuntó también Bruni.
La ciudad de Kinsasa, de hecho, anunció medidas de seguridad como la creación de una especie de zona verde, llamada “jurisdicción pontificia”, en el barrio de Gombe, en el que se encuentra la nunciatura donde se alojará el Papa y en la que se prohibirá la total circulación de personas si no se tiene una autorización especial. En total, Jorge Bergoglio pronunciará 12 discursos y se reunirá con víctimas de la violencia, desplazados, miembros del clero y representantes de organizaciones benéficas.
En la segunda parte del viaje a África (a partir del viernes), el Papa visitará el país más joven del mundo: Sudán del Sur. Una clara apuesta por la superación del conflicto interno que no cesa. Será la primera vez que un pontífice visite este país, mayoritariamente cristiano, donde el 52% se considera católico y el 9% pertenece a otras confesiones cristianas. Viajará acompañado de otros dos líderes religiosos, Justin Welby, arzobispo de Canterbury y responsable de la Iglesia anglicana y el llamado moderador de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia, el presbiteriano Iain Greenshields. Desde hace años, los tres han impulsado unidos el proceso de paz en Sudán del Sur, para poner fin a la guerra civil en diversas fases que estalló tras el golpe de Estado de diciembre de 2013.
Sudán del Sur continúa siendo uno de los lugares más peligrosos del mundo para los trabajadores humanitarios. A comienzos de 2023, tres cooperantes fueron asesinados mientras prestaban ayuda a personas vulnerables. En 2019, cuando el número de víctimas mortales ya llegaba a 200.000 personas, el Papa convocó en el Vaticano a los representantes de ambas facciones para un retiro espiritual. Allí se produjo esa imagen que muchos recuerdan, cuando el Pontífice besó los pies del presidente y de su principal rival, implorándoles un acuerdo para poner fin a esta tragedia. La estabilidad del país está basada en la difícil convivencia entre su presidente y su vicepresidente, Salva Kiir y Riek Machar. Sus desencuentros, casi siempre fruto de intereses particulares, han provocado todo tipo de conflictos en el país. El viaje del Papa intentará suavizarlos. O al menos, poner el foco mediático internacional ahí durante tres días.
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