El trato a las minorías enfrenta a Ucrania con sus vecinos Rumania y Hungría

Bucarest y Budapest atacan la ley aprobada en diciembre por Kiev al considerar que socava el derecho de las comunidades moldavas, rumanas y magiares a usar sus lenguas en la educación y en la administración pública

Una niña ucrania, en un autobús camino de Bucarest, el 27 de marzo de 2022.Matteo Placucci (Getty)

El fin de la II Guerra Mundial dejó a numerosos pueblos de la Europa del Este embutidos en naciones con lenguas muy distintas. Las dictaduras comunistas lograron durante décadas acallar este crisol de culturas, pero las nuevas autoridades que surgieron de la caída del telón de acero expresaron durante años su preocupación por el trato que reciben sus conciudadanos en países vecinos. En los últimos años, esta inquietud ha despertado de su letargo y se ha reforzado tras la ofensiva rusa en Ucrania, país que considera la lengua rusa como uno de los instrumentos que el Kremlin utiliza para su expa...

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El fin de la II Guerra Mundial dejó a numerosos pueblos de la Europa del Este embutidos en naciones con lenguas muy distintas. Las dictaduras comunistas lograron durante décadas acallar este crisol de culturas, pero las nuevas autoridades que surgieron de la caída del telón de acero expresaron durante años su preocupación por el trato que reciben sus conciudadanos en países vecinos. En los últimos años, esta inquietud ha despertado de su letargo y se ha reforzado tras la ofensiva rusa en Ucrania, país que considera la lengua rusa como uno de los instrumentos que el Kremlin utiliza para su expansión geopolítica.

Tanto Rumania como Hungría, que cuentan con importantes comunidades en territorio ucranio, han transmitido a Kiev su enfado después de que la Rada Suprema (el Parlamento) adoptara el pasado 13 de diciembre una nueva ley sobre minorías que, en gran parte, ratifica la legislación aprobada en 2017, por la que se prevé la sustitución gradual de asignaturas impartidas en la lengua materna por la ucrania. Hasta ese año, las minorías en Ucrania gozaban del derecho a estudiar exclusivamente en su idioma en los ciclos de infantil, primaria y secundaria, mientras que el ucranio se mantenía al margen. Esta ley, que puede ser modificada, tampoco ofrece garantías de que los ciudadanos vayan a ser atendidos en sus respectivos idiomas. En la Ucrania de antes de la guerra, casi 600.000 personas pertenecían a las comunidades moldavas, rumanas o magiares, según el censo de 2001.

La adopción de la ley ―que obtuvo 324 votos a favor y dos abstenciones― provocó que el presidente de Rumania, Klaus Iohannis, llamara a principios de enero a su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski, para manifestar su malestar e instarle a encontrar “soluciones rápidas que respondan y remedien las preocupaciones” de Bucarest sobre la cuestión de las minorías, según informó la Presidencia en un comunicado.

Zelenski, por su parte, intentó rebajar la tensión al acordar una reunión entre los ministros de Exteriores de los dos países para abordar el asunto y le trasladó su disponibilidad a buscar soluciones “en beneficio de la comunidad rumana de Ucrania, de manera que esta disfrute de los mismos derechos que tiene la comunidad ucrania en Rumania”.

Sin embargo, Zelenski ya había desoído anteriormente las peticiones de Rumania para que revisara la ley, al promulgarla el 30 de diciembre sin cambios. Precisamente, una semana antes, Bucarest instó a Kiev a que modificara la legislación y preguntara a la Comisión de Venecia ―órgano consultivo en asuntos constitucionales del Consejo de Europa― a la hora de elaborarla, puesto que, según alega, incumple con los estándares de la Unión Europea. Su misiva dejó entrever incluso que este tema podría poner en peligro el respaldo de Rumania a la candidatura de adhesión de Ucrania a la UE.

“Debido a que la lengua estatal se estudió como una materia separada, hay un bajo nivel de comprensión y uso de la misma; el ruso se utilizó como medio de comunicación interétnica y de formación aislada de la participación en la vida pública y el proceso democrático”, motivó el Tribunal Constitucional de Ucrania, que declaró constitucional en julio de 2021 la ley sobre la lengua ucrania.

Mujeres, niños y varones, la mayoría de etnia romaní, desplazados en el palacio de deportes de Chisináu, la capital moldava, habilitado para la acogida temporal de este grupo de personas, el pasado 4 de enero.Gonzalo Höhr (ACH)

Mayor marginación

No obstante, Aurica Bojescu —presidenta del Centro Independiente de Bucovina, región ucrania fronteriza con Rumania— declaró al portal digital HotNews.ro que la nueva ley “dista mucho de la norma constitucional en la que la educación en lengua materna está garantizada por el Estado”. La experta en derecho de etnia rumana, que participó en la creación de la Constitución de Ucrania en 1996, asegura que traerá una mayor marginación de las minorías en la sociedad ucrania. “Se dejará de formar una élite en la comunidad rumana; de los bancos de las escuelas saldrán estudiantes con oficios simples como artesanos o mecánicos, no intelectuales”, esgrime Bojescu.

De acuerdo al censo oficial realizado por Kiev, hay unos 151.000 ciudadanos ucranios que se declararon de etnia rumana, mientras que unos 260.000 se identificaron como moldavos. Para unirlos y que se conviertan en la tercera comunidad del país después de la ucrania y rusa, Rumania ha pedido que considere a los moldavos como rumanos, ya que la lengua y la identidad moldavas constituyen una creación de la Unión Soviética para debilitar la identidad rumana en los territorios que le arrebató tras el pacto Ribbentrop-Molotov que en 1939, pocos días antes de estallar la II Guerra Mundial, firmaron la Alemania nazi y la Unión Soviética.

Rumania, que ha acogido ya a más de tres millones de refugiados ucranios desde el estallido de la guerra, de los cuales poco más de 100.000 se han establecido en el país, insiste en que las autoridades de Kiev recapaciten y lleven a cabo cambios destinados a recuperar derechos de las comunidades.

A diferencia del lenguaje diplomático utilizado por Bucarest, Hungría subió el 19 de enero el tono al acusar a Ucrania de “acoso” y “privación de derechos” de la minoría magiar en la ciudad de Mukácheve, situada en la región de Transcarpatia, al sudoeste del país. “Si Ucrania quiere ser miembro de la Unión Europea, entonces es inaceptable acosar de forma sistemática a una minoría y privarla de sus derechos”, escribió en la red social de Facebook el secretario de Estado del Ministerio de Exteriores húngaro, Tamas Menczer. “No entendemos en absoluto cómo las decisiones y medidas antihúngaras ayudan a la guerra contra Rusia en Ucrania”, agregó.

Según el portal hungarytoday.hu, los funcionarios locales ucranios decidieron retirar la estatua del pájaro Turul, considerado un símbolo húngaro, de la ciudad de Mukácheve. Además, se prescindió de las banderas de las oficinas administrativas en dos pueblos ucranios con una población mayoritariamente húngara. Se borraron también las inscripciones húngaras de una escuela de fútbol financiada por Budapest en uno de esos pueblos, y se destituyó al director de una escuela húngara de esta localidad.

Se estima que unos 156.000 ciudadanos en Ucrania pertenecen a la etnia magiar. “Instamos a los líderes locales a que detengan de inmediato las atrocidades antihúngaras”, continuó el secretario de Estado en su mensaje, quien pidió a Kiev que “haga todo lo posible, sin demora, para que las medidas antihúngaras sean retiradas y dejar que se restablezca el estado de las cosas”.

Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, acusó a Ucrania de tomar decisiones que socavan los derechos de la comunidad húngara y subrayó que esto complicará el apoyo de Budapest a Ucrania por la guerra, según informó la semana pasada el medio hirado.hu. Szijjarto acusó a Kiev de “ataques concentrados y graves” contra la comunidad húngara en Ucrania.

“Resulta inadmisible que los directores de escuelas y profesores de nacionalidad húngara sean despedidos repentinamente, en gran número, sin ninguna justificación, y que las instituciones se vean obligadas a eliminar los símbolos nacionales húngaros. Todos estos son signos de un grave ataque antihúngaro concentrado”, aseguró el ministro de Exteriores. “Todo esto es inaceptable. En este sentido, las medidas deben ser adoptadas no solo por los húngaros, sino también por la Unión Europea. Es inadmisible afirmar que se trata de una cuestión bilateral”, concluyó.

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