La OTAN muestra su músculo militar aéreo ante la amenaza rusa
La Alianza completa las mayores maniobras de cazas de su historia en vísperas de la cumbre de Lituania, mientras Alemania y Francia difieren en la estrategia para proteger los cielos
La alianza militar oriental Occasus y las fuerzas especiales de la organización Brückner tratan de adentrarse en suelo alemán. Tras aumentar su presencia en torno al flanco este, se preparan para avanzar hacia el norte y capturar el puerto báltico de Rostock. En respuesta, la OTAN activa su artículo 5: el ataque a un aliado es una agresión a todos. Occasus no existe. Tampoco Brückner, descrita como amenaza ficticia por las Fuerzas Aéreas alemanas. Es una crisis simulada que ha servido de base para las mayores maniobras aéreas de la historia de la Alianza Atlántica, lideradas por Alemania, y qu...
La alianza militar oriental Occasus y las fuerzas especiales de la organización Brückner tratan de adentrarse en suelo alemán. Tras aumentar su presencia en torno al flanco este, se preparan para avanzar hacia el norte y capturar el puerto báltico de Rostock. En respuesta, la OTAN activa su artículo 5: el ataque a un aliado es una agresión a todos. Occasus no existe. Tampoco Brückner, descrita como amenaza ficticia por las Fuerzas Aéreas alemanas. Es una crisis simulada que ha servido de base para las mayores maniobras aéreas de la historia de la Alianza Atlántica, lideradas por Alemania, y que han mostrado la respuesta y el músculo militar aéreo de la organización con Rusia en el foco.
El zumbido de los cazas es ensordecedor en la base de Jagel, al norte de Alemania. Ondulados F-16. Cazas A-10 Thunderbolt. JAS-39 húngaros. Puntiagudos tornados alemanes. Todos en línea para comenzar las maniobras diarias. Los equipos militares los rodean y revisan que todo está en orden. Después, se preparan. Cuando reciben la llamada de acción, ruedan por la pista y despegan. Todo en unos segundos. Las maniobras Air Defender 23, que terminaron a finales de junio y que visitó EL PAÍS, han reunido durante dos semanas a 10.000 militares de 25 países aliados —y Suecia— y han involucrado el entrenamiento de 250 aeronaves —entre ellas, tres Eurofighter españoles— en seis bases alemanas y algunas instalaciones de Estonia, Letonia y República Checa.
Han sido unos ejercicios históricos en un momento especialmente sensible, cuando la guerra en Ucrania corre el riesgo de enquistarse y la OTAN se prepara para aprobar en la cumbre de Vilnius (Lituania), que empieza el martes, su mayor reorganización desde la Guerra Fría con una nueva estrategia secreta dividida por regiones —con Moscú y el terrorismo como principales amenazas— y que también busca el refuerzo de la defensa aérea aliada; sobre todo en el flanco oriental.
El teniente coronel estadounidense Tater Boudreaux y su compañero Tito trajeron cazas F-16 a Jagel en siete horas. “Tomamos la ruta larga, la de los paisajes”, bromea Boudreaux, originario de Nueva Orleans. Ese tiempo no es representativo. Si tuvieran una alerta sería mucho menos. Las maniobras se basan en un despliegue semipermanente y se tardó alrededor de una semana en mover unas 400 toneladas de material al corazón de Europa, entre equipamiento, elementos de los cazas y de los aviones de carga, explica un oficial alemán en una de las grandes carpas instaladas dentro de la base de Jagel y que sirve como uno de los centros de operaciones.
Además, los ingenieros y operarios militares han completado la instalación —que ya se había avanzado— de un gigantesco depósito de combustible con dos kilómetros de tuberías en la base aérea de Wunstorf, centro logístico de los entrenamientos, explica el teniente alemán Huber durante una visita a la instalación organizada por la Alianza Atlántica a la que fue invitado este diario. A Wunstorf no llega el oleoducto controlado por la OTAN construido durante la Guerra Fría para dar autonomía a la organización en la zona en caso de ataque.
Han entrenado la sincronización, los vuelos, el intercambio de información codificada entre aliados. También, operaciones de repostaje que hasta hace muy poco los ejércitos europeos no podían realizar sin ayuda de aeronaves estadounidenses.
La Alianza ha planeado las maniobras Air Defender 2023 desde 2018, porque movilizar a 25 aliados y planificar un cronograma es complejo. Sin embargo, la guerra de Rusia en Ucrania, que ha sacudido la arquitectura de seguridad global, ha dado un nuevo impulso al enorme entrenamiento que ha recorrido los cielos europeos y a otros ejercicios como los terrestres Griffin Storm, en la lituana Pabrade, que acabaron el viernes.
Cumbre a 200 kilómetros de Rusia
Son una demostración de fuerza en vísperas de la decisiva cumbre de la OTAN de Vilnius, una localización especialmente simbólica, a unos 200 kilómetros del enclave ruso de Kaliningrado y a 35 de Bielorrusia. Este país, aliado de Moscú, ha servido como lanzadera a las tropas de Vladímir Putin para la invasión a gran escala de Ucrania y en los últimos días se ha ofrecido a acoger a la compañía de mercenarios Wagner y a su jefe, Yevgueni Prigozhin, tras el fallido motín del 24 de junio que ha dejado al descubierto las grietas del Kremlin.
“Estamos ejerciendo la defensa de nuestro país y de nuestra Alianza para que todos tomen en serio nuestro compromiso para proteger cada centímetro de nuestro territorio”, remarcó el canciller alemán, Olaf Scholz, durante una visita a las maniobras aéreas. La OTAN insiste en que las maniobras no tienen ningún enemigo como modelo. Pero las similitudes están ahí.
Rusia ha cargado contra la Alianza por las maniobras. “Este tipo de ejercicios arroja luz sobre el hecho de que la maquinaria militar de la OTAN no tiene nada que ver con la defensa y que todos sus esfuerzos están dirigidos exclusivamente a la contención integral de nuestro país e incluso al ensayo de formas de atacar a Rusia”, lanzó una portavoz del Ministerio de Exteriores. También China —que fue definida como el “mayor reto” para la Alianza en la cumbre de Madrid, hace un año— ha afirmado, a través de sus medios de comunicación oficialistas, que el entrenamiento “exacerba la confrontación geopolítica en Europa”.
Aunque empezaron a diseñarse hace tiempo, las maniobras han sido otro punto de significación de Berlín en su proceso de afirmación como un actor de seguridad global y avanzar en el punto de inflexión trascendental —Zeitenwende, definió Scholz— surgido tras la guerra de Rusia en Ucrania. Sin embargo, los entrenamientos también han visibilizado que la defensa aérea de la OTAN depende en gran medida de Estados Unidos. Es el miembro más poderoso de los 31 que componen la organización —a la que se sumó en abril Finlandia y que espera contar pronto con Suecia—, que ha movilizado 100 aviones para las Air Defender 23 desde varias bases militares de todo el país.
Proteger los cielos
La estrategia de protección de los cielos europeos y sus carencias ha sido un debate muy caliente en Europa desde que Putin lanzó la invasión de Ucrania hace 500 días. En la cumbre de Vilnius del martes y el miércoles se espera consagrar un nuevo marco para el flanco oriental, dentro de los llamados planes regionales, que cambie el modelo de policía aérea para vigilar los aviones militares rusos por el de patrullas aéreas, más activo.
Mientras, con Washington observando de fondo, el eje franco-alemán también ha chocado en el modelo a seguir para proteger el cielo. Berlín ha impulsado una iniciativa para crear un escudo antimisiles (la Sky Shield) a la que ya se han sumado 16 países europeos y que plantea comprar de manera conjunta un sistema de defensa antiaérea —que se integraría con el de la OTAN— a través de tecnología estadounidense e israelí, además de la germana. Alemania argumenta que es más pragmático y rápido invertir en soluciones probadas. Mientras, el presidente francés, Emmanuel Macron, instó el mes pasado a los aliados a apostar por una estrategia aérea más local y pensar, por tanto, en sistemas fiables a largo plazo.
El presidente francés, que reclama que la UE necesita autonomía estratégica para no depender de EE UU a través de la OTAN y que está presionando también a Bruselas para que prime la industria europea en las compras conjuntas, aseguró que al menos cuatro países —Bélgica, Chipre, Estonia y Hungría— han firmado una carta de intención de compra conjunta de los sistemas de defensa aérea franceses Mistral. “Lo que muestra Ucrania es que solo podemos dar a Kiev lo que tenemos y producimos. Lo que viene de países no europeos es menos manejable. Está sujeto a calendarios, prioridades y, a veces, incluso a autorizaciones de terceros países”, afirmó en una visita al salón aeronáutico de París.
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