Putin apela en su investidura a la ciudadanía para ganar la guerra en Ucrania: “Juntos venceremos”
El mandatario toma posesión como presidente hasta 2030 con un discurso de desafío a Occidente
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha formalizado este martes en el Kremlin su nueva toma de posesión, la quinta desde que se hizo con las riendas del país el fin de año de 1999 y que le mantendrá en el poder otros seis años, hasta 2030. El mandatario ha jurado ante la Constitución rusa “respetar y proteger los derechos y libertades del ciudadano” en esta nueva legislatura, la primera con el opositor Alexéi Navalni muerto y el resto de los disidentes en el exilio o en la cárcel. Su nuevo mandato, tras vencer en las elecciones del pasado marzo con un inaudito 87,28% de los votos —un proceso sin garantías—, arranca además marcado por el estancamiento de la invasión de Ucrania en su tercer año de derramamiento de sangre. “Juntos venceremos”, ha apostillado el líder ruso al final de su discurso, con el propósito de incluir a todos los rusos como uno de los bandos en esa guerra.
El Kremlin divide a los rusos entre fieles y traidores. En el salón de San Andrés del Gran Palacio del Kremlin, Putin ha advertido a la élite rusa de que bajo su Gobierno no habrá espacio para la oposición. “Debemos tener presente el coste trágico del malestar y la agitación interna, por lo que el sistema político de la Federación de Rusia debe ser estable”, ha manifestado el presidente ante un amplio círculo de políticos, empresarios, militares y otras personalidades cuya presencia allí no es garantía de ser intocable en la Rusia de Putin.
“Nuestro sistema estatal y sociopolítico debe ser fuerte y absolutamente resistente a cualquier desafío y amenaza”, ha agregado el líder ruso. Todos los que osaron criticarle estos años, desde la oposición liberal al ultranacionalismo, han muerto, han sido detenidos o han sido relegados al ostracismo, incluidos héroes populares como el jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, y el general que alzó la línea defensiva que evitó la derrota rusa, Serguéi Surovikin.
El mandatario ha apelado a la historia y a sus antepasados para arrogarse una misión imperial, la grandeza de lo que denomina su “país-civilización”. “Conquistaron alturas aparentemente inaccesibles. Sabían que solo era posible alcanzar la grandeza con el país y el pueblo unidos. Crearon una potencia mundial, nuestra patria, y sus triunfos nos inspiran”, ha afirmado el jefe de Estado tras aseverar que su búsqueda de la grandeza debe continuar: “Hoy debemos responder ante nuestra historia milenaria, ante nuestros antepasados”.
“Se trata, ante todo, de salvar al pueblo”, ha señalado Putin como una de sus prioridades, y ha confiado en que “el apoyo a los valores y tradiciones familiares centenarios seguirá uniendo a las organizaciones civiles y religiosas, a los partidos políticos y todos los niveles del Gobierno”.
La investidura de Putin abre un nuevo capítulo en el poder. El Estado ruso es un sistema presidencial y su gabinete de ministros cesa el día de la toma de posesión para nombrar uno nuevo. El perfil que elija Putin para el primer ministro, actualmente el tecnócrata Mijaíl Mishustin, y sus ministros, especialmente si sigue o no el de Defensa, Serguéi Shoigú, dará una pista de cómo ve Putin el futuro de una guerra sin horizonte claro.
Occidente reconoce de facto a Putin
En las elecciones del pasado marzo, donde Putin arrasó, las autoridades no permitieron postularse a ningún candidato independiente y los únicos tres rivales del mandatario fueron elegidos por partidos fieles al Kremlin que nunca votan en contra de sus propuestas en el parlamento. Además, la oposición denunció un fraude electoral masivo en los comicios y Moscú vetó por primera vez la presencia de los observadores internacionales de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
“Ustedes, ciudadanos de Rusia, han confirmado —en las elecciones— que el rumbo del país es correcto”, ha afirmado el presidente ruso en un momento de su breve discurso a la nación, donde mantuvo un tono más serio y menos eufórico que el que mostraba en sus intervenciones de finales del pasado año tras haber parado la contraofensiva ucrania: “Estoy seguro de que atravesaremos con dignidad este difícil periodo histórico, nos haremos fuertes e implantaremos nuestros planes y proyectos de gran escala a largo plazo”.
Putin ha insistido en su discurso en que Moscú está dispuesta a dialogar con Occidente “incluso sobre cuestiones de seguridad y estabilidad estratégica”, pero “solo en igualdad de condiciones y respetando los intereses de cada uno”.
No obstante, uno de los objetivos inalienables de Putin es mantener la influencia de Moscú en los países que considera parte de su esfera de influencia. Por ejemplo, Ucrania, cuyo acercamiento a Europa es una línea roja para el Kremlin, como demostraron las infructuosas negociaciones de Moscú con EE UU y el bloque comunitario hasta los días previos a la invasión.
“La elección es suya [de Occidente]. ¿Tienen la intención de seguir intentando frenar el desarrollo de Rusia?”, ha declarado Putin durante su intervención, en la que lanzó un guiño más a China, su gran apoyo hoy. “Continuaremos trabajando para formar un orden mundial multipolar y un sistema de seguridad igualitario e indivisible junto con nuestros socios en la integración euroasiática y otros centros de desarrollo soberano”, ha agregado el mandatario.
La gran mayoría de las misiones diplomáticas occidentales mostraron su rechazo a Putin al no acudir a la ceremonia, incluida la española, aunque la nueva presidencia del mandatario ha sido reconocida por esos mismos países. No obstante, otros diplomáticos estuvieron presentes en el acto.
Según el medio estadounidense Radio Free Europe / Radio Liberty (RFE/RL), prohibido por el Kremlin, los embajadores de un puñado de países de la Unión Europea acudieron al acto. No solo de la “aliada” Hungría de Viktor Orbán, sino también de Eslovaquia, Grecia, Malta, Chipre y Francia, pese al abierto enfrentamiento entre El Elíseo y Moscú por la propuesta francesa de desplegar tropas en Ucrania.
“La participación de nuestro embajador no significa que consideremos legítima la elección de Putin o que reconozcamos su presidencia, solo significa que tenemos una embajada en Moscú”, declaró una fuente de la embajada francesa a RFE/RL.
La ceremonia de investidura continuó dentro del recinto del Kremlin con un pequeño acto militar en su plaza y un servicio religioso en la catedral de la Anunciación dirigido por el Patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Kiril, uno de los grandes defensores de la ofensiva contra el pueblo ucranio dentro de Rusia. Las medidas de seguridad han sido extremas. El centro de Moscú fue cercado por la policía y las autoridades interrumpieron las comunicaciones por teléfono durante la investidura.
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