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Apoyo a Putin y flirteo con las teorías conspiranoicas: el pasado de Nigel Farage le persigue

Los conservadores intentan reaccionar a última hora contra el candidato de Reform UK, su principal amenaza en las elecciones del 4 de julio

Nigel Farage
Nigel Farage señalaba este lunes en Maidestone, al sur de Inglaterra, una vieja portada en la que se acusaba al ex primer ministro británico, Boris Johnson, de culpar a la UE de la invasión de Ucrania.ANDY RAIN (EFE)
Rafa de Miguel

El Partido Conservador británico ha comenzado a entender que al populista Nigel Farage y a su partido Reform UK, una amenaza casi existencial para el futuro inmediato de los tories, ni se le abraza, ni se le corteja, ni mucho menos se le ignora. A 10 días de unas elecciones que pueden suponer una debacle para Rishi Sunak y la derecha histórica del Reino Unido, quizá la decisión de atacar a Farage ya no sirva para nada, pero han comenzado a airearse públicamente con rabia sus errores del pasado, su devaneo con las teorías conspirativas de la derecha estadounidense más salvaje y su apología de Vladímir Putin y la invasión de Ucrania.

Tiene algo de ironía del destino que el ataque más demoledor contra el personaje haya venido del único que en los últimos años ha estado a su nivel en histrionismo y popularidad: Boris Johnson.

“Esto es una chorrada vomitiva y completamente contraria a la historia. Nadie provocó a Putin. Nadie ha agitado al oso con un palo”, escribía este domingo el ex primer ministro conservador en su cuenta de X (antes Twitter). “Resulta extravagante que el autor del texto [en referencia a Farage] sugiera que lo que debemos hacer ahora es reducir nuestra a ayuda a Ucrania”, añadía.

Respondía de este modo a las declaraciones del político populista a la BBC, refrendadas luego en una tribuna publicada en el diario The Daily Telegraph —siempre dispuesto a jalear al ala dura de los tories y al propio Farage— en las que justificaba la invasión de Ucrania por la expansión hacia el este de la OTAN y de la UE. “Nunca he sido un apologista o un defensor de Putin”, decía, “pero si provocas con un palo al oso ruso, no te sorprendas luego si responde”.

El respaldo firme, temprano y continuado a Ucrania ha sido una de las decisiones más populares de los últimos gobiernos conservadores. Fue, de hecho, el último aliento de Johnson, y le permitió recuperar brevemente su maltrecha popularidad.

Tanto Sunak como el candidato del Partido Laborista, Keir Starmer, han cargado duramente contra Farage, al que han tachado de “apaciguador” [una referencia a la acusación de Churchill contra Chamberlain cuando intentó negociar con Hitler]; han definido sus palabras como una “vergüenza” y le han señalado por hacer el juego a Putin.

Está por ver cuál será la eficacia de estos ataques una vez que, según todas las encuestas, muchos votantes conservadores —casi la mitad de ellos— han elegido utilizar a Farage como la bota perfecta para golpear el trasero al Partido Conservador. No parece importarles mucho ni el pasado ni las extravagancias del político, como no les importaron en su momento las de Johnson, al que algunos han recordado en las últimas horas que también él, durante la campaña del referéndum del Brexit de 2016 y mucho antes de convertirse en un estadista defensor de Ucrania, acusó a Bruselas de provocar a Rusia con su política de expansión.

Flirteos con las teorías de la conspiración

El populista Farage fue de joven un admirador del infame Enoch Powell, un diputado conservador que a finales de los sesenta del siglo pasado agitó al partido tory y lo empujó aún más a la derecha con un mensaje racista y xenófobo. Su discurso de 1968 en Birmingham, bautizado por los medios como “ríos de sangre” (Rivers of Blood), tensionó al Reino Unido tanto como Farage lo tensiona estos días. Casualmente, con el mismo grado de inquina hacia los llegados de fuera. Powell pasará también a la historia por una frase tan demoledora como acertada: “Toda carrera política conduce inevitablemente al fracaso”.

La de Farage, es previsible, también tendrá esa conclusión. Pero si el 4 de julio logra un escaño y se introduce en el Parlamento británico, el daño que puede hacer a quien sea nuevo líder de los tories, con el robo de tiempo y de focos, es demoledor.

Por eso, en las últimas horas han surgido algunas de las historias más extravagantes de su ya larga trayectoria política. Como la conversación que mantuvo en 2018 con el presentador estadounidense Alex Jones, un defensor de Trump, de la derecha alternativa y de las teorías de la conspiración más salvajes que han circulado en los últimos tiempos. Por ejemplo, la tesis defendida por Jones de que la matanza de Sandy Hook de 2012, cuando 26 personas fallecieron en una escuela estadounidense en otra masacre con armas de fuego, fue un montaje falso elaborado por los defensores de un mayor control de las armas en el país.

Jones usaba la misma cantinela que otros al presentar el aluvión de demandas puestas contra él por los familiares de las víctimas como un ataque a la libertad de expresión. “Así es, los liberales [el término genérico con que los estadounidenses llaman a las personas de izquierdas] son realmente muy poco liberales. Se han convertido en los mismos fascistas que ellos pretenden atacar con sus críticas y su retórica”, respondió entonces Farage, en un claro intento de complicidad con el presentador, que le estaba entrevistando. “Odian al cristianismo, quieren que desaparezca el Estado-nación y reemplazarlo con un proyecto globalista. La UE es el prototipo de ese nuevo orden mundial” aseguraba Farage para deleite de su entrevistador, con un tufo conspiranoico y antisemita muy de su agrado.

El político ha arremetido contra la prensa por recuperar aquellas palabras y ha acusado al Partido Conservador de intentar crear una cortina de humo para tapar su reciente escándalo de las apuestas, en el que ya hay al menos cuatro personas investigadas.

Y los tories, hasta el momento, parecen incapaces de frenar a un monstruo al que han dejado crecer durante 10 años a su costa y que amenaza ahora con destruirlos.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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