Trump insinúa que despedirá a Fauci poco después de las elecciones

El presidente se salta el toque de queda por el coronavirus en Miami y concentra a cientos de seguidores en un mitin de madrugada

Trump anima a sus seguidores en el mitin de Miami de madrugada.Foto: AFP | Vídeo: John Raedle

Toda la fiesta de Miami se concentraba este domingo en la explanada del aeropuerto de Opa-locka. Mientras la ciudad bajaba sus persianas debido al toque de queda impuesto a medianoche, tras más de 4.000 muertes por la pandemia y un repunte de 8.000 casos esta semana, en este rincón del norte se celebraba el after de Donald Trump. El quinto mitin de una frenética jornada de un intenso fin de semana, que comenzó casi hacia la media noche del domingo y continuó durante una hora y media. Cien...

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Toda la fiesta de Miami se concentraba este domingo en la explanada del aeropuerto de Opa-locka. Mientras la ciudad bajaba sus persianas debido al toque de queda impuesto a medianoche, tras más de 4.000 muertes por la pandemia y un repunte de 8.000 casos esta semana, en este rincón del norte se celebraba el after de Donald Trump. El quinto mitin de una frenética jornada de un intenso fin de semana, que comenzó casi hacia la media noche del domingo y continuó durante una hora y media. Cientos de seguidores movían de un lado a otro las manos para bailar el himno salsero que pide el voto en su nombre, se hacían selfis y lo recibían como una estrella de rock al bajar del Air Force One. “Dios mío, cuánta gente”, comentaba el presidente al subir al escenario. El espectáculo acababa de comenzar.

“Dicen que cierran a las 12, pero no creo, ¿verdad?”, preguntaba con sorna a una multitud eufórica. “Os aseguro que no lo harán”. Gritos de “te queremos” respondían a la temeridad del presidente que demostró una vez más que la pandemia no iba a frenar su último intento por conquistar Florida, uno de los Estados clave que pueden darle la reelección. Sin los 29 votos electorales de esta entidad (de los 270 que un candidato necesita para ganar) difícilmente lo lograría, señalan las encuestas. “Si ganamos Florida, tenemos todo”, ha insistido.

En un momento de su intervención, de más de una hora y media en la que se dedicó a desacreditar con vídeos y burlas a su rival Joe Biden y a otros líderes demócratas como Nancy Pelosi y Barack Obama, el presidente llegó a insinuar que despedirá al asesor de la Casa Blanca para la crisis del coronavirus, el epidemiólogo Anthony Fauci, poco después de las elecciones. “Despide a Fauci”, le gritaba un público exaltado sin mascarillas. “No se lo digan a nadie, pero espérenme hasta poco después de la elección. Aprecio el consejo”, respondió Trump.

La campaña de desacreditación del científico por parte de la Casa Blanca se agudizó en julio pasado, en plena carrera electoral. Los llamamientos de Fauci estos meses a llevar mascarilla y las advertencias de nuevas olas del virus contrastaron drásticamente con la posición del presidente. Y en verano, la Administración envió un memorando a algunos medios de comunicación en el que alertaba de que varios funcionarios estaban “preocupados por la cantidad de veces que el doctor Fauci se ha equivocado”. El objetivo era responsabilizar al experto de la crisis provocada por la pandemia y justificar la gestión del presidente, uno de los blancos hacia donde disparan los demócratas con las cifras en la mano: más de 230.000 muertes en el país desde febrero.

Dos horas antes de la espectacular llegada del presidente, las potentes camionetas tipo pick-up trepaban los escalones de las aceras para aparcar sobre los jardines, una hora de tráfico para acudir a un evento 100 veces visto ya en estos días de campaña en otras partes del país y los puestos con el merchandising de Trump llenaron las esquinas como si lo que se fuera a ver esta noche de madrugada fuera un partido de béisbol. Hordas de hooligans coreaban su nombre desde las entradas al aeropuerto privado de Miami Opa-locka. El último mitin del día de un Trump incansable, a dos días de las elecciones presidenciales, parecía más un inicio de campaña.

En Florida, Trump se siente cómodo. El lugar donde tiene su residencia, en el complejo Mar-a-Lago, y donde viene a jugar al golf, donde ha organizado eventos de Miss Universo antes de siquiera contemplarse como presidente. Y aunque las encuestas no dan por sentada una victoria clara para ningún candidato y todo apunta a que la noche electoral será larga para este Estado del sur del país, los seguidores del republicano se han mostrado estos días eufóricos en las calles, provocando escenas de polarización política inéditas en la historia de esta ciudad.

En la mañana del domingo, unos cincuenta barcos de cubanos y venezolanos navegaban por la Bahía de Biscayne haciendo propaganda electoral para los miles de vecinos que habitan los rascacielos con vistas al mar. Al mismo tiempo, otras decenas recorrían las calles principales a bordo de sus coches: cláxones y música a todo volumen en contra del socialismo. El gran fantasma que ha alimentado el republicano en cada uno de los mítines de campaña en esta entidad con casi un 20% del electorado latino, en su mayoría exiliados cubanos y puertorriqueños.

En Florida se juega Trump las elecciones. Y el mitin a última hora de la noche del domingo lo ha confirmado. Empujar al máximo posible los votos, aunque sea de madrugada, en la ciudad de la fiesta. Que ha recordado este domingo cómo podía ser un evento multitudinario durante una hora y media, como si la pandemia no existiera.

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