Nazareth Olivera, matrona: “Es esencial nombrar la violencia obstétrica porque si no se hace no se ataja el problema”
Conocida en Instagram como ‘Comadrona en la ola’, donde cuenta con más de 86.500 seguidores, publica nuevo libro. ‘Ser mamá' es una guía que recorre el proceso de embarazo, parto, posparto y lactancia desde la evidencia científica
En pleno siglo XXI es probable que el primer contacto estrecho que se vaya a tener con un bebé no se produzca hasta tener en brazos al nuestro. También es probable que no se tenga una visión realista de los procesos que acompañan ese aterrizaje en la maternidad o que, una vez en ellos, se vivan con miedo e incertidumbre. Nazareth Olivera (Cuernavaca, 1980), matrona conocida en Instagram como ...
En pleno siglo XXI es probable que el primer contacto estrecho que se vaya a tener con un bebé no se produzca hasta tener en brazos al nuestro. También es probable que no se tenga una visión realista de los procesos que acompañan ese aterrizaje en la maternidad o que, una vez en ellos, se vivan con miedo e incertidumbre. Nazareth Olivera (Cuernavaca, 1980), matrona conocida en Instagram como Comadrona en la ola (cuenta en esta red social con más de 86.500 seguidores), acaba de publicar Ser mamá (Grijalbo). Se trata de una guía que recorre el proceso de embarazo, parto, posparto y lactancia desde la evidencia científica, pero en la que también se encuentran testimonios y reflexiones en los que muchas mujeres se pueden reconocer. Dice Olivera que las madres necesitan conocimiento y confianza para recuperar su autonomía y capacidad de decisión. Porque cambiar el paradigma de la atención al embarazo y al parto también empieza por ellas.
PREGUNTA. Escribe: “Los profesionales sanitarios debemos acompañarte y cuidarte a lo largo de este proceso, aunque tú siempre tienes la última palabra y el poder de decisión”. ¿Las mujeres no están acostumbradas a decidir?
RESPUESTA. Es complicado. Por un lado, el sistema médico perpetúa la idea de que “tú vienes aquí y yo te digo lo que tienes que hacer porque soy quien sabe”. Por otro, las mujeres tienen miedo a decidir porque o bien no tienen suficiente información o bien piensan que, efectivamente, “el que sabe es el médico”. Cambiar la asistencia al parto pasa por un cambio en los profesionales, pero también por un cambio en la población. El sanitario debe informar sobre las opciones, pero es la mujer quien debe decidir.
P. ¿Cómo se puede recuperar la autonomía?
R. Necesitamos información. Es cierto que ahora tenemos un exceso de información y es precisamente esto lo que muchas veces lo complica. No se trata de que las mujeres tengan información y los conocimientos al nivel de una matrona o una ginecóloga, pero sí que es necesario tener una idea de cómo son nuestros procesos, cómo funciona nuestro cuerpo, qué es normal… Muchas veces solamente con un pinchazo en la barriga ya vamos corriendo a urgencias porque pensamos que le pasa algo al bebé. Debemos conocernos y confiar más en nuestra fisiología, en nuestra salud, y saber que cuando pase algo hay unos profesionales capacitados para ayudar.
P. Muchas veces se llega a la maternidad sin que se haya tenido un contacto estrecho con un bebé.
R. Estamos muy desconectadas de los bebés y de la maternidad y nos llama mucho la atención esa necesidad que tienen los recién nacidos de nosotras. Es probable que no hayamos tenido la oportunidad de ver cómo es cuidarlos antes de ser madres y eso hace que patologicemos muchas cosas que son normales o que no entendamos las necesidades biológicas de los bebés.
P. El sistema tampoco sostiene esas necesidades.
R. Exactamente. El sistema te exige que te reincorpores al trabajo a las 16 semanas y ese bebé es tan dependiente de ti como el día en el que nació. Si quieres retrasarlo debes pedir una excedencia y muchas familias no se lo pueden permitir. ¿Cómo es posible que la baja por maternidad no se haya alargado desde los años ochenta? Solo viendo lo que se hace en Europa nos damos cuenta de lo mucho que necesitamos avanzar.
P. El parto es nuestro [asociación sin ánimo de lucro y feminista, que pretende mejorar las condiciones de atención a madres e hijos durante el embarazo] ha denunciado recientemente que el artículo 27 del anteproyecto de la Ley del Aborto es una carta blanca para la violencia obstétrica porque anula el requisito del consentimiento libre e informado de las mujeres en función de determinadas situaciones.
R. Creo que si lo que estaban intentando era defender a las mujeres han metido la pata con la redacción. Evidentemente, si hay un problema grave ninguna mujer se va a negar a que le salves la vida, la cuestión es que con esa carta blanca puedo hacer intervenciones que no son necesarias o que no son recomendables, como una episiotomía, porque yo considero que el bebé no está bien cuando está perfectamente. ¿Por qué va a hacer esto un sanitario? Pues lamentablemente ese es el problema de la violencia obstétrica, que estas cosas se hacen con normalidad.
P. El término violencia obstétrica también ha desaparecido de ese borrador. ¿Si no se nombra, no existe?
R. Es importante nombrar la violencia obstétrica porque si no se nombra no se ataja el problema. Este es un problema real. Y no es el problema de una mujer o dos, son miles y miles quienes manifiestan haberse sentido violentadas en sus procesos. Habrá que escuchar, analizar y pensar cómo se pueden mejorar las cosas. Lo que buscamos es erradicar las malas prácticas, no perseguir a nadie.
P. Recuerda en el libro que la hipermedicalización del parto introdujo muchas prácticas que nunca estuvieron avaladas por la ciencia, pero que se han normalizado y que cuesta sacar.
R. Ahora pasa una cosa muy curiosa y es que muchos profesionales pasamos el día intentando demostrar con evidencia científica las cosas bien hechas. Por ejemplo, sabemos que no se deben hacer las episiotomías como rutina porque la ciencia dice que no reducen los desgarros graves, que generan dolor y que hay una peor recuperación, pero se siguen haciendo. Ha habido épocas en España en las que más del 95% de las mujeres paría con una episiotomía, pero nadie jamás hizo estudios de esta práctica, ni se planteó para qué se estaban haciendo. Simplemente se impuso.
P. ¿Seguimos viendo el parto como algo peligroso?
R. Tenemos un enfoque del parto, tanto a nivel social como médico, desde lo patológico. Da la sensación de que solo algunos poquitos partos van bien, pero que lo normal es que pueda ir mal. Debemos cambiar el enfoque hacia lo salutogénico porque la gran mayoría de los partos son normales, saludables y fisiológicos, y solo unos pocos se complican y es necesario intervenir.
P. Habla del parto en casa como una opción segura. De hecho, es una opción incluida en el sistema sanitario de otros países. ¿Estamos a años luz de ver algo así en España?
R. Creo que sí por esa idea del parto que tenemos. Cuando hablas de parto en casa en redes sociales sabes que te van a linchar. Para mí de lo que se trata es, en primer lugar, de respetar la autonomía de las mujeres. En segundo lugar, hablar desde la objetividad: hay estudios muy grandes que analizan miles de partos en casa, y los resultados son buenos. El problema es nuestra percepción: permitimos que en el hospital pueda darse un resultado adverso, pero no en casa.
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