Un alegato a la calma y tranquilidad si tu hijo no ha entrado en el colegio que querías
Por muchos cálculos y probabilidades que imagines, por muchas carambolas que se den, hasta principio de curso la incógnita no se resolverá. Y, pase lo que pase, el niño estará bien y siempre existe la opción de cambiar de centro
En estas fechas es posible que sepas con total seguridad que tu hijo ya ha entrado en el colegio que querías para empezar sus años escolares. Y a menos que te equivoques en la matriculación final, ya puedes pasar el verano con una cierta tranquilidad. Todas tus angustias, todas tus sesiones de puertas abiertas, todas las preguntas que has hecho a infinidad de padres, profesores y vecinos, por fin se han amortizado con final feliz. Felicidades a toda la familia y a disfrutar de vuestra plaza.
Pero también podría pasar que tu hijo no haya entrado en la primera opción de tu lista de solicitudes escolares para P3 o Primaria. Ni en la segunda. Ni en la tercera. Ni en… O que el número de desempate, del sorteo, no os haya sido nada favorable y estéis en las últimas posiciones de la lista provisional. Por muchos cálculos y probabilidades que imagines, por muchas carambolas que se den, hasta principio de curso la incógnita no se resolverá. Porque por increíble que parezca, y con todo lo que les ha costado entrar también a ellos, cada año hay padres y madres que renuncian a su plaza porque tienen que mudarse de barrio, de ciudad o irse del país (esperemos que por motivos felices). Y, a veces, lo hacen a unos días de empezar septiembre o, a veces, a mitad de octubre. Así que este posible movimiento de plazas es como la caballería en algunas películas: a veces llega, a veces no, pero el protagonista no puede quedarse quieto 20 minutos hasta que lo rescaten.
Pues para ti, que ahora sufres por un futuro escolar incierto, escribo esta columna. Nuestra familia pasó por lo mismo con nuestra hija mayor. Aún lo recordamos como una de las etapas más agobiantes de nuestra crianza. Y a mí me habría encantado hace unos años que alguien me dijera lo que te voy a decir ahora.
Podría empezar con un toque cultural invocando la cita de santa Teresa de Jesús que tanto le gustaba a Truman Capote: “Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por aquellas que permanecen desatendidas”. Pero la verdad es que en el momento de la plegaria lo que quieres es que se cumpla. Y en el momento de las puertas abiertas, lo que quieres es que tu criatura vaya al colegio que has puesto en primera opción después de meditarlo (mucho o poco, pero algún rato le habrás dedicado a valorar todos los pros y los contras).
En estas semanas de angustia, de rabia, de gestiones pendientes que no sabes cómo encarar, donde sientes que no puedes darle a tu hijo algo tan definitorio como el colegio que considerabas el mejor para él (aunque tú hayas hecho todos los pasos correctamente y todo lo haya decidido un simple número al azar en un sorteo); déjame que te diga todo esto sin paternalismo y desde la empatía más profunda:
- Tu hijo y tú sois personas diferentes, en épocas diferentes y circunstancias distintas. Lo que tú y tu pareja consideráis ideal, quizá a él le dará igual. Y al revés.
- Vaya donde vaya, incluso en centros de alta complejidad donde no todo es tan bucólico, tu hijo encontrará amigos, colegas, buenos profesores, clases interesantes y la comida del comedor no le acabará de gustar. Pero vaya, es que a nadie de ningún colegio de ninguna época le ha gustado la comida del comedor y todos hemos dicho lo de: “Poquito, por favor, que no me gusta”, y nos han servido un cucharón enorme.
- Ahora mismo, en España, todos los centros están más o menos bien, más o menos supervisados, todos tendrán algo o mucho a mejorar, pero también personal motivado con ganas de cuidar de tu criatura y acompañarla en su crecimiento académico y personal. Y con los años que va a pasar en ese cole, es posible que todo lo malo y temporal se arregle para bien de manera definitiva.
- Entréis donde entréis, si os queda relativamente cerca de vuestra vivienda, estaréis bien, estaréis bien acompañados, y ese colegio en medio año será vuestra segunda casa.
Y si veis problemas, hay muchas opciones a las que acudir, pedir ayuda, quejarse o denunciar el caso. También hay posibilidad de buscar otro centro escolar, aunque sea para Navidad, y, si se te ha quedado la espinita dentro y sigues soñando con el primer colegio de la lista, el próximo curso volvéis a probar la lotería de las preinscripciones.
Ánimos con la incertidumbre hasta la matriculación final y el inicio de curso.
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