La transición energética y la discusión por las refinerías entran en la campaña electoral

Con la leyenda “Por un Nuevo León sustentable”, la candidata presidencial Xóchitl Gálvez lanzó el sábado pasado en tierra norteña una promesa: de ganar las elecciones, cerraría la refinería de Cadereyta, ubicada a unos kilómetros de donde se llevaba a cabo el mitin. A ella le siguieron varios candidatos y miembros de la oposición con el mismo reclamo o similares promesas. Una consigna claramente en reproche a la política energética que ha tomado el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que ha estado muy alejada de las energías limpias. Iniciada ya la semana, la oposición no ha querido soltar el tema y han insistido en meter la transición energética y las refinerías de Petróleos Mexicanos (Pemex) en la agenda política. “Se necesitan las refinerías”, defendió el presidente este lunes, después de asegurar que ninguna cerraría.

La política medioambiental de López Obrador, o su inexistencia, ha sido punto de crítica de la oposición desde inicios del sexenio. Pero ahora que el país entró en campaña, todos los reproches vuelven a salir a flote. Y pegarle al mandatario se ha convertido en la estrategia general en estas elecciones para todos los candidatos de la alianza Fuerza y Corazón por México, así como los de Movimiento Ciudadano. “Pemex es una empresa muy importante para México, pero no es más importante que los pulmones de sus hijos”, dijo Gálvez el sábado pasado en un discurso que acabó siendo el puntapié de la última discusión política.

Jorge Álvarez Máynez, del partido naranja, llevaba semanas quejándose de la refinería de Cadereyta, que está en la periferia de Monterrey. Allí, el gobernador del Estado y compañero de filas, Samuel García, lleva una disputa desde hace tiempo. Hace alrededor de un año ya que el gobernador comenzó a amenazar con clausurarla por las emisiones que tenía. Ahora el candidato presidencial propone hacer una consulta popular para votar por el cierre de la planta. “Está dañando seriamente el medio ambiente en Nuevo León, y lo más grave de todo es que las niñas y los niños son los más afectados, los estamos dejando sin futuro”, publicó Álvarez Máynez en redes sociales el pasado 5 de febrero.

A la conversación también se sumaron otras figuras de la oposición. El Partido Acción Nacional (PAN) emitió la semana pasada un comunicado pidiendo el cierre de la refinería de Tula, en el Estado de Hidalgo, por la contaminación que genera. “Acción Nacional solicita al gobierno federal cancele la operación de la refinería de Tula, Hidalgo, por las enormes afectaciones para la salud de las y los mexicanos y la movilidad en la zona metropolitana más grande del país”, señaló en el mensaje. El presidente de la formación, Marko Cortés, lamentó que el Gobierno no se apegara a los compromisos internacionales en la agenda de medio ambiente y solicitó “hacer una auditoría ambiental e inspección de emisiones, residuos y aguas residuales a profundidad de la refinería [de Tula] con la participación de la UNAM y organizaciones civiles especializadas”.

La refinería de Tula también fue punto de críticas por parte del candidato de Movimiento Ciudadano a Ciudad de México, Salomón Chertorivski. El nominado naranja en la capital prometió, también de ganar las elecciones —aunque va muy abajo en las encuestas—, que trabajará para cerrarla a través de la vía judicial. “Cada año mueren más de 10.000 personas en esta ciudad por respirar aire cochino, vamos a cerrar Tula”, dijo en un mitin hace unos días. El candidato ha asegurado que mala calidad del aire en Ciudad de México, que atraviesa estas semanas una contingencia ambiental, se debe en parte a la polución que provoca esa central. Aunque no ha dejado claro cómo buscará el cierre.

Tras el revuelo, el presidente respondió primero por redes sociales, y este lunes, volvió a tocar el tema en su conferencia matutina. “Una persona dijo que había que cerrar la refinería de Tula, otra más dice que no, que mejor cerrar la de Cadereyta y la de Tampico. Hoy el presidente municipal de Cadereyta dijo que no permitiría que se cerrara la refinería de ese municipio. De modo que ya la libramos porque no se cerrará ninguna, dado que la de Tampico no existe”, dijo el mandatario. La burla la hizo en referencia al error que cometió Gálvez el fin de semana, cuando prometió cerrar la refinería en Tampico, cuando en realidad está ubicada en Francisco I. Madero, en la zona urbana de esa ciudad en Tamaulipas.

El presidente informó este lunes que pedirá al director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, que vaya a la mañanera a reportar las cifras de emisiones para despejar dudas. “Para que no los manipulen, se les van a presentar todos los datos sobre las emisiones que produce la refinería de Cadereyta”, lanzó. “No se vale que por el conservadurismo, porque les molesta Pemex, les choca, quisieran cerrar. Bueno esa ha sido la política después de la expropiación de los conservadores, darle marcha atrás a la política nacionalista”.

Gálvez no está dispuesta a dejar ir el tema. Este lunes, en la contra conferencia que hace para hacer frente al presidente, volvió a tocar el tema. Sin embargo, esta vez lo hizo atajando las preocupaciones sociales que despertó su propuesta de cerrar las refinerías. ¿Qué va a pasar con los trabajadores?, le preguntaban. Frente a la incertidumbre, la candidata reculó y dijo que la idea no era cerrar y dejar a la gente en la calle, sino transformar las plantas en productoras más ecológicas. “Una transición energética justa significa encontrar nuevas oportunidades de trabajo para esas personas”, comentó Gálvez. Presionada por la prensa sobre cuál es su propuesta concreta, la candidata varió entre varias opciones sin dejar claro qué haría. Pero, de momento, el tema sigue en la agenda electoral.

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