La Cuarta Transformación recurre a su ‘plan B’
El presidente Trump va a tener éxito en el abusivo empeño de sacar ventaja de todos los demás. No es justo ni correcto, pero el mundo nunca ha sido de los justos ni de los honestos

El plan B nunca es mejor que el plan A, pero en ocasiones es el único que existe. Me parece que Donald Trump no nos va a dejar otra opción que el segundo. Habrá que partir del hecho de que el presidente va a tener éxito en el abusivo empeño de sacar ventaja de todos los demás. No es justo ni correcto, pero el mundo nunca ha sido de los justos ni de los honestos, salvo en momentos esporádicos y en el panteón de los héroes. Basta ver la calidad moral del 1% que domina al planeta o lo que sucede en África, Medio Oriente o Ucrania.
Trump ha hecho trizas la geopolítica internacional mediante el simple expediente de imponer la ley del más fuerte sin ninguno de los subterfugios que se usaban para disfrazarla, normalizarla o modernizarla. Por desgracia le está funcionando. Apple acaba de anunciar una inversión de 150.000 millones de dólares en suelo estadounidense en los próximos cuatro años, después de lustros de expatriar sus cadenas de producción; Panamá le asegurará a los norteamericanos trato preferente en el cruce por el Canal; el arribo de ilegales a la frontera se desplomó a números históricos gracias al discurso de odio y a las hostiles políticas migratorias anunciadas. El garrote funciona.
Lo de Ucrania parece extraído de las páginas negras del período colonial: luego de financiar al gobierno de Zelenski para que enfrentara a Putin, ahora se le exige a Ucrania una especie de reparación de daños por los gastos de defensa, una extorsión abierta para quedarse con los minerales raros depositados en su subsuelo; si no aceptan dejarán que Rusia barra con ellos. En suma, Putin la invadió, Estados Unidos se quedará con una buena parte del botín.
Los resultados validan a ojos de Trump su estrategia de abuso. No hará más que aumentar. Se detendrá allá donde la fuerza del otro le obligue a negociar (China, quizá Europa) o los resultados económicos lo disuadan, pero lo intentará a diestra y siniestra para obtener ventajas en detrimento de sus víctimas.
Tarde o temprano Trump aplicará tarifas a México. No nos quepa la menor duda, y nadie va a meter las manos para defendernos por motivos de honor o dignidad, quizá por intereses. Si nos va bien, podrían ser temporales, moderadas, selectivas. Pero va a dañarnos porque lo que él está buscando es una transferencia de beneficios para los suyos.
El equipo de la presidenta ha estado trabajando desde hace meses en estrategias de defensa que podríamos desarrollar para disminuir el impacto de Trump. Y se necesitarán. El problema es que la corriente que se está imponiendo en Estados Unidos buscará convertir a nuestra dependencia en fuente de expoliación. Las medidas defensivas sirven, de la misma forma que un paracetamol amortigua un síntoma. Pero la solución está en otro lado.
Lo que se presenta nos obliga a repensar el proceso de integración con Estados Unidos, al que nos habíamos entregado de manera indiscriminada. Diversificar mercados, procurar la sustentabilidad al menos parcial en áreas estratégicas (energía, insumos básicos y alimentos), fortalecimiento del mercado interno. Por otro lado, exige el desarrollo de una verdadera fuerza consular y de cabildeo político dentro de Estados Unidos, tanto para la protección de connacionales, como de loby con los muchos intereses estadounidenses que favorecen a México.
Pero el tema es más de fondo. El sexenio de Claudia Sheinbaum parecía estar encaminado a dotar de viabilidad económica al proyecto social y político de este movimiento. El objetivo desde siempre fue la búsqueda del equilibrio social, pero con crecimiento y prosperidad; López Obrador solo pudo hacer lo primero, faltaba lo segundo. El programa que Claudia Sheinbaum preparó estaba encaminado a continuar las banderas, al tiempo que aseguraría su fundamento económico.
Es muy probable que los cambios en el mundo a raíz de la elección de Trump terminen por modificar estas prioridades. El contexto internacional hace pensar en un período de vacas flacas al cual México difícilmente podrá sustraerse. Ojalá me equivoque. Pero lo cierto es que mucho mérito tendrá el gobierno simplemente en capear el temporal y evitar daños mayores.
Por su personalidad y formación no tengo dudas que modernizará y hará más eficiente a la administración pública y avanzará en la institucionalización de la 4T. Pero sus metas más ambiciosas en materia económica muy probablemente tendrán que ajustarse.
En ese marco, el plan B sería otro. No podemos apostar a salvar una y otra vez plazos de un mes, vivir de prórroga en prórroga. Habrá que sentar las bases de largo aliento para, sin dañar las posibilidades que siga ofreciendo la integración comercial y productiva con Estados Unidos, generar una vía paralela. El Plan México propuesto por el Gobierno de alguna manera lo plantea, pero el énfasis seguía colocado en las estrategias de relocalización; la inversión masiva foránea para producir para el mercado norteamericano desde México. Me parece que, a la luz de lo que se nos viene encima, tendríamos que revisar el programa.
La integración con las cadenas productivas con el vecino del norte seguirá vigente de una forma u otra, pero probablemente no vuelva a ser la misma. No es solo Trump, el mundo ha tomado un giro proteccionista.
El Plan México tendrá que ser el mapa de ruta de un largo proyecto. En cierta manera lo era, pero es evidente que estaba centrado en la enorme oportunidad que ofrecía la coyuntura histórica: el nearshoring. No se trata de quitarle páginas, sino de ampliar los otros capítulos. Ajustar, adaptar, refundar es un trabajo que tomará décadas y muchos sacrificios. La Cuarta Transformación consideraba conveniente disminuir la dependencia en áreas estratégicas; hoy este objetivo deseable habrá de convertirse en un eje central, si queremos ser viables en el largo plazo.
Tampoco se trata de dar la espalda a todo lo que se construyó en 35 años, sino comenzar a generar alternativas que nos permitan no estar atados de manos y pies frente a la voluntad del poderoso o padecer la dependencia extrema que nos convierte en víctimas de la depredación. Es un largo camino, habrá que comenzar.
@jorgezepedap
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