Rituales de amistad con perfectos desconocidos
Los lectores opinan sobre las relaciones sociales en Instagram, la manifestación de militares en Madrid, la vuelta a la vida “normal” tras la pandemia, y la obligatoriedad de la vacunarse
Como cada noche antes de ir a dormir, abro Instagram y empiezo mi ritual: dar likes, comentar de vez en cuando alguna fotografía de mis amigas y pasar casi sin mirar las decenas de historias que la gente a la que sigo han compartido. Conozco su vida con detalles, sé donde estudian, qué música escuchan y hasta lo que han merendado esa misma tarde. Son, al fin y al cabo, mis amigos virtuales.
Ahora bien, cuando me...
Como cada noche antes de ir a dormir, abro Instagram y empiezo mi ritual: dar likes, comentar de vez en cuando alguna fotografía de mis amigas y pasar casi sin mirar las decenas de historias que la gente a la que sigo han compartido. Conozco su vida con detalles, sé donde estudian, qué música escuchan y hasta lo que han merendado esa misma tarde. Son, al fin y al cabo, mis amigos virtuales.
Ahora bien, cuando me cruzo por la calle con alguno de esos amigos virtuales, paseando por el parque de mi pueblo o tomando una cerveza en el bar, pasamos a ser completos desconocidos. Parece que mi yo real y mi yo virtual son dos personas diferentes que conocen a gente totalmente distinta. ¿Por qué no saludamos a quién acabamos de darle un me gusta en su fotografía? ¡Ah sí, ya me acuerdo! A diferencia del mundo virtual, en la calle nos convertimos en perfectos desconocidos.
Clàudia Flaqué Vela. Parets del Vallès (Barcelona)
El otro desfile militar
Los militares desfilaron por Madrid el sábado 16 de octubre, esta vez luchando por los derechos laborales más básicos. Teniendo en cuenta la cultura y tradición de nuestros ejércitos, que acalla y amenaza a aquellos militares que osan pedir justicia y consideración, no podemos sino quitarnos el sombrero ante los primeros (se sumarán más) que rompen el silencio impuesto. Solo piden que se les paguen sus horas y horas de servicio fuera del hogar y la familia, un reconocimiento económico a su dedicación y no ser olvidados, algo lógico en cualquier profesión, pero que no lo parece tanto cuando se viste uniforme.
Raúl Lorente Luján. Sant Joan de Mollet (Girona)
Vivir el año de mi vida
Estamos en octubre y mi cabeza solamente es capaz de vivir en un lugar: 2022. Mi cabeza está pensando en el año que viene; la época en la que supuestamente todo estará más estable. Cuando pueda volver a sentir libertad plena para viajar y alegría cuando me olvide de la mascarilla al salir de casa y no tenga que subir a cogerla. Quiero un año que enmarque mi juventud. Salir de fiesta y dejarme la voz. Hacer planes improvisados con mis amigas. Descubrir nuevos países y culturas. ¿Soy la única que simplemente quiere vivir el año de su vida?
Andrea Vilaplana Gómez. Barcelona
Vacunación obligatoria
Creo que ya es hora de que se tome la decisión de imponer la obligatoriedad de vacunarse. No se puede consentir por más tiempo que cierto personal docente o sanitario, por señalar a grupos muy significativos, dada la función que desempeñan, puedan contagiar impunemente en aras de una supuesta libertad individual, despreciando el enorme daño que pueden causar al conjunto de la sociedad en la que conviven. Una alternativa a la vacunación obligatoria podría ser la exigencia del pasaporte covid, con el que, al menos, se les impediría el acceso a espacios sensibles al contagio. Me resulta insultante que tomando yo todas las medidas de protección para mí y para quienes estén en mi entorno, una persona, con absoluta desconsideración hacia los demás, pueda contagiarme.
Pedro de Leiva Hourqueigt. Cantabria