El ISIS resurge
El Estado Islámico provoca más de un centenar de muertes en su asalto a una prisión siria y exhibe un alto nivel de capacidad operativa
El ataque del pasado jueves significa un cambio de escala y también un aviso sobre la operatividad efectiva del Estado Islámico tras la cadena de derrotas que culminó en 2019 con una debacle a orillas del Éufrates. El objetivo esta vez ha sido un gran complejo penitenciario emplazado en el norte de Siria. Lejos de haber quedado reducida a una mínima actividad, la organización islamista todavía posee una alta capacidad de acción sobre el terreno, aparte de una vigente red terrorista. Lo novedoso es que, por primera vez en dos años, no se ha tratado de una escaramuza o un atentado, sino de una operación militar planificada a escala notable y que ha causado al menos un centenar largo de muertes. Los milicianos del ISIS atacaron y tomaron una prisión en Hasaka con más de 3.500 presos, entre ellos centenares de yihadistas y numerosos líderes. Situada a unos 600 kilómetros al noreste de Damasco, y bajo control de fuerzas kurdas aliadas de EE UU, ni siquiera la intervención aérea estadounidense durante cuatro días pudo reducir a los asaltantes. El lunes el Pentágono informó de que fuerzas terrestres estadounidenses, apoyadas por vehículos blindados, se habían unido a los soldados de las Fuerzas Democráticas Sirias (contrarias al régimen de Bachar el Asad) en el cerco al penal que fue recuperado finalmente el miércoles. Las organizaciones humanitarias han dado la voz de alarma ante la presencia de al menos 700 menores entre la población reclusa. La dramática situación recuerda los peores momentos de la sangrienta guerra civil en Siria, y el martes los enfrentamientos se extendieron a algunos barrios de Hasaka ocupados por el ISIS.
El ataque sigue una estrategia desarrollada con éxito en el pasado. A partir de 2012, grupos armados forzaron fugas masivas en Irak con el objetivo de reunir un número suficiente de combatientes con los que poder asegurar porciones importantes de territorio. En 2015, el ISIS llegó a tener bajo su control unos 100.000 kilómetros cuadrados entre Siria e Irak y subyugar a una población de entre ocho y 12 millones de personas. Las atrocidades cometidas por sus milicianos contra cualquiera rebeldía ante sus instrucciones abarcan todo el catálogo de violaciones de los derechos humanos. En el verano de 2014 sus tropas llegaron a apenas 50 kilómetros de Bagdad y los atentados de su brazo terrorista se extendieron a cuatro continentes. Pese a la derrota militar sobre el terreno de 2019, la pérdida de territorio, la relativa calma de la situación en Siria y el descenso en el número de atentados, el Estado Islámico no ha perdido su capacidad de causar daño a nivel mundial. Su maquinaria propagandista sigue intacta, el asalto de Hasaka y numerosas acciones recientes a menor escala en Irak prueban una evidente recomposición militar de sus fuerzas.
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