Mayoría absoluta en Portugal
El socialista António Costa podrá gobernar en solitario mientras la ultraderecha consolida su espacio minoritario
Las encuestas no detectaron esta vez lo que iba a pasar en las elecciones del domingo en Portugal, ni en la izquierda ni en la derecha. El nuevo Parlamento surge de una población conectada con el debate político y una participación cuatro puntos más elevada que en 2019, como hacía prever el seguimiento de los 31 debates entre los líderes políticos retransmitidos por televisión. El socialista António Costa alcanzó una victoria histórica al lograr un escaño más de la mayoría absoluta (117, a falta del recuento de los votos del exterior), y la segunda que consigue su partido desde 1975. Ganó en 19 de las 20 circunscripciones electorales. No ha sufrido desgaste por este tiempo excepcional de pandemia y crisis económica, tampoco por los seis años que lleva al frente del Gobierno. El político socialista ha obtenido una confianza que en apariencia ha sido hija de una adversidad: la negativa de sus aliados minoritarios de izquierdas a votar los Presupuestos Generales en noviembre de 2021.
Es posible incluso que la igualdad que daban los sondeos a los dos principales aspirantes a primer ministro, António Costa y el conservador Rui Rio, haya contribuido a agrupar en los días previos a la jornada electoral el voto de la izquierda en torno al Partido Socialista. El centroderecha del Partido Social Demócrata, con el liderazgo de Rui Rio, apenas ha variado sus resultados anteriores, mientras la democracia cristiana clásica desaparece del Parlamento portugués por primera vez desde 1975. La lectura más evidente de los resultados es que los portugueses aspiran a la estabilidad política que la alianza parlamentaria formada en 2015 por socialistas, Bloco de Esquerda y Partido Comunista Portugués (la geringonça) no siempre supo garantizar, y tampoco hoy ha resultado atractiva la geometría de acuerdos que funcionó durante varios años. Las reivindicaciones de la izquierda a la izquierda de los socialistas no han encontrado respaldo electoral: el Bloco de Esquerda ha sufrido una caída muy fuerte (de 19 a 5 diputados) y en menor medida ha sucedido lo mismo con los comunistas. Con todo, Portugal mantiene un formato bipartidista en el que las dos grandes formaciones a derecha e izquierda se reparten el 84% de los diputados y casi el 70% de los votos.
La irrupción más inquietante corresponde a una extrema derecha que consolida su representación parlamentaria. El discurso de centroderecha de Rui Rio no ha ganado apenas nuevos electores, pero tampoco se han quedado en casa y han preferido acudir al reclamo de la ultraderecha en el partido Chega, que pasa del único diputado obtenido en 2019 a 12, y es tercera fuerza en un Parlamento con 230 miembros. La socialdemocracia europea obtiene un simbólico bastión en Portugal porque las mayorías absolutas han desaparecido del panorama político de la UE. Ante las múltiples incertidumbres que nos rodean, sanitarias, económicas e incluso bélicas, los portugueses han optado por la estabilidad y han castigado los juegos políticos en el año de la llegada de los fondos europeos y la expectativa de la recuperación.
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