La credibilidad importa si no tienes el poder
La especulación tramposa se ha vuelto en la política más importante que los hechos
La primera imagen que viene a la cabeza al leer las palabras de Alberto Núñez Feijóo acerca de la amnistía y los indultos ante 16 periodistas es la secuencia de El guateque donde Hrundi V. Bakshi explota antes de tiempo una fortaleza en un rodaje. Algunos argumentan que se trataba de una maniobra de control de daños que se fue de las manos. Desconcierta el momento, poco antes de las elecciones gallegas donde Feijóo se juega más que Sánchez y donde a veces parece que el candidato del PSOE es el BNG: así avanza la confederación, amodiño. Como siempre, las reacciones a la crisis profundizan la crisis: la elección del término “voladura controlada” también es digna de Blake Edwards, que nos recordaba que Dios existe y se dedica a escribir gags. Más que la novedad o trascendencia de las palabras, cuentan las reacciones: las del adversario y, sobre todo, las del PP, que se podrían resumir en “se confirman las dudas”. Lo que más daña la credibilidad es dar la sensación de temer la pérdida de credibilidad. Yo no soy Sánchez, decía Feijóo: una diferencia es que a Sánchez eso no le da miedo.
Junts propuso la amnistía y el PP la descartó tras estudiarla 24 horas. El PP no cedió ante las exigencias de Junts y Pedro Sánchez sí. Había cedido ante el secesionismo con los indultos, la eliminación del delito de sedición o la versión atenuada del delito de malversación si se robaba para la independencia de Cataluña; ahora, presidente gracias a Junts, ajusta a gusto de los delincuentes una ley de amnistía que lesiona la igualdad de los ciudadanos. Colocar ambas cosas al mismo nivel es un insulto a la inteligencia: quizá funcione. En un momento antológico de inversión narcisista, Patxi López ha dicho que el PP es rehén de Puigdemont. Marta Rovira ha afirmado (el PP lo niega) que la formación de Feijóo habría querido pactar con ERC. ¡Son tan malos que estaban dispuestos a pactar con nosotros! La especulación tramposa es más importante que los hechos: que los opacos progresos en el taller de la amnistía para que la ley no deje ningún delito atrás, que la dimisión del segundo responsable de la gestión de los fondos europeos en seis meses, que el asesinato de dos guardias civiles a manos de narcotraficantes sin que el presidente del Gobierno se molestase en visitar a las familias de las víctimas, aunque haya tenido tiempo tiempo de ir a galas y desfiles y corregir al Consejo de Informativos de Televisión Española para recordar a todo el mundo quién es el que manda.
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