Y casi todo bien
Se ha muerto muy rápido, tan veloz que nadie pudo alcanzarlo, un hombre íntegro y cultísimo, el abogado Pachi Arroyo
Con mi amiga Bea Álvarez en una terraza. Bea ha cumplido 72 años y está animada; hace buen tiempo y acaba de pasear a su nieta por el parque. En un momento dado habla de una amiga suya a la que acabamos de visitar en su casa. “¿Y qué le habrá parecido a esa amiga esta historia, y esta otra cosa, y no se habrá escandalizado por aquello?”. Bea entonces dice una frase que nos deja a todos callados: “Es de mi generación: no se juzga, no se pregunta y todo está bien”.
Se ha muerto muy rápido, tan veloz que nadie pudo alcanzarlo, un hombre íntegro y cultísimo, el abogado Pachi Arroyo. Más joven que la generación de Bea Álvarez, más viejo que la mía. Dotado del humor de los seres inteligentes, ese humor que no sabes si lo es hasta que el que lo propaga sonríe un poco, dando aviso al resto.
Hace unos años Juan Tallón le pidió ayuda. Los dos, Tallón y yo, estábamos invitados a un ciclo en el que se nos pedía que eligiésemos una escena de cine relacionada con la distancia. “El concepto de distancia como un combinado de a) memoria, b) pausa intelectual, c) distancia física adoptada para cuidarnos me hace pensar, irremediablemente, en un balneario en el que hagan bien la pedicura”, escribió. A continuación envió un tratado impecable de cine a partir de siete escenas, uno de esos correos largos que no describen una respuesta sino un remitente.
Quienes lo conocieron bien —no fue mi caso— dicen que no enseñaba lo que sabía sobre música, cine o literatura, sino algo aún mejor: el amor por la música, el cine o la literatura, quizá porque quien consigue que los demás amen lo que uno ama, consigue también que lo cuiden. De Nostalgia de Tarkovski recordó la escena en la que el protagonista enciende una vela y la desplaza durante ocho minutos protegiéndola del viento. Así andamos todos, más tranquilos si sabemos que no se juzga, no se pregunta y a veces, solo a veces, todo está bien.
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