El debate | ¿Hay que prohibir fumar en las terrazas de bares y restaurantes?

La última encuesta de Sanidad constata que el porcentaje de fumadores diarios ha caído al menor nivel en 30 años. Para avanzar en la lucha contra el tabaquismo, el plan nacional aprobado en abril propone ampliar los espacios libres de humo

Un hombre fuma en la terraza de un bar de Lugo.Carlos Castro (Europa Press)

El tabaquismo ha caído al nivel más bajo en España de las últimas tres décadas. Sanidad se ha propuesto ampliar los espacios sin humo, un debate recurrente en los últimos tiempos con la mirada puesta, sobre todo, en extender la prohibición de fumar a las terrazas de la hostelería.

Cristina Martínez Martínez, jefa de la unidad de control del tabaco del Instituto Catalán de Oncología, defiende la prohibición total, tanto por salud como por dejar de normalizar su consumo. Para Emilio Gallego, de la confederación de hosteleros, las terrazas son el alma de la vida económica en muchos lugares, y la convivencia entre fumadores y no fumadores funciona sin problemas.


España necesita una prohibición sin excepciones

Cristina Martínez Martínez

Prohibir fumar en espacios públicos es una medida clave en la lucha contra el tabaquismo y para proteger la salud pública. Aunque España ha avanzado en la regulación del consumo de tabaco, las terrazas de la hostelería siguen siendo de los pocos lugares donde es habitual ver a personas fumando o usando vapeadores. Es el momento de reevaluar la situación y actuar con determinación, extendiendo las restricciones a estos espacios. Prohibir fumar en las terrazas no es solo una cuestión de salud pública, sino una oportunidad para impulsar la desnormalización del consumo de tabaco y dispositivos de nicotina.

Pese a los esfuerzos por reducir el consumo, la prevalencia del tabaquismo en España sigue siendo alarmante. Según la Encuesta Europea de Salud de 2020, el 22% de la población adulta española fuma, un porcentaje significativamente alto en comparación con otros países europeos, que ya han implementado medidas más estrictas. Entre los jóvenes de 14 a 18 años, el 23,9% ha fumado en el último mes, una preocupante facilidad de acceso al tabaco, pese a las restricciones de venta a menores. España está lejos de alcanzar las metas de salud pública y prevención planteadas en otros países de la UE.

Aunque algunos puedan creer que las terrazas no presentan un riesgo significativo, tanto el humo del tabaco como el aerosol de los cigarrillos electrónicos afectan a la salud de quienes están expuestos. Los cigarrillos electrónicos emiten sustancias tóxicas, como formaldehído y acroleína, que pueden inhalar quienes estén cerca. Estudios recientes en Barcelona han mostrado que en el 97,5% de las terrazas había personas fumando o vapeando, y donde estaba prohibido la ley se incumplía en el 100% de los casos. La exposición al humo o al aerosol de los dispositivos electrónicos se asociada con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, problemas respiratorios y efectos adversos a largo plazo.

La normativa actual que permite fumar en terrazas es ambigua y difícil de hacer cumplir, lo que ha llevado a su incumplimiento generalizado. España necesita una prohibición clara y total de fumar en todos los espacios de terrazas, sin excepciones. La experiencia en países como Suecia, con una prohibición total, se ha demostrado efectiva en la disminución de las tasas de tabaquismo.

Permitir fumar en las terrazas envía un mensaje equivocado, sobre todo a los jóvenes: si ven que sigue aceptándose, es más probable que lo normalicen y comiencen a fumar. La prohibición en las terrazas contribuiría significativamente a desnormalizar el consumo de tabaco y enviar un mensaje claro: fumar o vapear no es un comportamiento aceptable ni saludable. Resulta esencial tomar medidas contundentes para proteger a las nuevas generaciones.

El nuevo plan nacional contra el tabaquismo ofrece una oportunidad única para avanzar. Propone aumentar los espacios libres de humo, incluyendo las terrazas, y regular el empaquetado genérico y los productos de liberación de nicotina. La Sociedad Española de Epidemiología y otras sociedades científicas han resaltado la necesidad de traducir el plan en acciones legislativas concretas y urgentes para mejorar la protección de la población, reducir el acceso al tabaco y fomentar más campañas de prevención.

Prohibir fumar en las terrazas es más que una medida de salud pública necesaria: es un compromiso firme con el bienes­tar de las generaciones futuras. Si deseamos un país más saludable, libre de la carga del tabaco, es imprescindible actuar con decisión ahora. Proteger la salud en estos espacios de convivencia diaria supone un paso importante hacia un entorno más seguro y saludable. Esta medida también enviará un mensaje claro y coherente: “Los productos de tabaco y de liberación de nicotina no tienen lugar en los espacios donde disfrutamos en comunidad”. Visualizar que nuestras terrazas sean más saludables es posible, pero depende de que tomemos hoy las medidas necesarias para asegurar ese mañana.


Más problemas que eficacia real

Emilio Gallego

En los últimos meses, ha resurgido el debate sobre la prohibición de fumar en las terrazas de bares y restaurantes. Sin embargo, parece basarse en la idea equivocada de que existe un conflicto entre fumadores y no fumadores en estos espacios. Los datos más recientes, según un estudio de 40dB., nos muestran una realidad diferente: la convivencia entre ambos grupos es pacífica y respetuosa, sin tensiones que justifiquen cambiar la normativa. Un 60% de los españoles no están de acuerdo con prohibir fumar en las terrazas o no lo consideran prioritario. Este dato nos da una pista: no existe una demanda social masiva que pida a gritos estas restricciones. De hecho, más del 80% de la población apoya la legislación vigente, que establece un equilibrio razonable al prohibir fumar en interiores, pero permitirlo en espacios exteriores como las terrazas. Y si la mayoría está conforme, ¿por qué cambiar algo que funciona?

A menudo, los defensores de la prohibición mencionan a otros países europeos como ejemplo. El caso más citado es el de Suecia, el único país de la UE que ha implementado una medida similar. Pero comparar Suecia con España no tiene mucho sentido. Suecia tiene un clima frío y una cultura muy diferente, donde las terrazas no son tan cruciales como en España. Aquí, las terrazas son el alma de la vida social y económica. Según el estudio La dimensión social de la hostelería, de la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales, los establecimientos hosteleros, especialmente los bares, son servicios de proximidad que contribuyen a sociedades más igualitarias e inclusivas y evitan el aislamiento de las personas. En este ecosistema destaca el fuerte arraigo de las terrazas en nuestro modelo de esparcimiento, que tienen un uso intensivo gracias a la favorable climatología española. Las terrazas forman parte de nuestra cultura, de nuestra forma de relacionarnos e interactuar.

Prohibir fumar en las terrazas afectaría al estilo de vida de las ciudades, ese que muchas veces buscan los turistas, claves para la economía y la supervivencia de muchas empresas. Muchos llegan de países donde se permite fumar al aire libre, y la medida podría generar una mala impresión y confusión, dañando el turismo, que emplea a millones de personas.

Tampoco podemos comparar esta posible prohibición con la ley de 2005, cuando se prohibió fumar dentro de los bares y restaurantes. Aquella medida tuvo su lógica: se estableció un acuerdo en el que los fumadores se trasladaron a las terrazas para no molestar a los no fumadores. Se encontró un equilibrio que ha funcionado durante años. Si ahora prohibimos fumar en terrazas, rompemos ese equilibrio y forzamos a los fumadores a trasladarse a la vía pública o a sus casas, lo que en realidad crea nuevos problemas en lugar de solucionarlos. De hecho, más del 80% de los encuestados creen que esta prohibición haría que los fumadores se agruparan alrededor de las terrazas, lo que crearía más molestias y suciedad en la vía pública. Esto no mejoraría la situación; al contrario, podría empeorarla, tanto para los clientes como para los vecinos de la zona.

Según el mismo estudio, casi un 75% de los encuestados creen que ampliar los espacios sin humo afectaría negativamente a bares y restaurantes. Esto se debe a que la medida implicaría más responsabilidades para el personal, como tener que controlar el comportamiento de los clientes. Esto podría generar tensiones entre el personal y los fumadores, afectar al ambiente en los establecimientos y, en última instancia, desincentivar la vuelta de los clientes.

Las terrazas de bares y restaurantes no suponen una amenaza real, ya que la convivencia entre fumadores y no fumadores ha funcionado sin problemas. Prohibir fumar en ellas sería una medida desproporcionada y sin sentido, especialmente si se considera que la normativa actual es efectiva y cuenta con el apoyo de la mayoría de la población. Cambiar esta regulación no solo afectaría negativamente al sector hostelero, que ya ha enfrentado dificultades, sino que también alteraría nuestra vida social. Por lo tanto, es importante ser cautelosos con las medidas propuestas; intentar solucionar un problema que no existe podría generar complicaciones mayores.



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