La noticia más dura de dar, la muerte
La peor parte del trabajo de un médico es decir a su paciente que va a morir. En Malawi es una situación frecuente con pacientes de cáncer de cuello de útero, pues la mayoría no sobrevive. Este es el tercer episodio de ‘Las mujeres de Blantyre’, un documental de Médicos Sin Fronteras
“En cualquier país o cultura, no existe una manera fácil de decirle a alguien que se está muriendo. Dar las malas noticias no es algo que se haga de una vez y ya. Es un proceso que comienza un día y que continúa hasta que la paciente comprende plenamente lo que está sucediendo. Tienes que hacer uso de buenas habilidades de comunicación, hablar amablemente con la paciente, preguntarle qué sabe sobre la enfermedad y si hay algo que quiera que le expliquemos al respecto. Algunas nos dicen, “sé que tengo cáncer, pero no me deis más información”. Y en ese caso, nos detenemos ahí. Otras dicen, “sé que tengo la enfermedad, pero puedes contarme más. No tengo miedo”. En cualquier caso, al final tenemos que decirles lo que está pasando. Lo importante es darles tiempo para asimilarlo”, explica Christopher Chalunda, enfermero de Médicos Sin Fronteras (MSF).
En este tercer episodio de Las mujeres de Blantyre, el documental realizado por MSF para visibilizar el problema del cáncer de cuello uterino en Malawi, la sombra de la muerte se presenta como la cara más dura de esta enfermedad. Los equipos de cuidado paliativos visitan a pacientes como Emily Mkumba, en fase terminal pese a sus apenas 27 años. La joven lleva un año sin poder sentarse a causa del dolor, por lo que los sanitarios le llevan una tumbona para que esté más cómoda. También a Magret Mafupa, de 40 años, con un carcinoma en estadio avanzado e inoperable y que tardó dos años en ser diagnosticada.
“Cuando las pacientes llegan con un cáncer en estadio avanzado, todo lo que podemos hacer por ellas es ofrecerles cuidados paliativos para controlar el dolor físico y el sangrado” explica Jeroen Beijnsberger, coordinador de MSF en Blantyre. “No es una cura, pero al menos es una forma de brindarles la mejor calidad de vida posible durante sus últimos días”.
Para muchas enfermas, y particularmente para las que se encuentran en las últimas etapas, el sangrado y el olor de las secreciones vaginales aumentan la pesada carga que tienen que llevar debido a su enfermedad, pues esta situación genera estigma y exclusión social. Muchos hombres, además, sienten que sus mujeres ya no son capaces de desempeñar sus funciones como esposas y administradoras del hogar, lo cual les genera problemas dentro de la familia y de la comunidad. Por eso, la oportunidad de recibir apoyo psicosocial resulta también de suma importancia vital para ellas. Hablar de la enfermedad y de la muerte es un reto.
En el cuarto y último episodio, la vida y la esperanza se abren paso porque hay mujeres que se curan y que pueden contar que ellas han sobrevivido.
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