13 fotosSemana Mundial del AguaInfancias robadas por la sequíaEl número de personas afectadas por la falta de agua potable en Etiopía, Kenia y Somalia ha aumentado de 9,5 millones a 16,2 millones en cinco meses. Unicef alerta de que puede provocar muertes “en cantidades devastadoras”El País25 ago 2022 - 05:30CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinBlueskyCopiar enlaceEl número de personas afectadas por la sequía en Etiopía, Kenia y Somalia sin acceso seguro a agua potable aumentó de 9,5 millones en febrero a 16,2 millones en julio, lo que incrementa el peligro de que los niños y sus familias contraigan enfermedades como el cólera y la diarrea. En Burkina Faso, Chad, Malí, Níger y Nigeria, la sequía y la violencia y la inseguridad provoca que 40 millones de niños estén enfrentando niveles altos o extremadamente altos de vulnerabilidad hídrica. Ya mueren más niños como resultado del agua y el saneamiento inseguros en el Sahel que en cualquier otra parte del mundo, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En la imagen, Mersinale recibe el alta, el 19 de junio de 2022, de un Centro de Estabilización apoyado por Unicef, en el Hospital Hargeisa, en Somalilandia, después de días de tratamiento. Llegó muy desnutrida con su hermana gemela.ZERIHUN SEWUNET (Unicef)Más de 2,8 millones de niños en el Cuerno de África y el Sahel ya sufren desnutrición aguda grave, lo que significa que tienen hasta 11 veces más riesgo de morir por enfermedades transmitidas por el agua que los niños bien alimentados. En la imagen, Loyna Ares, de 35 años, posa con sus mellizos en el puesto de salud de Lomosia, en Etiopía, donde los pequeños reciben tratamiento contra la desnutrición. Es madre de los dos lactantes de siete meses y de cinco hijos más. Raphael Pouget (Unicef)En la imagen, uno de los gemelos desnutridos de Loyna Ares come su alimento terapéutico listo para usar (RUTF, por sus siglas en inglés). “Perdimos todo nuestro ganado a causa de la sequía y la inundación”, dice Loyna. “No teníamos nada para comer, así que tuvimos que mudarnos al campamento de desplazados internos más cercano, en Lomosia Kebele, para sobrevivir. Estaba muy preocupada por mis bebés porque se veían enfermos y muy débiles. No podía amamantarlos adecuadamente porque yo no estaba comiendo lo suficiente”. “Sospeché que mis gemelos estaban desnutridos”, explica Loyna, “pero no pude cruzar el río debido a la inundación. El trabajador de la salud Kidist nos encontró en mi granja de sorgo. Hizo una evaluación [usando el brazalete MUAC] y descubrió que mis bebés estaban gravemente desnutridos. Si ella no nos hubiera encontrado, mis bebés probablemente habrían muerto. Les dio Plumpy Nut y Vitamina A; a mí, leche terapéutica”, recuerda Loyna. “Ahora mis bebés están en mejores condiciones”.Raphael Pouget (Unicef)Tres lluvias fallidas consecutivas han dejado a 29,1 millones de personas en Somalia, Etiopía y Kenia en necesidad de asistencia humanitaria urgente en 2022, incluidos al menos 1,7 millones de niños al borde de la muerte que requieren apoyo vital. Somalia es, con mucho, el país más afectado, con al menos 330.000 niños en esta situación, muy por encima de los 190.000 que requirieron tratamiento durante la hambruna de 2011 en el país. En la imagen, Hibo, de 10 años, el 24 de mayo de 2022, lleva agua en un bidón a su casa temporal en el campo de desplazados internos de Kaharey en Dollow, Somalia. “Salimos de nuestra casa en Guriel y caminamos durante 10 días para llegar al campamento de Kaharey”, dice.Omid Fazel (Unicef)En la imagen, una mujer y varios niños recogen agua en el pueblo de Songnaba, en la región norte de Burkina Faso. En África, una mujer rural promedio viaja más de 10 kilómetros todos los días para transportar hasta 60 litros de agua. Las niñas se ven obligadas a abandonar la escuela para ayudar en las tareas del hogar, y los efectos del cambio climático están acentuando este flagelo. En el Sahel burkinés, solo una de cada dos personas (58,5%) tiene acceso a agua potable.Frank Dejongh (Unicef)En la región etíope de Somali, Unicef está trabajando en estrecha colaboración con la oficina regional de salud. Los Equipos Móviles de Salud y Nutrición (MHNT, por sus siglas en inglés) están desplegados en las profundidades de las aldeas. Los niños con desnutrición aguda reciben un tratamiento que les salva la vida. Además, la educación y promoción de la salud, así como la vacunación de niños y mujeres embarazadas, también forma parte de su actividad.Mulugeta Ayene (Unicef)Hafsa Bedel, madre de seis hijos en la región etíope de Somali, teme perder más ganado en los próximos meses. “Llevamos apenas un mes de la larga estación seca ('jilaal') y ya he perdido 25 cabras y ovejas. También perdí cuatro camellos. No hay pastos y nuestros animales están sufriendo. No puedo permitirme alimentarlos con maíz. Ni siquiera tenemos suficiente para nosotros”. Hafsa lucha por salvar a los jóvenes camellos. Los mantuvo cerca de casa para que su esposo trajera agua de un 'birkah' (pozo de agua) donde el gobierno raciona el agua. “Si los dejo ir [a los camellos], no encontrarán comida ni agua. Todavía son jóvenes”, dice.Mulugeta Ayene (Unicef)Vacas, ovejas, cabras, camellos y burros mueren a medida que la sequía severa golpea la región. El número de cabezas de ganado que fallecen por falta de alimentos y agua aumenta día a día. Los niños y sus familias luchan por sobrevivir debido a la pérdida de medios de subsistencia y al agotamiento de los mecanismos de compensación. En la foto, dos niños se paran junto a cadáveres de animales. El pueblo de Gabi'as, a 23 kilómetros al noreste de la ciudad de Gode, en Etiopía, es una de las zonas más afectadas por la sequía. Más de 155.000 niños en las tierras bajas de las regiones de Somali y Oromia, en Etiopía, han abandonado la escuela para poder ayudar a buscar agua, a menudo viajando largas distancias, o cuidar a otros niños mientras sus cuidadores intentan encontrar agua para sus familias y ganado. Corren el riesgo de ser explotados o están siendo empujados a mecanismos de supervivencia peligrosos. Mulugeta Ayene (Unicef)En la imagen, Bukhari Aden, de 10 años, llega a una laguna para ayudar a su madre, Dama Mohammed, a dar de beber a los camellos y burros, y llevar dos bidones de agua a casa para las vacas. Nunca ha ido a la escuela. “En nuestro pueblo, los niños son los responsables de cuidar a los animales. Si hubiera agua disponible cerca del pueblo, sería fácil para mí ir a la escuela”.Mulugeta Ayene (Unicef)La sequía en la región Somali de Etiopía está golpeando muy duramente a la población. Muchas familias se han mudado a campos de desplazados internos como el de Higlo, cerca del pueblo de Gode.Raphael Pouget (Unicef)Los niños no se salvan de la actual sequía en la región de Somali, Etiopía. En el campamento de desplazados internos Farburo 2, Unicef ha establecido un Espacio Amigo de la Infancia para recibir a los niños y brindarles un espacio seguro y actividades recreativas.Rapahel Pouget (Unicef)En la imagen, Fatuma, hija de Abdirizak Yusuf, abreva a los cabritos de su familia. “Este pozo es como un oasis en el enorme desierto sin agua”, dice el padre. Él es un pastor que supervisa las 230 cabras, ovejas y camellos de las familias mientras hacen cola en el pozo de agua, específicamente para animales. “Antes de este pozo de agua, mi familia solo podía quedarse en esta área durante dos meses y luego tenía que mudarse porque no llovía y los niños estaban débiles. Ahora que hay agua, toda mi familia puede quedarse cerca”. Su familia incluso ha adquirido una bolsa de agua para poder venderla a otros pastores más alejados en el desierto. “En diciembre, este pozo llegó aquí. Sin él, mis animales y tal vez incluso mis hijos habrían muerto. Dependemos de los animales. Los vendemos, usamos su leche y carne. El futuro de mis hijos está con ellos”. El cambio climático ha provocado cuatro temporadas de sequía en Somalia, con alrededor de 3,5 millones de personas enfrentando una grave escasez en 2022. Los pozos resistentes al clima operados por energía solar y administrados por la comunidad suponen una intervención más sostenible. La comunidad solía obtener agua de lluvia predecible de los depósitos de captación, pero se secaban y eran peligrosos porque las personas y el ganado caían en ellos. Hasta 2021, Haji Khair, en Puntlandia, era propenso al desplazamiento debido a la falta de agua, pero ahora alrededor de 18.000 personas y 3.000 niños, y su ganado, tienen agua sostenible gracias al pozo resistente al clima de Unicef, cuya construcción contó con el apoyo del gobierno del Reino Unido. MULUGETA AYENE (Unicef)En la imagen, una madre atiende a su hijo desnutrido sentado en una sala del hospital de Dolow, Somalia, el 5 de febrero de 2022.Ismail Taxta (Unicef)