Garantía de cambio
Un año después de las elecciones autonómicas y municipales, el autor repasa las políticas de los gobiernos en los que participan los socialistas
El PSOE es uno de los partidos más veteranos de Europa, un partido que ha vivido tres siglos de la historia de España. También es uno de los partidos que apostó antes y más intensamente por la democracia. Y que entiende que democracia es bastante más que votar cada cuatro años. A veces se olvida que sobre todo, la democracia es una forma de entender la convivencia y la relación de los ciudadanos y ciudadanas con el poder. La democracia es una cultura política rica en sus formas e instituciones.
El socialismo español siempre ha sido municipalista y federalista. Lo es en su forma de entender su propia organización interna y, coherentemente, también en su forma de entender la organización política de la sociedad. Que el poder esté bien distribuido, que sea accesible, es una condición institucional de la democracia. Y eso nos lleva siempre lejos del centralismo, por muy democrático que se declare. Por eso, al hacer nuestra Constitución, los socialistas apostamos por el Estado de las Autonomías, y cuando hemos gobernado lo hemos hecho con respeto no sólo al pacto constitucional, sino a la realidad de España. Porque la pluralidad territorial de nuestro país es algo más que una creación jurídica, es una realidad social. Una realidad sentida y querida que aborda y resuelve, cada día, algunos de los problemas más importantes de la vida de cualquiera de nosotros.
La democracia es una forma de entender la relación de los ciudadanos con el poder
Por eso es bueno recordar, ahora que se cumple un año de las últimas elecciones municipales y autonómicas, el desempeño de los gobiernos socialistas a lo largo de estos doce meses. Los socialistas concurrimos a aquellas elecciones con la voluntad de llevar a los parlamentos y a los gobiernos autonómicos las demandas y aspiraciones de los ciudadanos. Y de hacerlo responsablemente, es decir: de hacerlo. De cumplir lo que dijimos. Eso significa, por ejemplo, la puesta en marcha de planes contra la explotación laboral y la precariedad en Baleares. Mejorar la oferta hospitalaria, como lo hemos hecho con dos nuevos hospitales públicos en Asturias. Crear un Fondo de Garantía Social para luchar contra la pobreza, como ha hecho el gobierno socialista de Extremadura. Poner en marcha un programa para garantizar la gratuidad de los libros de texto, como lo ha hecho el gobierno de la Comunidad Valenciana. O mejorar la situación de las escuelas rurales, como han hecho los socialistas castellano-manchegos desde el gobierno de su Comunidad. Apostar por el empleo y crear uno de cada tres puestos de trabajo de los que se crean en España, como hace Andalucía. Recuperar la Ley de la Dependencia como ha hecho el gobierno socialista de Aragón.
Y significa también cumplir allí donde cogobernamos. En Canarias, triplicando el número de beneficiarios de la Prestación Canaria de Inserción; y en Cantabria, con la recuperación de la universalidad de la Sanidad.
Políticas que se multiplican en los ayuntamientos gobernados por socialistas, donde cumplir se traduce, por ejemplo, en luchar contra los desahucios y responder a situaciones de emergencia social, financiando suministros básicos como agua, luz, gas y alimentos a familias que no pueden sufragarlos.
Políticas, en fin, impulsadas por los socialistas en autonomías y municipios, y que traducen a la vida real de nuestra sociedad sus mejores valores. Y, en estos tiempos difíciles, también es justo reivindicar el trabajo de quienes, como hacen mis compañeros, se empeñan en mejorar el mundo y lo consiguen.
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