No estamos solas
Las vacaciones más marcianas de Andrea llegan a su final, pero antes de terminar su última carta ha de despedirse de la persona para la que ha estado escribiéndolas
Vale, pues aquí estoy. Te prometí escribirte todos los días y excepto el primero he cumplido. Lo que no me podía ni imaginar es el tipo de cartas que acabaría escribiéndote, y para evitar que me pasara lo mismo en el viaje de vuelta, decidí hacerte caso y tomar precauciones. Te habría encantado ver mi maleta ayer. La llené de lacitos y pegatinas, la pinté y la decoré, y para terminar de hacerla inconfundible, le enganché el colgante de Mario. Si existiera un premio a la maleta más única e inconfundible del mundo, te aseguro que ayer habría sido imposible no ganarlo. Así pienso dejarla para que esto no vuelva a repetirse, aunque bueno, nunca se sabe.
Adivinar el futuro nunca se me ha dado bien, pero por una vez creo que puede decirse —sin riesgo a equivocarme demasiado— que en cuanto Juanjo haga público lo que ha descubierto y exponga a su padre, en los trending topics de ese día se podrá leer el nombre del pueblo, el de Niela y su propietario, el del partido político de Patricio y algún juego de palabras entre todas estas opciones. Se va a armar una buena. Seguro que habrá gente que conozca a Patricio que se preguntará cómo es posible que fuera el artífice de toda esta movida, haciendo de nexo entre Niela y todos los políticos a los que untó para que votaran a favor de la ley de alquileres, pero les costará aceptar la respuesta. Patricio hizo esto porque pudo hacerlo. Porque se le daba fenomenal que la gente pensara bien de él, y eso le convirtió en el candidato perfecto para desempeñar este papel.
Sé más cosas de mi futuro, no te creas, incluso a largo plazo. Sé que volveré el próximo verano, aunque solo sea para que Juanjo pueda canjear ese otro vale que le regalé. También me gustaría volver para ver a Mario y a sus mamás. Y a Maribel. Con ella ha quedado pendiente una conversación para la que no sé si llegaré a estar capacitada, ni en este ni en ningún otro planeta.
Y ya está. No me atrevo a aventurarte nada más, excepto que voy a procurar estar menos pendiente del pasado y más de mi presente. Lo de este mes ha sido una excepción. No quise permitir que algo tan tonto y tan imprevisto como tu muerte nos fuera a impedir pasar este último verano juntas, aunque no lo hiciéramos tal y como habíamos planeado. Sé que nunca leerás estas cartas, pero me he sentido muy bien escribiéndotelas. Te he imaginado recibiéndolas y leyéndolas, como hacías siempre que viajaba sin ti, como si todavía siguieras cerca, a una llamada o un correo de distancia. Me he sentido muy acompañada.
Gracias por todo y buen viaje, mamá.
Descubra las mejores historias del verano en Revista V.
Ver serie completa
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.