Un breve paseo ayuda a las personas diabéticas a controlar su glucosa

Caminar después de comer puede reducir un 17% los niveles de azúcar en la sangre, según un metaanálisis sobre diferentes métodos para romper el sedentarismo en el día a día

Personas haciendo caminatas, deporte, por el Cauce Del Río en Valencia.Mònica Torres

La diabetes tipo 2 ha ido en aumento en los últimos años. Solo en España afecta a 5,1 millones de personas, y a 537 millones en todo el mundo, según la Federación Internacional de Diabetes. “Las fases del tratamiento para quienes padecen esta enfermedad son: dieta, ejercicio, fármacos orales y administración de insulina”, explica José Viña, Catedrático de Fisiología de la Facultad de Medicina de Valencia. ...

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La diabetes tipo 2 ha ido en aumento en los últimos años. Solo en España afecta a 5,1 millones de personas, y a 537 millones en todo el mundo, según la Federación Internacional de Diabetes. “Las fases del tratamiento para quienes padecen esta enfermedad son: dieta, ejercicio, fármacos orales y administración de insulina”, explica José Viña, Catedrático de Fisiología de la Facultad de Medicina de Valencia. Un metaanálisis publicado en 2022 en la revista Sports Medicine observó que una breve caminata ligera después de comer ayuda a rebajar los picos de glucosa que se producen tras las comidas.

Después de comer, los nutrientes (entre ellos, la glucosa) pasan al torrente sanguíneo desde el intestino y se elevan los niveles de azúcar en el organismo, expone Carmen Sanz, profesora de biología celular en la Universidad Complutense de Madrid. Al realizar ejercicio, en este caso pasear, el músculo en contracción consume este tipo de azúcar “para aportar energía a las células y disminuye la necesidad de insulina”, desarrolla Viña, que dirige la línea de Investigación de Metabolismo y Daño Orgánico - Envejecimiento y Enfermedades asociadas, de la Fundación INCLIVA.

En las personas con diabetes tipo 2, las células no responden bien a la insulina, que es la hormona que se encarga de regular los niveles glucémicos. “La actividad física es otro mecanismo que está haciendo puntualmente esa función en el músculo”, comenta Sanz.

En el estudio compararon los efectos de una caminata ligera tras la comida frente al impacto de permanecer de pie. Los autores vieron que, aunque la segunda opción podía mejorar los niveles de glucosa posprandial (tras la comida), la primera era más eficaz. Quedarse de pie provocaba una reducción de un 9,5%; y caminar, de un 17%, afirman en el trabajo publicado en Sports Medicine. Valentín Fuster, director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), señala que los efectos son aún mejores si, además de pasear, se incorpora la práctica regular de deporte.

Desde el CNIC han observado que las personas con resistencia a la insulina o con prediabetes tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades de las arterias, como la ateroesclerosis (la acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias dentro de las arterias y en sus paredes), explica Borja Ibáñez, director científico del centro. “Trabajamos para conocer bien los mecanismos que hacen que los órganos se vuelvan resistentes a la insulina y cómo eso se asocia a esta dolencia”.

La diabetes tipo 2 tiene un alto componente hereditario, hasta un 50%, y la actividad física puede reducir ese riesgo de padecerla, asevera Viña. Esta patología también se asocia, en un elevado porcentaje, con la presencia de obesidad, expone Pedro José Pinés, miembro del Comité Gestor del Área de Diabetes de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Caminar puede ser un ejemplo de actividad física asequible para comenzar a mejorar la condición física de los pacientes.

Además de caminar, también es importante realizar ejercicio de resistencia, aconseja Pedro José Pinés, miembro del Comité Gestor del Área de Diabetes de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), tanto para diabéticos como para quienes no tienen esta enfermedad. ”La realización de dos a tres sesiones a la semana de ejercicios de resistencia puede ser una alternativa para las personas que no pueden caminar”, continúa Pinés.

Para aquellos que no pueden dedicar mucho tiempo al deporte, recomienda el entrenamiento de intervalos de alta intensidad, que dura entre 10 y 30 minutos. En el caso de quienes ya hacen caminatas diarias, incorporar estas actividades puede aumentar sus beneficios.

Cualquier tipo de ejercicio es beneficioso para la salud, para los niveles de glucosa y para la sensibilidad a la insulina
Borja Ibáñez, director científico del CNIC

Viña, el experto de la Fundación INCLIVA, asegura que romper el sedentarismo al menos cada 30 minutos y estar activos el mayor tiempo posible “tiene efectos positivos sobre la salud y el control glucémico de las personas con diabetes tipo 1 y tipo 2″. En esta línea, Fuster, del CNIC, remarca que la práctica de ejercicio no solo tiene repercusión en los niveles de azúcar y la diabetes, también en la salud cardiovascular. Por ejemplo, en la presión arterial y el colesterol. Sin embargo, los trabajos incluidos en el metaanálisis no mostraron resultados significativos sobre el efecto en la presión arterial de pasear tras las comidas.

Los investigadores proponen la inclusión de descansos en el trabajo para hacer caminatas ligeras. Lo ven más viable que la práctica de actividad física de moderada a vigorosa en el entorno laboral y plantean esta práctica como alternativa a aquellas personas para las que está contraindicada. Tanto Fuster como Viña están de acuerdo con esta sugerencia. “Un ambiente de trabajo donde la gente pueda ir un rato a hacer ejercicio, ayuda mucho”, asevera el director del CNIC. El segundo recomienda caminar cinco minutos cada 55 minutos de trabajo para combatir el sedentarismo. Los autores del metaanálisis observaron que un aumento de 30 minutos diarios de actividad física ligera se asocia con una reducción del 17% de la mortalidad.

En el trabajo se incluyeron estudios que proponían ráfagas de ejercicio de dos minutos cada 20 de sedentarismo y de cinco minutos cada media hora. Ibañez, del CNIC, asegura que no es necesario que sea extenuante para que sea beneficioso. Idealmente, se pueden hacer 30 minutos diarios de una actividad de ligera a moderada, pero “cualquier tipo de ejercicio es beneficioso para la salud, para los niveles de glucosa y para la sensibilidad a la insulina”, concluye.

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