¿Por qué fingen romances los famosos?
Algunos medios de prestigio especulan con la posibilidad de que la relación de Taylor Swift y Tom Hiddleston sea un montaje. No serían las primeras celebrities en fingir relaciones falsas.
Los últimos sospechosos de hacer creer a la opinión pública que tienen una relación amorosa son Tom Hiddleston y Taylor Swift, que no es nueva en la disciplina de fingir romances. La prensa ya especuló hace un par de años con que su noviazgo con Harry Styles había sido un montaje. Ahora, la cantante es acusada en algunos medios de prestigio de estar usa...
Los últimos sospechosos de hacer creer a la opinión pública que tienen una relación amorosa son Tom Hiddleston y Taylor Swift, que no es nueva en la disciplina de fingir romances. La prensa ya especuló hace un par de años con que su noviazgo con Harry Styles había sido un montaje. Ahora, la cantante es acusada en algunos medios de prestigio de estar usando el ligue con el actor británico para robar protagonismo a su enemiga Kim Kardashian, otro personaje que, como tantos, ha coqueteado con las estrategias comerciales que ennovian o hacer fracasar parejas tan breves como peregrinas.
La lista de parejas fake comparte extensión con los motivos que pueden llevar a personajes famosos a mentir sobre su vida privada en lugar de protegerla o, precisamente, para protegerla. Porque, según nos cuenta la periodista Pilar Eyre, “el primer motivo suele ser el crematístico, este tipo de exclusivas dan dinero. Pero hay otras razones como ocultar la homosexualidad o volver a las portadas”, resume. “Ignoro qué motivos llevan a estos personajes actuales a vender montajes, pero durante toda mi carrera he visto muchos actores gays que siempre se inventaban una señora a la que tenían que llevar al lado. Los galanes homosexuales estaban mal vistos y los periodistas, aunque lo supiéramos, nos veíamos obligados a preguntar por esas parejas para no despertar sospechas sobre su condición sexual. El caso paradigmático es el de Rock Hudson, que incluso se casó con su secretaria. O aquí, en España, recuerdo a Vicente Parra, que era un actor de una importancia impresionante, además de homosexual notorio, y que nunca se libró de contestar fingiendo: que si no había tenido suerte en el amor, que si no había encontrado a la mujer adecuada, etc., parecen historias de otros tiempos, pero hasta hace no tanto Ricky Martin tenía novias”.
La veterana periodista apunta otros motivos que puede explican la apuesta de personajes famosos por montajes que dejan su imagen por los suelos. “Por supuesto a veces responde a intereses comerciales de un estreno cinematográfico o un disco. Los protagonistas de una película nueva tienen a enamorarse durante las campañas de promoción con bastante frecuencia. Pero también hay muchos casos de romances falsos cuyo motivo es recuperar el protagonismo perdido. Sarita Montiel o Marujita Díaz, por ejemplo, eran mujeres adineradas que cuando fingieron bodas y relaciones con aquellos cubanos mucho más jóvenes que ellas no necesitaban dinero, pero sí necesitaban seguir haciendo lo que más les gustaba como salir en las revistas, que fotografiasen sus casas y no abandonar la actualidad”, explica la experta.
Repasar con Eyre la historia de romances apócrifos es acceder a una base de datos cruzados que relaciona el pasado con el presente: si en las últimas semanas la revista italiana Chi desvelaba que, en la biografía no autorizada George Clooney, una ambición secreta, se vuelve sobre la supuesta homosexualidad del actor aderezada con ingredientes propios de ficción hollywoodiense –según los autores su matrimonio con Amal Alamuddin sería la peana desde la que aspirar a la presidencia del gobierno de EEUU–, Eyre, escéptica, nos recuerda que la prensa ya elaboró una teoría similar con el fallecido John-John Kennedy y su esposa Caroline Besset. Al público, asegura, siempre es dificilísimo engañarlo “y más ahora que tenemos redes sociales y que existen muchos más medios de comunicación que no están sujetos a la corrección política de antes”.
En cualquier caso, Eyre explica que el exceso de suspicacia no es mejor criterio que el tiempo para averiguar si una historia es falsa o no. “Hay matrimonios sobre los que siempre se sospecha como el de Raphael y Natalia Figueroa o el de Alberto de Mónaco con Charlène. El primero lo conozco bien y es una historia de amor sólida en la que ambos son fieles, que ha aguantado el paso de los años. Y de los rumores y sobre el segundo solo puedo decir que quizá haya que entender que las monarquías europeas, salvo excepciones, llevan casándose así toda la vida. Son matrimonios arreglados por motivos dinásticos o políticos o económicos lo cual no significa que no sean matrimonios reales y que funcionan”.
Quizá no haya cita sobre el amor más cursi y manida que la de Antoine de Saint-Exupery cuando dijo que «amar no es mirarse el uno al otro sino mirar juntos en la misma dirección». En el siglo XXI, esa “misma dirección” puede estar tan alejada del amor como una cuenta corriente, un secreto a voces, una campaña de promoción de un disco o una película o una portada más…