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Carmina, la firma de mocasines que conformó el ‘look’ pijo en los 80 junto a los Levi’s y el polo Lacoste

La histórica firma mallorquina, cuyo origen se remonta a 1866, vendió millones de pares de sus icónicos mocasines. Hoy triunfa en EE UU y México, y busca conectar con un público más joven y, sobre todo, más moderno

Mocasines de la firma Carmina.
Mocasines de la firma Carmina.Cortesía de Carmina

En los años 80, el típico pijo –madrileño o de provincias– hacía suyo un look que convertía a los miembros de esta “tribu” y a todos sus wanabees (los “quiero y no puedo”, los imitadores) en inquietantes clones perfectos. Su uniforme “oficial” lo formaban los pantalones vaqueros Levi’s 501 –etiqueta roja mejor que naranja–, polos Lacoste, sudaderas Amarras o Benetton y, a sus pies, zapatillas Vans para un mood casual o, en su caso, mocasines para un aire más formal.

Pero no valían unos mocasines cualquiera. Una marca muy concreta era la protagonista a los pies de estos jóvenes que se sentían triunfadores y privilegiados, que escuchaban a Hombres G, Modestia Aparte o Los Lunes, y que cuidaban su forma de vestir hasta el último detalle. Hablamos de Carmina, la firma familiar mallorquina de calzado artesanal y cuyo origen se remonta a 1866. Fue el año en el que Matías Pujadas abrió un taller de zapatos a medida en Inca (Mallorca), iniciando una tradición familiar a la que hoy se incorpora ya la quinta generación.

En 1961, José Albaladejo Pujadas, bisnieto del fundador y formado en Florencia, crea en Inca una de las fábricas de calzado más importantes de España. Y una año más tarde diseña el mocasín 1330, el más icónico de la casa y del que se llegaron a vender más de dos millones de pares. Este zapato, cuyo nombre se escogió al azar, se convirtió en el favorito de los pijos de toda España que lo llevaban a conciertos, bodas y, también, a misa los domingos con el traje pertinente.

Carmina Shoemaker, la evolución de una tradición centenaria

Tras varios hitos en el mundo de la zapatería logrados por sus antepasados, José Albaladejo Pujadas crea en 1997, junto a su mujer Carmina Ramis y cuatro de sus hijos, la firma Carmina Shoemakers. Bajo esta enseña abren su primera tienda en Madrid en 1998, un local que pronto se convirtió en lugar de peregrinaje de esos hombres y jóvenes amantes del estilo clásico y artesanal de este tipo de calzado que era todo un símbolo de estatus.

“No somos una marca que estemos a la última tendencia, ésta no es nuestra política”, afirma Sandro Albaladejo, actual dueño y director comercial de la firma. “Nuestro producto es más clásico, atemporal, pretendemos que nuestros zapatos duren muchos años bien mantenidos. Interpretamos la innovación con herramientas como nuestro customizador online, con el que los clientes se pueden diseñar su par absolutamente personalizado”. Y puntualiza que “aprendimos del pasado que la moda y las tendencias afectan negativamente al valor del stock de producto acabado. Es algo muy delicado que en Carmina cuidamos mucho, nuestros stocks son un activo importante”.

El nivel de artesanía que se mantiene en Carmina es tal que cada par de zapatos pasa por las manos de unos 50 expertos diferentes, algo de lo que se enorgullecen pero que también complica la pervivencia de su excelente calidad. Muchos de esos profesionales artesanos han ido desapareciendo al jubilarse, y no existe un relevo generacional potente. Y a Carmina también le afecta este problema. “Se han retirado muchos colaboradores que empezaron trabajando en nuestra fábrica cuando eran adolescentes, algo de lo que nos sentimos muy orgullosos”, reconoce Albaladejo.

“Estamos muy comprometidos con transmitir nuestro know how a las generaciones venideras de artesanos”, comenta. Y aunque en Inca, en el corazón de Mallorca, ya no existe un entorno laboral especializado en el sector, “desde hace años formamos a los artesanos desde cero en nuestra fábrica. Actualmente estamos desarrollando un plan con la Consellería de Industria del Govern Balear para ofrecer formaciones a largo plazo”.

El 1330, el mocasín nacido en 1962 que hoy podría llevar Froilán

La creación de este zapato icónico en la marca y mítico en el look pijo de los años 80 supuso un antes y un después en Carmina. “El 1330 forma parte de la historia industrial de nuestra familia, lo diseñó nuestro padre José Albaladejo, y se vendieron millones de pares. Un Lacoste, unos Levis y unos 1330 eran el uniforme de la juventud de la época”, recuerda el dueño de Carmina sobre este zapato se convirtió en must have de los pijos de la época. Y cuya influencia llega hasta nuestros días.

Pijos famosísimos hoy como Froilán de Marichalar, el influencer Tomás Páramo o el extorero Fran Rivera, por poner tan solo unos ejemplos, siguen luciendo este tipo de calzado, ya sea para salir de fiesta o para una tarde de toros. Además, permanece como el zapato que cualquier empleado de banca o finanzas, da igual la edad pero de estilo clásico, adora llevar con su traje y su chaquetón Barbour o Belstaff.

A pesar de que Carmina sigue siendo una firma reconocida, la empresa intenta actualizarse y acercarse a un público joven de gusto algo más moderno. Pero sin pasarse. En el caso del mocasín 1330, y según explica su actual dueño, “ya no es nuestro best seller, pero quizás en el futuro decidamos versionarlo de nuevo”.

Pero hablar de mocasines en Carmina no es hablar solo de público masculino. Muchas mujeres son clientas de la casa y calzan estos modelos en sus versiones femeninas. “Actualmente el 30% de nuestras ventas es de calzado femenino, frente al 70% masculino, 30. Pero observamos que las ventas al público femenino están creciendo notablemente”, reconoce su máximo responsable.

En busca de la generación Z

“En el último año hemos notado un crecimiento evidente de pedidos de mujer, sobre todo online, lo que confirma que las recientes colaboraciones están dando sus frutos”. Se refiere Sandro Albaladejo al esfuerzo que la firma realiza actualmente para su rejuvenecimiento a través de seleccionadas colaboraciones con influencers. “Trabajamos con prescriptores a nivel nacional e internacional, y la verdad es que el mix de modernidad y tradición está funcionando. La visibilidad que alcanzamos nos permite conseguir un dinamismo que no teníamos con los canales tradicionales, es una comunicación muy directa”, reconoce.

Y puntualiza que “nuestra marca y producto siempre han llegado perfectamente al público joven, es maravilloso ver en nuestras tiendas a padres e hijos disfrutando de su pasión por los zapatos”

En este proceso de actualización, Carmina también lleva años trabajando en un producto más confortable. “Si bien el cliente final sigue demandando máxima calidad de producto, en la última década hemos aprendido a fabricar zapatos más cómodo y flexible”, Sandro Albaladejo. “Ya no es necesario “domar” tus Carminas antes de hacer un uso diario, usamos pieles más suaves, entretelas más finas, plantillas y suelas más flexibles manteniendo siempre con las técnicas de confección más refinadas”.

Los modelos más actuales de Carmina que podemos ver a los pies de creadoras de contenido digital como Grace Villarreal o Alexandra Federicca son las sandalias de pala que lanzaron el pasado verano –y que no tienen nada que envidiar a las clásicas de Hermès, por ejemplo–, o los slippers destalonados que hace unos años Gucci convirtió en un verdadero éxito viral. Unos diseños más modernos que mantienen la esencia de la casa, desde luego. Excelencia y artesanía son sus mejores señas de identidad.

Carmina hoy: de Inca para mundo

En la actualidad, Carmina cuenta con boutiques propias en Palma de Mallorca, Madrid, Barcelona, París, San Francisco y Nueva York (en Madison Avenue y en la 45 St). “El 77% de nuestras ventas son al extranjero. Nuestro mercado en Europa está creciendo mucho, y España ocupa la cuarta posición en cuanto a ventas. Pero Estados Unidos es nuestro mayor mercado”, explica Sandro Albaladejo. De ahí que la firma cuente con tres tiendas en el país norteamericano.

Cada región tiene sus singularidades. “Pero los productos más vendidos suelen coincidir en todas las tiendas, incluido el canal online. Nuestro cliente no se caracteriza por pagar para lucir un logotipo, busca una calidad y un estilo duradero, y por supuesto conoce la sostenibilidad del producto”, afirma su responsable.

Como firma que triunfó en los años 80, ¿sienten nostalgia del pasado? “Del pasado nos quedamos con el aprendizaje. Y en lo que concierne al futuro somos muy optimistas, de hecho la 5ª generación ya se ha incorporado al negocio, concretamente en EE.UU. El presente pasa por seguir modernizando nuestra estructura industrial y logística, y el futuro a corto plazo consiste en seguir creciendo orgánicamente fuera de nuestras fronteras. Plazas como Tokio, Londres y Alemania están en nuestra hoja de ruta”, confirma Sandro Albaladejo. Carmina sigue adelante.

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